China se ha convertido en una fuente de turistas para el resto del mundo, a medida que los nuevos ricos viajan al exterior para pasar sus vacaciones en Asia y destinos antes poco frecuentes, como América del Norte y Europa.
La nueva pasión por el turismo es resultado de la emergencia de un sector social tras la creciente movilidad y los ingresos más altos en una sociedad que hasta hace muy poco rechazaba todo lo que fuera extranjero. Gran parte de los itinerarios son financiados por la agencia de viajes estatal.
En julio, un grupo de turistas chinos pagaron su vuelo y estadía a Atlanta para alentar al equipo de su país en los Juegos Olímpicos, y fueron seguidos por varios grupos que recorrieron Estados Unidos.
Aunque el número de turistas es aún pequeño, la industria de viajes es entusiasta. Sólo 10 por ciento de los chinos puede pagar vacaciones en el extranjero, pero se trata de un fenomenal mercado de 120 millones de personas.
China autorizó los viajes turísticos al exterior en 1991, y los destinos se centraron en países cercanos como Singapur, Malasia, Tailandia, Hong Kong y Macao.
Este año, más de 120 personas de toda China se sumaron a viajes de 15 días a Estados Unidos, pagando hasta 3.800 dólares cada una, una cifra 100 veces mayor que el salario promedio de un año en el país asiático.
"Es el primer paso dado para expandir el negocio del turismo en destinos más allá de los mercados tradicionales en el sudeste de Asia", dijo Liu Wuxiong, director del Departamento de Viajes al Exterior del Servicio Internacional de Viajes de China.
Estadísticas del gobierno revelan que un total de 4,52 millones de ciudadanos chinos viajaron a otros países en 1995, 21 por ciento más que en 1994, visitando 197 países, en general en viajes de negocios.
De ese total, 1,26 millones salieron de vacaciones organizadas a países vecinos, incluyendo excursiones de un día a regiones limítrofes como Rusia, Mongolia, Birmania y Laos.
Desde la apertura en 1991, el número de viajes aumentó aceleradamente, para alcanzar en 1993 casi un millón de salidas, algunas de las cuales se realizaron con fondos públicos.
A fines de 1993 los viajes se redujeron tras una acción gubernamental que buscó poner fin al uso de dinero estatal para los viajes.
Un resurgimiento se inició el año pasado, y todo indica que se intensificará en los próximos años. A medida que se elevan sus niveles de vida, los chinos se inclinan por gastar más dinero en vacaciones.
"Aprendí sobre las culturas de diferentes pueblos y países", dijo Wang Jing, empleado de una firma extranjera que realizó una excursión de luna de miel a Tailandia, Singapur, Malasia, Hong Kong y Macao. La pareja gastó 3.000 dólares en dos semanas de viaje.
Una señal de cómo se ha impuesto entre los chinos el interés por viajar fue el último Festival de Primavera, una ocasión destinada a reuniones familiares en que los hijos suelen viajar miles de kilómetros para regresar a sus hogares paternos.
En la provincia de Zhejiang, al este de China, unos 1.000 jóvenes destinaron las vacaciones de primavera a conocer el sudeste de Asia, en lugar de pasar el tiempo con su familia.
Alrededor de 10 por ciento de los viajes vendidos por el Servicio Internacional de Viajes de China son comprados por empresas extranjeras y mixtas, y algunas estatales, que los regalan a sus empleados como incentivo, señaló Liu.
El Servicio Internacional diseñó nuevas rutas a Australia, Estados Unidos, Francia, Alemania, Bélgica, Italia y Holanda, además de las asiáticas tradicionales. Pero la mayoría aún está bajo prueba, debido a problemas de visas y otras regulaciones. (FIN/IPS/tra-en/cf/ral/lp/if/96