Quien pasa por la granja de Torto, donde vivió el general Joa Batista de Figueiredo, último presidente del régimen militar de Brasil, no imagina que hace 150 años hubo en esas tierras un conflicto entre indígenas Tocaninitis y Araés, que causó la fuga de la indígena Iaracuí con el hijo de Paranoá.
Esas y otras historias, que constituyen la memoria de la capital federal de Brasil, son investigadas por profesores y escritores que viven en el Distrito Federal, que intentan así recuperar el pasado para el conjunto de sus habitantes.
El historiador Olimpio Pereira Neto sostiene que el indio Paranoá fue considerado por los primeros colonizadores blancos del área en donde hoy está el Distrito Federal como una referencia.
Los nuevos habitantes utilizaban frases como "voy para el río de Paranoá" o el "lago Paranoá", recordando de alguna manera las historias que aquél protagonizó.
Hoy, Paranoá le da el nombre a una ciudad de 57.000 habitantes, a un gran lago de Brasilia, a su represa hidroeléctrica, un cine, una tienda e incluso a una empresa empaquetadora de cereales.
La profesora de la Fundación de la Educación del Distrito Federal, Helena María Ribeiro, investiga en la historia de los territorios donde luego se construiría la capital federal, y ha publicado varios libros que serán relanzados por la Cámara Legislativa proximamente.
"Los habitantes de Brasilia deben conocer mejor la ciudad, no sólo estudiar los fríos datos históricos. Tenemos un lado místico, folclórico y religioso en la historia", afirmó la escritora. (FIN/IPS/jlm/jc/cr/96