Los gobiernos del este de Asia reforzaron las medidas de seguridad para la vigilancia de sectas religiosas, tras la confesión este viernes de Shoko Asahara, líder de la secta apocalíptica Verdad Suprema, del atentado con gas sarín al subterráneo de Tokio, en marzo del año pasado.
El crecimiento de sectas y cultos religiosos en el este de Asia llena el vacío espiritual dejado por el rápido crecimiento económico de la región, destacan analistas, mientras las autoridades fortalecen la guardia.
Asahara confesó haber dado la orden para el atentado cuando sus abogados defensores se proponían enfrentar acusaciones contra un ministro de la secta. El ataque ordenado por el líder religioso causó la muerte de 12 personas y la intoxicación de 5.000.
El gurú enfrenta siete acusaciones por crímenes que incluyen, además del atentado del subterráneo, el ataque con gas sarín a un edificio de apartamentos que mató a siete vecinos, secuestros de fieles y críticos del grupo, fabricación ilegal de armas y drogas usadas en rituales.
La detención el mes pasado de Sung Chi-li, líder en Taiwan del culto taoísta Sociedad de Transmogrificación, podría ser sólo la punta del iceberg.
El culto se apropió de tierras, automóviles y millones de dólares en efectivo de varios seguidores. Sung convenció a los fieles de que poseía poderes milagrosos de sanación y el don de la ubicuidad.
En Hong Kong, líderes del culto de Zion, una secta cristiana, fueron detenidos durante el verano del hemisferio norte por promover la ingesta de peróxido de hidrógeno como medio de limpieza interna. En el centro de estas enseñanzas se encuentra la idea de que el mundo se acabará en el 1999.
China intenta controlar varios cultos que buscan llenar el espacio moral dejado por la Revolución Cultural, impuesta entre 1966 y 1976.
Lin Pentg-hsuan, experto en religiones del Instituto Nacional de Investigación Política, afirma que en Taiwan hay más de 20 cultos conocidos, con entre varios miles y hasta un millón de seguidores.
En Japón, hay unas 3.000 nuevas religiones, algunas pequeñas, otras políticamente poderosas. Estos grupos logran atraer a uno cada cinco japoneses, según una investigación de la Universidad Cristiana Internacional de Tokio.
La secta Verdad Suprema (Aum Shiniri Kyo), tenía 10.000 seguidores en marzo de 1995, cuando el gas nervioso fue depositado por un grupo de fanáticos en el subte en horas de mayor tráfico.
Pero el mayor culto local en Japón es el Soka Gakkai, fundado en 1930 como brazo de la secta budista Nichiren Shoshu Buddhist. Ahora, el grupo dice tener 10 millones de fieles, bajo el liderazgo de Daisaku Ikeda. Los desertores son perseguidos.
En Japón, Taiwan y cada vez más en China, son las personas que quedan aisladas o aliendas del milagro económico las que se acercan a los nuevos cultos, afirman analistas.
En Japón sucedió en las décadas de 1950 y 1960, en Taiwan en los años '70 y '80, y en China ocurre desde que la políticas de "puertas abiertas" permitieron un rápido crecimiento económico, a partir de mediados de los '80.
Las religiones tradicionales como el taoísmo y el shintoísmo son consideradas por muchos como pasadas de moda, irrelevantes a los problemas del presente y relativas a sociedades agrarias donde las personas vivían en familias extensas y comunidades, en lugar de llevar la vida individualista de la modernidad.
Un rápido aumento de la calidad de vida y fuertes sentimientos nacionalistas, junto a la cada vez más difundida idea de que los valores asiáticos deben ser preservados, dieron origen a cultos para quienes las religiones llegadas de Occidente presentan poco atractivo.
Sin embargo, los sociólogos señalan que muchos de estos cultos en Asia del este son una curiosa amalgama de viejas supersticiones y creencias occidentales.
De particular preocupación para las autoridades son los casos en que los líderes de cultos desarrollaron vinculaciones con partes del statu quo político.
El brazo político de Soka Gakkai, llamado Komeito, es ahora una fracción clave del principal partido opositor. En Taiwan, la atención de los medios se fijó en los posibles lazos políticos de Sung con un miembro del Partido Demócrata Progresista, quien fue filmado hincándose ante Sung hace pocos meses.
Los gobiernos regionales han comenzado a endurecer su posición ante los cultos religiosos. En Japón, el gobierno estudia declarar ilegal el culto Aum Shinrikyo, bajo la Ley contra Actividades Subversivas, de 1952. La prohibición se convertiría en la primera desde la aprobación de la ley.
El año pasado, Beijing envió circulares para interrumpir actividades de la secta afirmando que se trataba de organizaciones "antigubernamentales".
Uno de los blancos fueron los seguidores de un culto basado en Shaanxi, con 10.000 miembros en varias provincias, incluyendo Sichuan, Shandong, Yunnan y Xinjiang.
Los que más alarmó a Beijing sobre este culto, liderado por un hombre llamado Ji Sanbao, creador del movimiento en 1989, fue la forma en que criticó al gobierno por "sumir al pueblo chino en la oscuridad", y la elaborada red de comunicaciones secretas en sus "iglesias" instaladas en hogares.
Otra secta fue disuelta el año pasado y su líder, Wu Yangming, ejecutado por las autoridades chinas por violar y acosar a más de 100 mujeres bajo la protección de su culto, basado en Anhui y creado en 1991.
Las mujeres que se sumaban a la secta debían "unirse físicamente" a Wu para lograr la salvación, mientras todos los sequidores serían castigados por Dios si no entregaban a la organización un décimo de su propiedad.
El "Libertation Daily" informó recientemente que Zhou Shouhua, un "falso monje taoísta" fue detenido por estafas relacionadas a su "Sociedad Beihei Yijing Internaciones".
Otras sectas como Bei Li y Ku son vigiladas por las autoridades. La secta Bei Li predica la llegada de un nuevo salvador y urge a la gente a dejar las iglesias controladas por el gobierno para convertirse en "verdaderos cristianos".
La secta Ku insta a sus seguidores a llorar a gritos y frecuentemente, para limpiarse de sus pecados.
Desde la reconstrucción en la última década de muchos templos y altares en China, abandonados durante la era maoísta o destruídos durante la revolución cultural, muchos "cayeron bajo el control de cultos secretos", según un reciente estudio de la Oficina de Asuntos Religiosos de la provincia de Guangzhou. (FIN/IPS/tra-en/ys/cpg/lp/cr96