BRASIL: "Dumping financiero" vicia comercio internacional

La fruticultura es el nuevo sector de Brasil se alzó contra el "dumping financiero", representado por grandes diferencias en la financiación y tasas de interés, como un factor de distorsión de la competencia y desequilibrio en el comercio internacional.

Estados Unidos y la Unión Europea financian a 360 días sus exportaciones de frutas, exigiendo sólo carta de fianza, cuyo costo anual es de cuatro por ciento, Argentina y Chile lo hacen a ocho por ciento.

En todos los casos se concede plazos de 90 días sin ningún costo.

Sometido a tasas de interés de cinco por ciento mensual, el productor brasileño obviamente no tiene condiciones de competir con las importaciones, denuncia un documento del Grupo de Trabajo de Fruticultura, constituído por varias asociaciones del sector.

Esa desigualdad, más costos tributarios excesivos en Brasil y barreras arancelarias y fitosanitarias en mercados ricos del Norte, provocaron un aumento explosivo de las importaciones de frutas de clima templado y pérdida de mercado nacional e internacional para la fruticultura brasileña.

Las importaciones saltaron de 126,4 millones de dólares en 1993 a 192,1 millones en el año siguiente y 354,6 millones en 1995, según datos oficiales.

Este año serán de 400 a 420 millones de dólares, manteniendo el crecimiento de 13 por ciento registrado en el primer semestre, señaló Luiz Borges Junior, presidente de la Asociación Brasileña de Productores de Manzana.

"Históricamente Brasil importaba de 90 a 110 millones de dólares al año, en manzanas, peras y frutas de clima templado de consumo navideño", recordó a IPS Borges Junio, desde Sao Joaquin, en la región manzanera de Santa Catarina, en el sur del país.

Ahora las importaciones superan en cuatro veces a las exportaciones, aunque el país sea considerado el mayor productor mundial de frutas. Las ventas externas cayeron de 134 millones en 1994 a 103 millones el año pasado, cerca de uno por ciento del volumen exportado mundialmente.

Las importaciones "se convirtieron en una operación financiera, en lugar de comercial", dijo Borges. El importador obtiene ganancias enormes, al financiar su compra de 90 a 360 días, con costos financieros bajos o inexistentes, y cobrando los altos intereses internos.

Es así que el principal centro mayorista de abastecimiento de Sao Paulo trabaja hoy con 80 por ciento de frutas importadas, frente a 15 o 20 por ciento antes de 1994. Es el principal foco del dumping financiero contra la fruticultura nacional, acusó Borges.

Los fruticultores reclaman del gobierno medidas para reequilibrar la competencia, como limitar a 30 días la financiación de las importaciones, una meta ya lograda por otros sectores.

En el caso de los textiles, la medida creó graves problemas en el Mercosur, ante quejas de Uruguay apoyadas por los demás socios, con los cuales Brasil logró un acuerdo ablandando la restricción.

Las asociaciones de productores de frutas quieren también la aplicación de salvaguardias ante la invasión de frutas de clima templado, una acción diplomática más firme contra las barreras en Europa, Japón y Estados Unidos, además de mejores condiciones tributarias.

Los altos intereses y la competencia desigual con las importaciones provocaron un "endeudamiento casi irreversible" de los fruticultores ante los bancos, según el documento entregado al gobierno.

Con el elevado costo financiero, que era mucho más alto en 1994 y 1995, no hay como pagar las deudas.

"Nosotros simulamos que vamos a pagar y los bancos fingen que cobrarán", dijo Borges.

El dumping financiero afecta también a otros sectores y impide el comercio mundial en condiciones de igualdad, favoreciendo a los países ricos, con mayor capacidad de financiación a bajo costo.

Una globalización honesta deberá "globalizar también los intereses", insiste siempre Antonio Ermirio de Moraes, dirigente de Votorantim, el mayor grupo industrial privado de Brasil.

El desequilibrio en relación a Brasil es tan grande que un arancel de 70 por ciento, adoptado el año pasado para proteger la producción local de vehículos, no logró poner fin a las importaciones.

Los intereses en la venta a crédito compensan con creces ese costo adicional y, además, contribuye a una ola de desnacionalizacin de las empresas.

La simultaneidad de los procesos de apertura del mercado y de combate a una inflación crónicamente elevada, común a muchos países latinoamericanos, obligan a elevar intereses y cambio, generando esas vulnerabilidades comerciales y financieras. (FIN/IPS/mo/ag/if/96

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