El Dalai Lama, líder espiritual de Tibet, recaudó casi medio millón de dólares durante su visita a Australia, que expuso a sus seguidores en este país a ácidas críticas entre los budistas, quienes predican la generosidad y la frugalidad.
El Dalai Lama concluyó esta semana su estadía de 15 días en Australia, y su reunión con el primer ministro John Howard y con el canciller Alexander Downer provocó la previsible protesta del gobierno de China, bajo cuya administración se encuentra el territorio de Tibet.
Beijing amenazó, incluso, con trabar las gestiones efectuadas por bancos australianos para instalarse en el floreciente mercado del gigante asiático.
Pero esas protestas no mellaron la devoción de los simpatizantes australianos del Dalai Lama. El presidente del Consejo Budista de la provincia de Nuevo Gales del Sur, Graeme Lyall, se manifestó entusiasmado por la recepción de que fue objeto el sacerdote.
"Debemos agradecer a China, pues gracias a ella la visita fue un éxito. Generaron un ruido equivalente a millones de dólares de publicidad que nosotros nunca hubiésemos podido pagar", dijo Lyall.
Pero mientras las críticas de Beijing se conocían de antemano, pocos esperaban las de los budistas ortodoxos de Australia, muchos de ellos asiáticos emigrantes, apesumbrados por la abierta comercialización de la visita por parte de los organizadores locales.
El líder espiritual tibetano y sus 20 monjes asistentes llegaron al país por cortesía de Thai International Airwais, se trasladaron en vehículos prestados por Ford Motor Company y se alojaron en los hoteles cinco estrellas de la cadena Regency.
Esas tres compañías eran patrocinadoras oficiales del viaje, y sus marcas se imprimieron en los panfletos y comunicados emitidos por los organizadores.
El Dalai Lama brindó conferencias públicas, una de las cuales, en el Sydney Entertainment Center, atrajo a más de 15.000 personas. La personalidad del cálido y simpático sacerdote budista impresionó al público australiano, y muchos quizás se conviertan al budismo como consecuencia de la visita.
La tradicional "iniciación Kalachakra", que duró tres días, se realizó en el pabellón Horden del centro de espectáculos Sydney Showground, donde se programó para fines de mes una actuación del músico estadounidense Michael Jackson.
Los religiosos que atendieron a la concurrencia se comportaron en la solemne celebración religiosa como si se tratara de un concierto de música pop, según muchos asistentes.
Unos 4.000 devotos por día pagaron 22 dólares para concurrir al festival, y otros 600 se convirtieron en "benefactores" de la visita al pagar 1.200 dólares cada uno. Además, se vendieron unas 8.000 copias del disco compacto oficial de la visita, titulado "Mantra Mix", a 22 dólares cada uno.
Otras mercancías en venta fueron las camisetas con la imagen del Dalai Lama a 18 dólares, libros a un precio promedio de 30 dólares, una serie de seis casetes de audio con enseñanzas del sacerdote budista a 75 dólares y muñecas infantiles a 22 dólares.
Tsultrim Palden Dekhang, a cargo de la oficina de ambiente y desarrollo del gobierno tibetano en el exilio, con sede en India, admitió que, al principio, se sintió preocupado por la extrema comercialización de la visita.
"En países budistas, la enseñanza religiosa es gratuita. Todos saben que la iniciación Kalachara se brinda sin paga alguna desde tiempos remotos. En cierto sentido, los australianos se pasaron del límite, pero su objetivo era bueno. Querían ayudar al gobierno en el exilio", dijo Dekhang.
El dirigente reconoció que se produjeron discusiones entre el Dalai Lama y los organizadores australianos acerca del modo en que se gastarían las limosnas recaudadas durante la visita, que concluyó este lunes.
"Los budistas tibetanos, por supuesto, no pagamos nada. Pero en Tibet todo es barato y la gente tiene tiempo. Las cosas son diferentes aquí, donde todo se paga. Sin un costo, esta visita no se habría realizado", dijo Kesang Wangmo, integrante del Consejo Tibetano de Australia.
Wangmo recordó que la comunidad tibetana en Australia es el grupo étnico más pequeño del país, con apenas 100 personas repartidas por todo el continente. "Sin el apoyo de los australianos, esta visita hubiera sido imposible", agregó la dirigente.
La abrumadora mayoría de los asistentes a las actividades de la visita estaba compuesta por australianos blancos de clase media y alta.
El budismo, especialmente la secta tibetana Mahayana, tiene mucha aceptación entre personas de esa extracción social, y el mensaje contra Beijing del Dalai Lama armoniza con el pensamiento de muchos que perciben una amenaza en el creciente poder político y económico de China.
La visita del Dalai Lama también demostró las diferencias culturales entre Oriente y Occidente.
"Dana" (generosidad), "sila" (ética) y "bhavana" (meditación) son los tres pilares del budismo, pero a los religiosos ortodoxos les pareció que los organizadores del viaje no comprenden cabalmente el primero de esos conceptos.
Lyall, quien profesa el budismo hace más de 30 años, coincidió con esa percepción.
"Los occidentales no conocen el 'dana'. No alcanzan a entender que los monjes tienen que comer mañana. Pero la comunidad asiática sí lo sabe. Sabe que existen gastos. Y los pagará hasta que les duela", sostuvo Lyall.
Bourke informó que, aunque aún no concluyeron las cuentas, las actividades protagonizadas por el Dalai Lama en Australia generaron un beneficio de alrededor de medio millón de dólares.
El comité organizador acordó con el líder religioso la donación de 80.000 dólares a grupos voluntarios que prestan asistencia a la oposición en Tibet y una cantidad igual a tibetanos que residen en el extranjero.
Se prevé que otros 250.000 dólares se entregarán a grupos que prestan asistencia en materia de educación y salud a refugiados tibetanos en India y otros países.
La Fundación para la Responsabilidad Universal, fundada por el Dalai Lama después de que recibió el premio Nóbel de la paz, recibirá el resto del dinero. (FIN/IPS/tra-en/ks/kd/mj/cr ip/96