Todos los viernes, cuando sale de su clase en una universidad nocturna de la capital de Colombia, Elbert Gutiérrez vuelve rápidamente a su casa. Tiene que recoger en tanques el agua que necesitará su familia para el fin de semana.
Este sábado, declarado por la Organización Mundial de la Salud como el "Día Panamericano del Agua", su vida no se volverá diferente.
Gutiérrez vive en el barrio Amapola, del sur de Bogotá, y al igual que durante los últimos dos años no contará con el vital líquido porque la Empresa de Acueductos se lo suspende sin ninguna explicación.
Gutiérrez paga en promedio nueve dólares por el consumo mensual de agua potable, pero César López, que vive en un barrio del sur del desértico departamento de la Guajira (norte de Colombia), debe pagar 40 dólares al carro-tanque que le lleva la misma cantidad, porque en su barrio no hay servicio de acueducto.
Gutiérrez y López forman parte del 50 por ciento de la población urbana de Colombia y el 90 por ciento de la rural que pese a vivir en uno de los países con mayor disponibilidad del recurso hídrico en el mundo no cuentan con un buen servicio de agua potable.
Estudios del Instituto de Hidrología, metereología y Estudios Ambientales (Ideam) indican que la oferta hídrica de Colombia es de 58 litros por segundo por kilómetro cuadrado, cifra tres veces superior al promedio sudamericano, de 21 litros, y seis veces mayor a la de la disponibilidad mundial, de 10 litros.
Pero aunque estas cifras indican abundancia, diferentes factores afectan el acceso de los 36 millones de habitantes del país al recurso hídrico.
Uno de ellos es la contaminación de los cursos de agua, que según estudios de los ministerios de Salud y de Medio Ambiente, es causada en su mayor parte por los residuos tóxicos generados por la agricultura.
En Colombia se vierten diariamente 1.800 toneladas de carga orgánica de origen doméstico y 500 toneladas de carga orgánica industrial.
Igualmente, la infraestructura para descontaminación es tan precaria que no llega a beneficiar a dos por ciento de la población.
El recurso hídrico también sufre contaminación en menor grado por el atraso en la cobertura del servicio de alcantarillado y la baja inversión en el tratamiento de aguas residuales.
Según cifras preliminares del último censo (1993) el promedio nacional de la cobertura para el servicio de alcantarillado es de 71,5 por ciento para la población urbana y de 19,5 por ciento para la rural.
Igualmente, por el mal estado de las redes de conducción se pierde más de 25 por ciento del agua que se potabiliza y unas 500 plantas de tratamiento (cerca del 50 por ciento de las existentes) son obsoletas.
La oferta se ve afectada también por el hecho de que las administraciones locales y las empresas prestadoras del servicio no realizan las inversiones necesarias para reducir las pérdidas que se registran por el mal estado de las redes de distribución y no recaudan los consumos facturados.
A estos indicadores "inaceptables de gestión" de las empresas prestadoras del servicio, el ministro de Desarrollo, Orlando Cabrales, agrega "los malos hábitos de los ciudadanos", que utilizan incorrectamente el agua.
El diagnóstico llevó al Ministerio de Desarrollo a iniciar una acción estratégica denominada "La cultura del agua".
En opinión de Cabrales, la estrategia está encaminada al uso racional de este recurso, a una mayor recaudación de la cartera, a la promoción de la eficiencia en la prestación del servicio y al uso de tecnologías adecuadas a cada contexto.
Sin embargo, para el ambientalista Alvaro Soto, más que la ineficiancia de la gestión pública, lo que está poniendo al agua como "un recurso en crisis" es la deforestación que se registra en las cuencas hidrográficas.
Luz Mondragón, directora de agua potable y saneamiento básico del Ministerio de Desarrollo, responde que sólo tres de los 1.200 municipios del país han presentado proyectos para reforestar cuencas.
Un mapa indicativo de las áreas forestales, elaborado por el gubernamental Instituto geográfrico Agustín Codazzi, indica que para mantener el equilibrio de los ecosistemas en el país es necesario reforestar 83 millones de hectáreas.
Según el documento, en Colombia se deforestan anualmente 600.000 hectáreas y sólo se reforesta el uno por ciento, lo que esta llevando al país a un proceso de desertización que ya se manifiesta en algunas regiones y puede agudizarse en el próximo siglo.
Uno los ecosistemas sobre los que se ha llamado la atención es el del llamado Macizo Colombiano, localizado al sur, a 3.500 metros sobre el nivel del mar, y en el que nacen cuatro ríos que surten de agua a 70 por ciento de la población del país.
El macizo cubre una extensión de 186.619 hectáreas localizadas en cinco departamentos por los que corren los ríos Magdalena (el más extenso) Cauca, Patía y Caquetá.
En opinión de expertos de la Corporación para el Desarrollo del Cauca, el corte y comercio de leña como fuente de energía y de ingresos domésticos es uno de los factores que más ha incidido "en la disminución del bosque andino que ha descompensado el aporte del macizo a los reservorios de agua". (FIN/IPS/yf/jc/en