La migración hacia la capital en busca de empleo ha hecho de Dar es Salaam el centro urbano más congestionado de Tanzania, forzando a la municipalidad a ordenar que la policía limpie las calles de vendedores ambulantes.
De la mañana a la noche, los comerciantes informales ocupan las estrechas calzadas de la ciudad, ofreciendo desde goma de mascar hasta herramientas de mano, pasando por comidas guisadas, aparatos electrónicos y alfombras persas.
Las autoridades municipales solicitaron recientemente a la policía que se encarge de terminar con esa situación. Para los funcionarios, el ejército de vendedores que atestan las calles, obligando a conductores y peatones a maniobrar entre ellos, no es más que una molestia.
Por el contrario, el comercio callejero se ha convertido en una importante estrategia de sobrevivencia y un generador de ingreso en las pobres comunidades de las ciudades de este país.
Si bien muchos han estado en las calles varios años, otros son recién llegados, en parte debido a las políticas de reducción del personal de las oficinas públicas y venta de empresas estatales.
Las últimas operaciones de despido de funcionarios, en julio de este año, costaron el empleo a 35.000 personas. El gobierno piensa despedir a otros 10.000 este mes, como parte de un plan para prescindir de 50.000 empleados de forma gradual.
Los ex funcionarios se han unido a los miles de migrantes de las áreas rurales, que tampoco han podido encontrar empleo.
"Vé a Dar es Salaam y te harás rico", solían decir los jóvenes que emigraron del campo a la emergente capital a principios de los años 60.
Sylvester Ngallaba, demógrafo que trabaja en la Oficina de Estadística del gobierno, dijo a IPS que Dar es Salaam es, entre todos los centros urbanos del país, el que más migraciones atrajo por la perspectiva de conseguir un empleo.
La población de la ciudad no llegaba a 200.000 personas hace 30 años, pero ahora llega a 2,5 millones y sigue creciendo, aunque no tan rápidamente.
"No podemos regular el flujo de migrantes, simplemente porque carecemos de un mecanismo que permita hacer eso", dijo Ngallaba.
"Los que encontraron un empleo permanente optaron por una instalación definitiva y formaron familias en la ciudad", añadió. Pero señaló que muchos de los hijos de los primeros migrantes carecen ahora de un trabajo, lo mismo que le ocurre a los recién llegados del campo.
No se conoce el número de desempleados que hay en la capital y en el resto del país, ya que no existe ese tipo de estadística.
Pese a que las autoridades municipales intentan que los vendedores ambulantes abandonen las calles y regresen a sus aldeas, Ngallaba predijo que esa gente ya no dejará la ciudad.
"La única manera de terminar con este problema es diversificar la infraestructura socioeconómica del país para detener la corriente de jóvenes sin trabajo de las áreas rurales hacia los centros urbanos", afirmó el demógrafo. (FIN/IPS/tra-en/ar/kb/arl/pr/96