Los gobernantes de Venezuela aparecen en guardia contra una nueva "borrachera" con los dólares extras que ingresarán este año a su economía, producto de los imprevistos altos precios del petróleo.
El ministro de Energía, Erwin Arrieta, dijo que Venezuela obtendrá este año entre 2.500 y 3.000 millones de dólares adicionales a los 14.500 millones que, a comienzos de año, había calculado obtener por exportaciones de petróleo.
El ingreso petrolero se vio favorecido por precios sostenidos al alza durante todo el año, aún durante el verano, en los países consumidores del Norte industrial, y desde fines de agosto recibieron el empujón del conflicto entre Washington y Bagdad.
Arrieta reconoció que "la gente teme que vayamos a reeditar la época de la primera borrachera petrolera de hace 20 años", pero sostuvo que eso no sucederá porque "en el gobierno existe el concepto de pichirrez, tacañería, celo y rigidez".
Venezuela recibió ingresos petroleros extraordinarios en 1974- 1977, en 1979-1980 y nuevamente durante la Guerra del Golfo de 1990-1991, con uso en las tres oportunidades del dinero en gastos corrientes y de inversión que luego no pudieron sostenerse cuando descendieron los precios del crudo.
El gobierno de Rafael Caldera estableció que los ingresos petroleros extras se destinarán al pago de la deuda pública, interna y externa, pero durante una semana batallaron en el gabinete los partidarios de también atender la "deuda social".
El mismo Arrieta opinó en medio del debate que "si me ponen a escoger entre una deuda que tenga yo con los trabajadores venezolanos y otra con los banqueros extranjeros, la prioridad se la daría a mis paisanos".
Ello porque en el gabinete se discutió si algunos pasivos laborales del sector público debían atenderse con los recursos extraordinarios.
Janet Kelly, directora del tecnocrático Instituto de Estudios Superiores de Administración, advirtió que "destinar todo el ingreso extra a pagar deuda externa no tiene por qué ser el mejor negocio, porque se trata de acreencias con intereses bajos".
En cambio, la deuda interna se hace gravosa por las altas tasas domésticas de interés, "por lo que creo que lo mejor sería destinar una porción al pago de deuda externa, otra a la interna y una tercera a otras obligaciones".
El ministro de Hacienda, Luis Matos, planteó destinar una fracción de los ingresos extras a recapitalizar el Instituto de los Seguros Sociales, cuyos fondos de pensiones están agotados luego de décadas de uso de sus recursos para otros gastos.
Jorge Serrano, presidente del mayor gremio de empresarios, quienes proponen cerrar el Instituto y crear otro sistema de seguridad social, de inmediato demandó que el gobierno se abstuviese de "echar dinero a ese saco sin fondo" y pidió usar los ingresos adicionales sólo para pagos de deuda.
El ministro de Planificación, Teodoro Petkoff, ex candidato presidencial socialista y principal difusor del programa de ajustes de corte neoliberal implantado en abril, fue quien más se batió en defensa de que el dinero extra sólo sirva a la deuda.
"El programa de ajustes continuará así el petróleo llegue a 1.000 dólares por barril", dijo Petkoff, pues "el país no puede vivir pendiente de un kino (forma de lotería) ni de toques de suerte. No vamos a volvernos locos, no cambiaremos el rumbo y seguiremos con la disciplina fiscal".
Paradójicamente, la afirmación de Petkoff se produce en medio de denuncias sobre uso de aviones del Estado para fines privados por algunos de sus colegas en el gabinete económico, lo que según el diario caraqueño El Nacional es contradictorio con la austeridad que se reclama al resto de los venezolanos.
Desde abril, los venezolanos debieron apretarse aún más el cinturón (80 por ciento vive en la pobreza) al lanzarse el plan que quintuplicó los precios de la gasolina, devaluó la moneda, aumentó los impuestos y liberó precios, tasas y tarifas.
En auxilio de Petkoff, voces como el dirigente opositor socialcristiano Agustín Berríos dijeron que con los nuevos ingresos "está en peligro la Agenda Venezuela", nombre que el gobierno dio al plan de ajustes, y pidieron sostnerla.
También el nonagenario escritor Arturo Uslar Pietri advirtió que el alza del precio del petróleo por el conflicto Estados Unidos-Iraq "es la peor buena noticia que ha recibido Venezuela en los últimos años".
"Se corre el riesgo de que la transitoria abundancia, que nada tiene que ver con la real capacidad económica del país, postergue la necesidad de un ajuste fiscal y de desmontar el enorme aparato burocrático del Estado", dijo Uslar.
El gobierno, finalmente, resolvió el fin de semana represar todo el ingreso adicional en un fondo que manejará el Banco Central, para destinar los recursos a pago de deuda evitando que ingresen al casi desbordado torrente monetario interno.
Entretanto, se aguarda que el parlamento discuta en octubre una ley de rescate de la deuda externa, mediante un fondo que actuaría con los recursos represados.
Venezuela debe al exterior 38.000 millones de dólares: 27.000 millones la República, 4.500 millones el grupo estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), y el resto el sector privado. La deuda pública interna se cifra en 6.000 millones de dólares.
El servicio de la deuda representó 34 por ciento del presupuesto de 1995 y era de 40 por ciento este año, pero disminuyó porque con mayores ingresos por impuestos y ventas petroleras, el gobierno rehizo el presupuesto de 9.000 millones de dólares (al cambio actual) a 13.000 millones.
El aporte fiscal de PDVSA se calculó inicialmente sobre un precio base de 14,40 dólares el barril de petróleo, y se estableció que al gasto corriente sólo podrían ir los ingresos conseguidos con un precio 30 centavos superior.
Luis Giusti, presidente de PDVSA, estimó que, vendido el petróleo a más de 21 dólares por barril la última semana, el precio promedio para 1996 será de 17 dólares, o más.
Esa diferencia implica ingresos adicionales de 2.500 a 3.000 millones de dólares, que servirán "para aliviar un poquito el peso de la deuda sobre los venezolanos", según Petkoff. (FIN/IPS/hm/jc/if-en/96