/AMBIENTE/: Indígenas no son reliquias del pasado

Hechos de sangre, robos y la explotación ilegal de bosques en parques nacionales de Colombia, Argelia e Indonesia evidencian la falta de protección de los pobladores indígenas de esas zonas, advirtió un experto ambientalista.

Stephen Doempke, director del capítulo berlinés de la Federación Alemana para la Protección de la Naturaleza, aludió al asesinato de indígenas arhuaco en Colombia para ilustrar la necesidad de asegurar en los hechos los derechos que la ley reconoce a las poblaciones aborígenes.

También mencionó el saqueo de pinturas rupestres de 10.000 años de antigüedad perpetrado por turistas en la meseta argelina de Tassili N'Ajjer y la actividad maderera ilegal en la isla indonesia de Siberut.

Las montañas boscosas de la costa colombiana habitadas por los arhuaco, la isla de Siberut y la zona de Tassili N'Ajjer están reconocidas como áreas naturales de importancia global por el programa del Hombre y la Biosfera (MAB), un proyecto especial de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

El programa MAB fue creado hace 20 años, con el propósito de concentrar la atención internacional sobre la mayor cantidad de ecosistemas como fuera posible.

De las 108 reservas clasificadas hasta la fecha, 34 han sido durante siglos hogar de indígenas, incluyendo los parques nacionales mencionados de Argelia, Colombia e Indonesia.

Doempke cree que los problemas de esos tres parques de deben a que sus administradores no han dado participación ni protegido a la población indígena local.

"Con pocas excepciones, esos sitios son considerados testigos de culturas del pasado, y no de culturas vivas de pueblos de la actualidad", señaló Doempke, que acaba de publicar un estudio sobre el impacto de las reservas de biosfera en las poblaciones indígenas.

"Los parques (colombianos) sólo existen en el papel para sus directores, que viven en Bogotá", dijo Guillermo Rodríguez, de la Fundación Pro-Sierra Nevada, radicada en la ciudad de Santa Marta.

Los directores "hablan de los animales y plantas de los parques, y no toman en cuenta que allí viven hombres y mujeres. Podrían aprender de los indígenas, pues éstos saben cómo manejar el delicado ecosistema" que habitan, observó Rodríguez.

Los derechos de los indígenas sobre sus territorios, reconocidos por la Constitución de Colombia, no son respetados por los narcotraficantes ni por campesinos pobres que ocupan la zona.

Oficiales el ejército colombiano se han unido a escuadrones de la muerte organizados por los narcotraficantes para perseguir a los arhuaco, aseguran los ambientalistas. Un dirigente arhuaco fue encontrado muerto en septiembre, con claras señales de tortura.

Los mandos militares arguyen que los indígenas ayudan a los guerrilleros que operan en el área.

Al otro lado del mundo, en la distante isla de Siberut, situada al oeste de Sumatra, en Indonesia, la policía ha sido acusada de respaldar intereses externos contra la población local.

La prohibición gubernamental de tala de bosques, decretada hace cinco años, ha sido ineficaz, pues la policía de Siberut protege a los madereros ante la población mentawai, que intenta preservar la floresta, aseguró Doempke

Los madereros clandestinos llevan su carga al puerto de Padang, en Sumatra, y una vez procesado, el producto final es exportado a Alemania, Francia, Gran Bretaña, Holanda y Hong Kong.

Mientras, en el norte de Africa, los turistas han sido responsabilizados del robo y destrucción de pinturas prehistóricas en el parque nacional de Tassili N'Ajjer, situado en el sur de Argelia, donde viven los nómades tuareg.

Doempke afirma que la Oficina del Parque Nacional de Tassili N'Ajjer se rehúsa a emplear a nadie que no supere determinadas pruebas de aptitud, un hecho que excluye a los tuareg, aunque nadie conoce mejor el lugar que ellos.

Como consecuencia, los funcuionarios no pueden controlar a los 200 turistas que en promedio ingresan diariamente en el área sin autorización oficial. Algunos roban pinturas rupestres que, según se cree, se remontan a la época en que el desierto del Sahara era aún fértil.

Bashir Kadik, director general de la gubernamental Asociación Nacional para la Conservación de la Naturaleza, de Argelia, asegura haber hecho lo posible por reclutar tuaregs "competentes" para la protección del parque, aunque sin resultado.

"Empleamos a los tuareg como guías. Pero para administrar un parque es necesario una capacitación especial, y los tuareg se niegan a incorporarse al sistema de educación", dijo Kadik a IPS.

Los ambientalistas argelinos no aceptan esa explicación. Según ellos, el problema consiste en que los parques han sido puestos bajo responsabilidad de habitantes de las ciudades que no entienden el modo de vida nómade de los tuareg. (FIN/IPS/tra- en/pc/pz/ff/en pr/96

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