La secretaria general de la Cumbre Alimentaria que se celebrará en noviembre pidió a los gobiernos que mantengan cerrados viejos debates sobre la declaración ya acordada, especialmente en lo que refiere a comercio.
Kay Killingsworth dijo que el lenguaje de la Declaración de Roma debe reconocer la importancia del comercio para asegurar la seguridad alimentaria mundial, sin permitir que en la Cumbre sea utilizado como foro para confrontar detalles de pactos comerciales.
El borrador de la declaración considera a la liberalización comercial una garantía de acceso universal a la alimentación.
Aun antes de que empiece, la reunión que se celebrará entre el 13 y el 17 de noviembre en Roma, organizada por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), ya cosecha críticas entre organizaciones no gubernamentales.
Los activistas consideran que el borrador de la Declaración de Roma no toca aspectos fundamentales del problema, como la liberalización comercial poco equitativa y el peso de la deuda externa, que constituyen, afirman, causas de pobreza y hambre.
Killingsworth sostuvo que la Cumbre Alimentaria no deberá reabrir debates ya cerrados en la Organización Mundial de Comercio (OMC), lo cual, dijo, sería un "completo ardid" y generaría "confusión".
Los acuerdos comerciales vigentes en el marco de la OMC subyacen en los borradores de la Declaración de Roma y el Plan de Acción, ambos aún en discusión, dijo.
"El Plan de Acción que se apruebe debe respetar los acuerdos alcanzados por los gobiernos en otros foros y no debe reflejar esas discusiones. El texto debe adecuarse a las diferentes preocupaciones sin reabrir debates que ya se realizaron en otras instancias", afirmó Killingsworth.
"Lo realmente importante es reconocer que el comercio es un elemento muy importante de la seguridad alimentaria", agregó la funcionaria.
Los delegados de los países se reunirán en Roma a finales de octubre para allanar las diferencias que aún persisten en la Declaración de Roma y el Plan de Acción.
Todavía no se acordó un compromiso para reducir la malnutrición crónica a la mitad de las cifras actuales en el 2010.
Killingsworth reconoció diferencias "con los países de bajo ingreso" en materia comercial, pero sostuvo que se podrían adoptar medidas de respaldo a naciones golpeados por el acuerdo final de la Ronda Uruguay del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT) en 1992.
Los países de bajo ingreso y con déficit alimentario que pretenden un debate más amplio sobre cuestiones comerciales en Roma.
Martin Roberts, activista del Grupo Alimentario del Reino Unido, una coalición de 22 organizaciones no gubernamentales británicas, teme que largos fragmentos de los documentos no serán aprobados hasta el último minuto de la cumbre.
Roberts sostuvo que América del Norte y la Unión Europea pretenden que las negociaciones de la Cumbre Alimentaria no aborden las cuestiones que considerará la reunión ministerial de la OMC que se celebrará en diciembre en Singapur.
Para muchos, recordó el activista, esta posición se debe a que ambas regiones poseerán mayor poder de negociación en esa instancia.
"Se sabe desde hace algún tiempo que la Cumbre Alimentaria no será una conferencia de compromisos", dijo a IPS Jacques Vercueil, jefe del Sector de Desarrollo Agrícola y Económico del Departamento Social y Económico de la FAO.
En lugar de crear nuevas instituciones, la cumbre deberá "generar un estado de alerta hacia la situación de hambre en el mundo", agregó Vercueil.
La reunión también será la mejor oportunidad en años para que se preste atención a las organizaciones no gubernamentales que trabajan en materia de alimentación, sostuvo el funcionario.
Aunque la producción de alimentos aumenta desde 1945, unos 800 millones de personas, la séptima parte de la humanidad, sufren hambre, según la FAO.
La FAO alertó que la actual escasez de cereales constituye una amenaza de futuras crisis alimentarias, a menos que se mantengan las existencias de pescado, se proteja la tierra fértil y se desarrollen técnicas agrícolas sostenibles.
Los países más pobres del mundo debieron pagar 4.000 millones de dólares este año para importar cereales que les permitieran cubrir la caída de las cosechas, dijo Killingsworth.
De los 200 jefes de estado y de gobierno invitados a la Cumbre, 100 confirmaron su presencia en la Cumbre, agregó. (FIN/IPS/tra- en/dds/rj/mj/dv/96