El presidente Jiang Zemin mantuvo el poder en China durante los pasados siete años, pero sabe que la historia atribuirá a otro líder, Deng Xiaoping, las reformas económicas impuestas en el período posterior a Mao Zedong.
Mientras el hoy agonizante Deng, de 92 años de edad, fue a lo largo de los últimos 16 el arquitecto de la liberalización económica, Jiang se impuso como objetivo conducir a una "disciplinada" China hacia del siglo XXI.
El propio Deng, a quien no se ve en público hace dos años y medio, había invocado a la "civilización espiritual" china y alertado contra el riesgo de la "liberalización burguesa" cuando comenzó a aplicar su programa.
El líder máximo de China promovió varias medidas dirigidas a asegurar el cumplimiento de criterios éticos mínimos antes de que los inversores occidentales se instalaran en el país con su dinero y sus estilos de vida.
Pero, según el gobernante Partido Comunista, el pueblo chino se ha perdido y cayó víctima de males sociales como la corrupción, el crimen y la falta de respeto por las leyes en general. Y Jiang está decidido a corregir ese rumbo, pues pretende que la reforma económica no quede por el camino.
En un documento elaborado en el congreso anual del Partido Comunista, celebrado esta semana a puertas cerradas, se estableció que las políticas liberalizadoras originaron un "gran desarrollo en varias tareas".
Sin embargo, la dirigencia alertó que ciertos "problemas, algunos de ellos muy serios", debían ser abordados por la sociedad china.
No fue sorpresivo que el sexto plenario del 14 Congreso del Partido Comunista concluido este jueves haya destacado la importancia de "mejorar los criterios ideológicos y éticos de toda la nación".
El liderazgo partidario estuvo apelando durante los últimos meses a los medios de comunicación oficiales con la finalidad de ganar apoyo público para su campaña contra el crimen en todo el extenso territorio del país.
Ciudadanos, grupos y aun ciudades elogiados como "modelos" son promocionados por la prensa gubernamental como ejemplos a seguir por el resto de la nación.
La ciudad nororiental de Jinan fue elogiada por su policía de tráfico "modelo". Shijiazhuang, al sur de Beijing, recibió felicitaciones por sus taxistas "modelo". Zhangjiagang, en la costa oeste, mereció el galardón de "modelo" de limpieza urbana.
La semana pasada, la Televisión Central de China emitió un programa especial dedicado a Li Suli, vendedora de pasajes de la línea 21 de ómnibus de Beijing, considerada "trabajadora ejemplar", simplemente porque sonríe mientras trabaja y contesta amablemente las preguntas de los pasajeros.
La meta prioritaria de China durante los próximos 15 años, según el documento aprobado por el plenario, será la generación de "ciudadanos socialistas con ideales elevados, integridad moral, buena educación y fuerte disciplina".
Estos principios fueron, también, proclamados por Deng en 1984, cuando exhortó a los ciudadanos a adherir al "compromiso de ciudadanos civilizados" basado en los denominados "cinco principios, cuatro beatificaciones y tres amores" adoptados por el Partido Comunista.
Los cinco principios son el buen comportamiento, los buenos modales, la higiene, el orden público y la moral. Las cuatro beatificaciones son el pensamiento limpio, el lenguaje decente y el goce. Los tres amores son la patria, el socialismo y el Partido Comunista de China.
"Han pasado diez años desde que el Partido adoptó un código ideológico", recordó el profesor Yan Shuhan de la Escuela Central del Partido.
"El ambiente ha cambiado desde entonces y hoy se aprecia mejor la necesidad de construir una civilización espiritual fuerte. Con esta campaña, esperamos restaurar el equilibrio entre el desarrollo material y el espiritual", explicó Yan.
Sun Ping, de la Oficina para la Construcción de la Civilización Espiritual de la alcaldía de Beijing, agregó que "en estos días, aunque la mayoría de la sociedad es sana, la gente todavía necesita mejorar sus cualidades morales".
Un dirigente comunista de línea dura fue más explícito. "Tenemos tantos huevos podridos en estos días que nadie presta atención a los buenos modelos que se promueven", dijo a IPS.
Jiang está al tanto de las preocupaciones de la ortodoxia comunista acerca de la influencia occidental en la sociedad china, y por ello desea asegurarse el respaldo de esa corriente una vez que Deng se haya ido de este mundo.
"Al lanzar una campaña espiritual y civilizatoria, Jiang sugiere a la vieja guardia que todavía está preocupado por la ideología, y, de paso, se ubica en un lugar seguro desde el cual mantener las reformas económicas", observó un diplomático occidental.
La agencia oficial de noticias, Xinhua, pareció coincidir con esta apreciación cuando difundió las conclusiones del plenario.
"Mientras mantiene firmemente la tarea central del desarrollo económico y la promoción del progreso material, el progreso ético y cultural deberá lograr una categoría mayor", fue la interpretación de la agencia. (FIN/IPS/tra-en/ab/cpg/mj/ip/96