Uno de los principales efectos de la nueva Constitución de Brasil, aprobada hace ocho años, es la municipalización del poder, como lo revelaron las elecciones locales del jueves último.
Los resultados indican que el nuevo cuadro favorece a la izquierda, con sus propuestas de mayor participación popular en la gestión y dar prioridad al área social.
La llamada "Constitución ciudadana" provocó una redistribución de los ingresos fiscales, elevando la parte destinada a las municípios.
La descentralización permitió a los actuales alcaldes actuales, cuyo período de gestión concluye en diciembre, disponer de mayores recursos para inversiones.
Ello explica la popularidad de alcaldes de todas las corrientes políticas que pudieron convertirla en votos masivos para los candidatos que cuentan con su apoyo. Brasil registra en esas elecciones una ola inusitada de continuismo en las administraciones municipales.
La política brasileña, tradicionalmente dominada por los gobernadores estaduales, pasó a tener como nuevos protagonistas a los alcaldes de grandes ciudades como Sao Paulo, Rio de Janeiro, Porto Alegre, Belo Horizonte y Recife.
Los gobernadores, casi todos enfrentados a duras crisis financieras de sus estados excesivamente endeudados, perdieron poder. Pocos lograron que sus candidatos triunfaran en sus capitales eljueves o por lo menos pasaran a la segunda vuelta electoral, que se celebrará el 15 de noviembre.
Los grandes jefes políticos que conquistaron influencia en pasadas gobernaciones provinciales, como Leonel Brizola en Rio de Janeiro y Rio Grande do Sul, Orestes Quercia en Sao Paulo y Gilberto Mestrinho en Amazonas, prácticamente desaparecieron de los primeros lugares de la escena política brasileña.
El papel de la Constitución de 1988 en esos cambios políticos se confirma por la intensificación de las críticas que recibe. El ex presidente José Sarney (1985-1990), que actualmente preside el Senado, siempre la consideró fatal para la gobernabilidad del país.
"La descentralización de los ingresos produjo el deseado fortalecimiento de los municipios, pero agravó los desequilibrios presupuestarios de la Unión", consideró el ex ministro de Hacienda Mailson da Nóbrega en un artículo de prensa.
"La Constitución de 1988 nació arcaica", sentenció, al ampliar el papel del Estado en la economía y en la sociedad ignorando el "agotamiento" del desarrollo basado en la intevención estatal. Será necesaria "una generación" para superar sus "efectos nocivos", añadió.
Entre los "desastres" de la Carta, Nóbrega mencionó el sistema tributario que afecta la eficiencia y competitividad económica, y la inscripción en la Constitución de derechos laborales, especialmente de los funcionarios públicos, y de monopolios estatales.
Los resultados electorales del jueves indican una mayor división del poder local entre varios partidos, en desmedro de la hegemonía que tenía el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), ahora en decadencia.
La izquierda, debilitada en casi todo el mundo tras el derrumbe del comunismo y la expansión arrolladora de las tesis neoliberales, parecen haber descubierto en la gestión municipal el camino de su reconstrucción en Brasil.
El Partido de los Trabajadores (PT) espera duplicar el número de ciudades bajo su gobierno, llegando a un centenar.
La cifra es baja en comparación con el total de 5.507 municipios existentes en el país, pero indica una penetración mucho más amplia en el electorado nacional, porque la fuerza del partido se concentra en los centros más poblados.
Entre las 26 capitales estaduales, por ejemplo, el PT ya conquistó en la primera vuelta la alcaldía de Porto Alegre, una de las siete mayores, ubicada en el extremo sur, y disputa otras siete en las 14 en que habrá segunda vuelta.
En las grandes metrópolis, como Rio de Janeiro y Belo Horizonte, sus candidatos quedaron en tercer lugar, con cerca de 20 por ciento de los votos válidos.
Surgido en los centros industriales cercanos a Sao Paulo, el PT creció mucho en regiones antes dominadas por oligarquías locales como el noreste y el norte, observó su presidente, José Dirceu.
También el Partido Democrático Laborista, de Brizola, se expandió, aunque perdiendo en sus feudos, Rio de Janeiro y Porto Alegre. Ya tiene aseguradas dos alcaldías de capitales y disputar otras tres el 15 de noviembre.
Sorpresivamente otro pequeño partido de izquierda, el Socialista, tiene la posibilidad de conquistar hasta cuatro alcaldías en la segunda vuelta, una de las cuales es Belo Horizonte, la tercera en importancia del país. (FIN/IPS/mo/dg/ip/96