AMERICA LATINA: La explotación laboral tiene género femenino

En América Latina, las mujeres trabajadoras perciben un salario menor en un tercio a los varones, trabajan en promedio diez o más horas semanales y tienen empleos temporales en mayor proporción que los hombres, según estadísticas de la Organizacion Internacional del Trabajo (OIT).

A ello se añade lo que la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), denomina "segmentacion vertical" es decir la concentración de mujeres en un número reducido y determinado de sectores y ocupaciones (secretarias, maestras, enfermeras, domésticas), considerados "típicamente femeninos".

Por cada cien hombres asalariados hay 34 mujeres en la misma condicion, y en términos generales, la participación femenina en la fuerza de trabajo latinoamericana aumentó de 26,1 por ciento en 1980 a 29 por ciento hasta 1995.

Los avances a nivel de las trabajadoras "adecuadamente empleadas" han sido más bien tímidos.

En El Salvador, las mujeres que se ubican en este nivel constituyen 15,8 por ciento duplicando la situación de hace una década. En Panamá el aumento fue de 12,5 a 20 por ciento.

En otros países, como Perú, ese aumento no ha sido significativo, al pasar de 5,4 a 7,9, y en Bolivia ha habido un ingreso masivo de mujeres al mercado laboral pero a los trabajos más precarios.

Puerto Rico sí tiene de qué enorgullecerse: ostenta una de las tasas más altas de mujeres adecuadamente empleadas, 22,2, pese a que una década antes apenas figuraba en esta estadística.

En el campo las cosas marchan peor. Un estudio del Instituto Interamericano de Cooperación Agrícola (IICA), realizado hace dos años, revelo que tres de cada cuatro mujeres rurales no reciben remuneración por sus faenas agrícolas.

En los pocos casos que ello sucede, esa remuneración equivale a menos de la mitad de la que percibe un varón por la misma faena.

Si a alguien le sirve de consuelo, hay que aclarar que esta situacion no es exclusiva de las mujeres de la región.

Un informe de la OIT titulado "Más y mejores rmpleos para las mujeres" afirma que las personas desexo femenino representan 35 por ciento de la fuerza laboral mundial pero la mayoría tiene empleos precarios, mal remunerados y de débil productividad.

Aunque reconoce que ha habido progresos en cuanto a la participación laboral femenina, la OIT señala que las mujeres siguen ocupando una posición de inferioridad en el mercado laboral, especialmente en lo referente a condiciones de empleo.

El documento reconoce que las dificultades son mayores para las que son único sostén de su familia, porque se ven obligadas a aceptar empleos en condiciones mucho más desfavorables que a la larga significan una mayor explotación y la renuncia a derechos elementales.

Esto se ve muy claramente en el caso de América Latina y el Caribe, donde 20 y 30 por ciento respectivamente de hogares urbanos están sostenidos económicamente en forma exclusiva por una mujer. En el campo, la proporción suele llegar hasta 50 por ciento en países como Perú.

Gran porcentaje de esos hogares están ubicados en los estratos más pobres de la sociedad.

Así ocurre con 26 por ciento de hogares urbanos dirigidos por una mujer de San José, 34 por ciento de Ciudad de Panamá, 37 por ciento de Lima y 31 por ciento de Caracas, los cuales están considerados hogares en extrema pobreza.

La peruana Ana María Yáñez, vicepresidenta de la no gubernamental Asociación Laboral para el Desarrollo, afirma que cuanto más pobres es la mujer es más vulnerable a la explotación.

"Se debate entre la necesidad de contribuir o cubrir íntegramente el presupuesto familiar y no descuidar sus obligaciones domésticas", indica.

De allí que la maquila y el trabajo a domicilio sean las dos formas favoritas de ocupacion de las latinoamericanas.

Aunque no existen cifras totales sobre el trabajo a domicilio se sabe que es muy usado por la industria de confecciones de México, Argentina, Chile, Colombia y Perú, y está catalogado entre las formas de empleo más precarias por la falta de mecanismos de control.

En cuanto a la maquila, o industria del ensamblaje, su uso está muy extendido especialmente en Centro América, donde cobró auge a fines de los ochenta con la llegada de inversionistas asiáticos, y son todo un ejemplo de inestabilidad y explotación laboral.

En Honduras por ejemplo existen alrededor de 150 maquiladoras que dan trabajo a 60.000 personas, 90 por ciento de las cuales son mujeres. Los trabajadores tienen prohibido el derecho a sindicalización y el tiempo promedio de empleo es de dos meses.

En México se estima que las maquilas generan divisas anuales superiores a los 250 millones de dólares. El 69 por ciento de los hogares rurales de ese país basan sus ingresos en el trabajo de sus mujeres en las maquilas. En el Distrito Federal la proporción es de 25 por ciento.

Pese a todas estas dificultades, la mujer seguirá incoporándose masivamente al mercado laboral: la OIT prevé que equipararán a los hombres en la mayoría de los países industrializados el año 2000.

Tal vez en América Latina ocurra algo similar pero a costa de de una mayor precarización del trabajo femenino, prevé. (FIN/IPS/zp/dg/pr-lb/96

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