CAFE: Heladas guían a cultivadores a la tierra de la calidad

El café, llegado a Brasil hace dos siglos y medio desde Etiopía y a través del mar Caribe, parece haber encontrado por fin su tierra prometida, después de un largo peregrinar por el país.

El entusiasmo por los "cerrados" centrales, tierras ácidas y semiáridas que se consideraban impropias para la agricultura hasta hace dos décadas, es compartido por caficultores locales y la industria de torrefacción, que fomenta el consumo nacional de café ofreciendo mejor calidad.

Los cerrados de Minas Gerais, casi en el centro geográfico de Brasil, producirán este año tres millones de sacos de 60 kilogramos de café, equivalentes a sólo 12 por ciento de la cosecha brasileña.

Pero es "una bebida de calidad", que ganó premios en concursos promovidos por la empresa italiana Yllycafé y logra precios hasta 30 por ciento superiores al grano corriente, señaló Ana Arakaki, directora de la Asociación de Caficultores de la Región de Patrocinio (Acarpa), uno de los polos cafeteros.

La ventaja local consiste en que, además de no haber heladas, las lluvias caen en el momento adecuado, y de forma regular en el verano, ayudando al desarrollo del cafetal y de los granos. Luego, el clima se hace seco en la cosecha, un factor decisivo para la buena calidad de la bebida, explicó Arakaki.

Noventa por ciento del café cosechado en los cerrados tiene calidad de exportación y al obtenerse una variedad muy requerida por consumidores exigentes, "podemos obtener buenos precios", agregó.

Los cerrados exigen un gasto mayor en fertilizantes y correctores de acidez que las áreas tradicionales de cultivo del grano, pero admiten ahorro en mano de obra, el principal rubro en los costos. El relieve del suelo, menos acidentado, permite una mayor mecanización de tareas, dijo Arakaki.

"Podemos doblar la producción local en pocos años. Eso sólo depende de la reducción de costos, especialmente el financiero", comentó.

El café entró en Brasil por el norte, en 1727, procedente de Guyana Francesa. Su producción sólo ganó impulso décadas después, al desplazarse a tierras serranas cerca de Río de Janeiro. A mediados del siglo pasado, este país ya era el mayor exportador mundial.

Desde entonces, el café se expandió hacia el sur, dejando tierras agotadas. Tuvo su edad de oro en Sao Paulo, donde generó la riqueza que sirvió de base a la industrialización. El sureño Paraná se convirtió en el principal entre los estados productores a partir de los años 60.

Pero allí se interrumpió la marcha hacia el sur. Fuertes heladas forzaron a mediados de los años 70 el regreso al norte. Minas Gerais pasó a encabezar la producció, pero en sus zonas meridionales montañosas, donde el café es un cultivo tradicional.

Los cerrados, en el oeste de Minas Gerais, solo ganaron importancia a fines de la década pasada. Unos 4.500 caficultores de la zona ya se han organizado en nueve grupos, reunidos a su vez en el Consejo de Asociaciones de Caficultores de los Cerrados (Caccer).

La mayoría de esos agricultores llegaron de Paraná y Sao Paulo, huyendo de las heladas, señaló el paranaense Marcio Umboldi, encargado de comercializacin de Acarpa.

La productividad supera allí hasta tres veces el promedio nacional de 13 sacos de 60 kilogramos por hectarea, aseguran productores locales. Uno de ellos, Joao Cavalaro, cosechó este año 35 sacos en cada hectárea de su finca, situada en el municipio de Araguar.

Los caficultores sureños no interrumpieron en Minas Gerais su marcha hacia el norte, sino que llegaron también al oeste de Bahía, un estado del noreste. Pero en Bahía no sólo se cuentan los refugiados de las heladas.

La independencia de Angola, en 1975, significó para el portugués Joao Barata la pérdida de sus cafetales y de una cosecha de 330.000 sacos. Barata se estableció en Brasil y hacia 1989 volvió a la caficultura, en Mimoso do Oeste, una localidad de Bahía.

El agricultor portugués fue calificado de "loco" por técnicos del ahora extinto Instituto Brasileño del Café, que dictaba la poltica cafetera del país. Los técnicos consideraban inadecuada para el cultivo del grano la zona elegida por Barata.

Pero éste afirma haber cosechado 66 sacos por hectárea, cinco veces el promedio nacional, gracias a la irrigación y las buenas condiciones del medio local. (FIN/IPS/mo/ff/dv/96

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