La primera gran cosecha de "supercultivos" elaborados en base a ingeniería genética está en marcha en Estados Unidos, mientras grupos de activistas intentan impedir que lleguen a los consumidores.
La producción comercial de maíz, frijoles de soja, patatas, algodón y otros productos concebidos de una forma propia de ciencia-ficción fue aprobada el año pasado. Ahora, estos productos se presentan a los consumidores estadounidenses bajo nombres como "Maximizer", "New Leaf" y "Freedom II".
"Hay algunos cultivos preocupantes", declaró Ronnie Cummins, director de la Campaña por Alimentos Puros, un proyecto de la Fundación de Tendencias Económicas, de Washington, que sigue la pista de alimentos concebidos por ingeniería genética.
Agricultores estadounidenses están a punto de cosechar 0,4 millones de hectáreas de frijoles de soja, 0,2 millones de hectáreas de maíz, 0,8 millones de hectáreas de algodón y patatas cultivadas a partir de varios millones de kilogramos de semillas, informó Cummins, quien supervisa la campaña desde su oficina de Minnesota.
La entrada de estos productos al mercado marcará el primer gran influjo de alimentos de laboratorio desde la introducción de la controvertida hormona del crecimiento bovino -inyectada a vacas lecheras- y Flavr Savr, un supertomate diseñado para descomponerse lentamente que resultó un fracaso comercial.
Es imposible determinar hacia dónde nos conducirá la ingeniería genética, concluyeron unos 60 defensores de los animales, el ambiente y los alimentos puros que se reunieron en Madison recientemente para discutir sobre bioética.
Actualmente, la biotecnología permite a los científicos extraer genes de una especie e inyectarlos en otra, cruzando de esa forma las barreras reproductivas establecidas por la naturaleza.
Esta rama de la biotecnología "es la más poderosa, la menos comprendida y la más impredecible", resaltó Margaret Mellon, directora del programa de agricultura y biotecnología de la Unión de Científicos Preocupados (UCP), con sede en Washington.
"Los organismos producidos mediante esos mecanismos no están disponibles en la naturaleza ni podrían ser producidos naturalmente", agregó.
Hasta el momento, unos 15 productos de laboratorio recibieron la aprobación federal para su venta y otros 15 están esperando la luz verde del gobierno, de acuerdo con The Gene Exchange, una publicación de UCP, que cuenta con 90.000 miembros.
La ingeniería genética tiene diversas aplicaciones útiles en medicina, agricultura y conservación ambiental, pero los activistas cuestionan la falta de límites a su desenfrenado avance.
Algunos científicos ya están creando nuevas especies de ratones, cerdos, vacas, ovejas, peces e insectos, y la lista de nuevas formas de vida está en crecimiento.
Entre otras cosas, se está diseñando un salmón que crece mucho más rápido de lo normal y plantas que segregan sus propias toxinas pesticidas, y se crían cerdos inyectados con genes humanos a fin de que sus órganos sirvan para ser trasplantados a personas.
Otro método denominado "cultivo molecular" permite a los científicos transformar vacas y ovejas en fábricas de drogas mediante trasplantes de genes, explicó Mellon, quien estimó que al menos 1.700 corporaciones trabajan actualmente en tecnología genética en Estados Unidos.
Entre las empresas que compiten por crear y patentar nuevas formas de vida están AgrEvo, Asgrow, Calgene, Ciba-Geigy, DeKalb, DuPont, Hoechst, Monsanto, Mycogen, Northrup King y Sandoz, además de otras gigantescas multinacionales.
Aunque los cultivos creados mediante ingeniería genética aún no rinden beneficios, las corporaciones comprometidas "invierten sumas astronómicas en su desarrollo", señaló Cummins.
"Estamos en la fase temprana de una industria que podría generar miles de millones de dólares en un par de años", agregó. "Ellos desean transformar la agricultura como lo hizo la llamada Revolución Verde".
Sin embargo, los activistas pretenden detener esta revolución antes de que eche raíces.
La organización de Cummins, con unos 60.000 voluntarios, se propone organizar un boicoteo a los alimentos producidos mediante ingeniería genética en 75 comunidades de Estados Unidos y en 400 de otras partes del mundo.
Además, la Campaña por Alimentos Puros presiona para lograr un etiquetado adecuado de los productos lácteos elaborados a partir de leche de vacas inyectadas con hormonas, que constituyen tres por ciento del ganado lechero de todo Estados Unidos.
Otra preocupación de los activistas es la posibilidad de una "colonización genética", es decir, el patentado en naciones industrializadas de genes extraídos de plantas y animales indígenas de países en desarrollo.
"El robo de la propiedad intelectual de naciones pobres constituye un aspecto criminal de la biotecnología", afirmó Michael Fox, vicepresidente de la Sociedad Humana de Estados Unidos y jefe de su departamento de bioética.
Pero sobre todo, destacó Fox, una pregunta básica permanece sin respuesta: ?Necesitamos realmente estos productos? (FIN/IPS/tra-en/bb/pz/ml/sc/96