SUDAFRICA-EUROPA: Bruselas opta por relaciones de reciprocidad

La Comisión de la Unión Europea (UE) se opuso a que el Banco Europeo de Inversiones (EIB) conceda a Sudáfrica un préstamo multimillonario para su proyecto de construir una nueva planta siderúrgica en Ciudad del Cabo.

De acuerdo con las normas que rigen al EIB, todos sus préstamos deben recibir el previo respaldo de la Comisión. De todas formas, la contribución europea no llegaría a cubrir ni cinco por ciento del costo total del proyecto.

Según fuentes de UE, la Comisión integrada por 20 miembros independientes ya ha formado criterio contra el préstamo de 78 millones de dólares que Sudáfrica pensaba recibir del EIB, por temor a que la nueva fábrica empeore la saturación del mercado mundial de acero.

El EIB tenía planes para prestar a Sudáfrica esa cantidad, que Pretoria pensaba aplicar a la ejecución de su nuevo proyecto siderúrgico en Saldanha Bay, al norte de Ciudad del Cabo.

Las fuentes comunitarias consultadas dejaron entrever que la Comisión basó su parecer en razones de "competencia internacional". Un funcionario argumentó que "resulta difícil justificar un préstamo a una empresa siderúrgica sudafricana al mismo tiempo que se fuerza el cierre de las plantas europeas".

El mismo funcionario recordó que existe un exceso de capacidad productiva en el mercado mundial del acero, un hecho que también fue argumentado en contra del préstamo sudafricano.

La Comisión acusó el temor de que el acero producido por la futura planta de Saldanha Bay, con una capacidad estimada en 1,2 millones de toneladas al año, sea ofrecido en el mercado mundial.

Esas exportaciones, según la Comisión, agravarían la caída de los precios internacionales y complicarían aún más la situación ya difícil de los productores europeos.

Una fuente comunitaria comentó que esta negativa de la Comisión confirma la opinión de que Sudáfrica debe aceptar el principio de reciprocidad en sus relaciones con Europa.

Los años de desarrollo económico bajo el sistema del apartheid dejaron al país en situación aventajada en comparación con otras naciones africanas potencialmente más ricas, según los analistas.

"Cuando hablamos de Sudáfrica nos referimos a un mercado realmente desarrollado", comentó Jill Insley, un analista independiente residente en Londres. "Su desarrollo se ha extendido a lo largo de mucho tiempo. No se trata para nada de un mercado emergente sino ya claramente emergido".

"La diferencia clave en Sudáfrica consiste en que ese país tiene una infraestructura propia del Primer Mundo en materia de finanzas, banca, carreteras o comunicaciones", señaló Tew Jones, director de investigación del Fondo para las Investigaciones, una firma sita en Londres.

"La mayoría de la gente entiende que Sudáfrica no es un país en desarrollo en el sentido tradicional de la palabra", agregó un experto de Bruselas. "Por lo tanto, no existen razones por las que no deba someterse a las reglas normales de competencia".

Algunos círculos señalaron, sin embargo, que la negativa de la Comisión puede ser juzgada contraria a su proclamado propósito de promover el rápido crecimiento económico de Sudáfrica.

"Esta posición podría ser malentendida, como si fuera reflejo de una falta de apoyo de la UE a Sudáfrica", comentó un diplomático africano. "La Comisión se coloca en una posición muy riesgosa".

"Cómo podríamos justificar el apoyo a la producción de Sudáfrica si denegando cada día los pedidos de ayuda de nuestros productores de acero", dijo un diplomático europeo.

No todos, sin embargo, piensan lo mismo en Bruselas. Ha trascendido que el comisario que en la Comisión tiene a su cargo la cartera de Desarrollo, el portugués Joao de Deur Pinheiro, no habría compartido el punto de vista de sus colegas.

"El comisario Pinheiro lamenta que la UE no pueda ser más coherente", dijo un funcionario, en referencia al criterio de "coherencia", que supuestamente se propone evitar que una política de la Unión contradiga u obstruya los objetivos de otra.

Ben Jackson, director del grupo de presión Acción por Africa Meridional, sostuvo que las barreras comerciales de la UE bloquean el ingreso de productos sudafricanos al mercado europeo e impiden la creación de empleo para millones de desocupados, neutralizando el esfuerzo por cubrir las necesidades básicas.

Sudáfrica se ha propuesto aumentar en 10 por ciento sus exportaciones -sin incluir el oro- para el año 2000, con una tasa de crecimiento de la economía de seis por ciento anual, y la creación de 400.000 empleos por año. Los préstamos y la inversión de la UE son esenciales para alcanzar estas metas.

Esta misma cuestión se encuentra también detrás de la polémica decisión que tomó la UE, de no conceder a Sudáfrica el derecho a convertirse en miembro pleno de la Convención de Lomé, el acuerdo preferencial de comercio y cooperación que vincula a la Unión con 70 países de Africa, el Caribe y el Pacífico, los países ACP.

El comisario Pinheiro recibió, en cambio, instrucciones de negociar un acuerdo de libre comercio con Sudáfrica, otorgándose al país austral sólo un acceso parcial a las ventajas de que disfrutan los países de la Convención de Lomé. (FIN/IPS/tra-en/si/rj/arl/if/96

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