AFGANISTAN: Indignada pero cautelosa reacción mundial

La organización defensora de los derechos humanos Amnistía Internacional (AI) se colocó esta semana en el frente de lucha contra la política lanzada en Afganistán por la triunfante milicia islámica Talibán, aunque pudieron advertirse pequeñas fisuras cautelosas en la reacción del mundo exterior.

La institución humanitarista que tiene sede en Londres acusó a Talibán de imponer un "reino del terror" en las calles de Kabul y exhortó a quienes tengan influencia sobre los militantes de la guerrilla ahora gobernante, a que insistan en la urgencia de respetar los derechos fundamentales de la persona humana.

Aunque AI no nombró a ningún país, el portavoz de la organización en la capital británica, Mark Ogle, dijo que Pakistán y otros países de la región con influencia sobre Talibán deberían ejercer de inmediato la presión de que son capaces.

La comisaria de la Unión Europea para ayuda humanitaria, Emma Bonino, se sumó al pedido de AI exigiendo el fin de lo que llamó "el silencio mundial" sobre la situación que impera en Afganistán en materia de derechos humanos y en particular en el caso de las mujeres.

"La reacción de Estados Unidos ha sido sorprendentemente suave", dijo Bonino, quien acusó a Washington de doble discurso.

"Si Irán o Sudán hubieran actuado de la misma forma habrían sido condenados rápidamente", agregó la comisaria europea, quien pidió a "las mujeres con influencia en la comunidad internacional" que tomen cartas en este asunto.

Un alto funcionario asistencial de las Naciones Unidas dijo a la prensa en Kabul que en su opinión los cooperantes de la ayuda internacional aún pueden trabajar con el nuevo régimen.

"Cuanto más diálogo tenemos con ellos, más disminuyen nuestros temores", explicó el funcionario Terry Pitzner, pese a que la mayoría de los proyectos de asistencia siguen suspendidos por el momento.

Pitzner añadió que un grupo de organizaciones humanitarias está preparando una declaración -que este sábado será enviada a Talibán- en la que se pone énfasis en "nuestra solidaridad en materia de derechos humanos y con el derecho de la mujer a trabajar".

Algunos expertos islamistas sostienen que las estrictas reglas impuestas por Talibán son un fenómeno político propio de la inmediata posguerra, que obedece a la necesidad que esa milicia tiene de afirmar su gobierno y enfrentar la resistencia que todavía ofrecen las fuerzas afganas en otras zonas del país.

"Bajo el Islam las mujeres pueden estudiar, trabajar, practicar deportes y muchas cosas más", advirtió Abdel Latif Barghouthi, prefesor de Literatura Arabe en la Universidad Birzeit de Palestina. "Unicamente no pueden actuar de forma que permita a otros desprestigiar su honor".

Talibán instruyó a las mujeres afganas que no fueran a trabajar, pero que las funcionarias del gobierno recibirán su salario hasta que sus tareas sean reorganizadas para evitar contacto con los hombres.

Además, las mujeres sólo podrán aparecer en público ataviadas con el "burqa", que las cubre de la cabeza a los pies.

Los nuevos gobernantes advirtieron que las infractoras serán objeto de los castigos -no especificados- que derivan de la ley islámica (sharia).

Barghouthi sostuvo que esta política no podrá durar mucho tiempo. "Están colocando al Islam al servicio de sus propósitos políticos. Estas medidas concitan apoyo a la revolución apelando al elemento masculino".

El académico argumentó que las culturas islámicas asocian el honor de los hombres con la pureza de las mujeres.

"Talibán debe dar pruebas de su honor -y por lo tanto la justicia de su causa- aplicando reglas que mantengan la puerza de la mujer".

"Se trata de una perspectiva realmente conservadora e ignorante, y no creo que pueda ser observada sistemáticamente después de la revolución", añadió Barghouthi.

El grupo Mujeres Bajo la Ley Musulmana afirmó, sin embargo, que las escuelas femeninas están cerradas en Herat desde septiembre de 1995, cuando Talibán tomó la ciudad. Lo mismo ocurrió en Jalalabad, a partir del 13 del mes pasado, cuando la guerrilla ocupó la villa.

Tanto este grupo como AI y el propio Barghouthi, atribuyeron a los países islámicos vecinos de Afganistán la responsabilidad de presionar sobre Talibán para que se reconozcan y respeten los derechos humanos. (FIN/IPS/tra-en/ao/dds/dho/rj/arl/ip/96

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