Las inversiones de multinacionales occidentales y contrabandistas de la mafia en el multimillonario negocio del tabaco están en crecimiento en el sur de Europa central.
El tabaco es uno de los mayores vicios de la región. Los fumadores de Rumania, que constituyen más de un cuarto de la población, consumen 21.000 millones de cigarrillos al año, mientras en Belgrado, la capital de Serbia, se consumen cerca de 20 millones al día.
Una gran mafia alimenta esta arraigada adicción a la nicotina transportando y distribuyendo cigarrillos ilegalmente mediante agentes serbios y sus contrapartes en Rumania, Bulgaria y Macedonia.
El efecto es devastador en términos de salud, de presión extra sobre los definanciados servicios hospitalarios y de ingresos fiscales perdidos.
La Asociación Yugoslava de Productores de Tabaco (The Tobacco Fund) afirmó que su país está perdiendo unos 206 millones de dólares al año en impuestos no pagados sobre cigarrillos.
Esta cifra equivale a 18 por ciento del presupuesto federal de 1996 para la República Federal de Yugoslavia (Serbia y Montenegro), y casi cuadruplica el presupuesto nacional de salud de Rumania (57 millones de dólares).
El gobierno de Rumania fijó en mayo nuevos impuestos a los cigarrillos en un esfuerzo por combatir el tráfico masivo, la evasión fiscal y la falsificación, pero las altas cargas fiscales, de hasta 300 por ciento en algunos cigarrillos importados, no hacen más que estimular el contrabando.
El "rey" de los traficantes rumanos, el sirio Zaher Iskandarani, fue detenido el pasado octubre por el supuesto contrabando de 5.700 millones de cigarrillos, y este año 29 marineros fueron degradados por intentar traficar 1,8 millones de cigarrillos luego de un ejercicio de la OTAN en Grecia.
Pero en Serbia, la policía ignora a los traficantes. "Es difícil concebir que no se ven los camiones que diariamente ingresan a Yugoslavia unas 40 toneladas de cigarrillos", comentó el semanario independiente Nin, de Belgrado.
El contrabando también está arruinando a los fabricantes locales. El gerente de The Tobacco Fund, Svetozar Zlatkovic, estimó que por cada paquete de cigarrillos importados vendido legalmente en Serbia se venden dos de contrabando.
En diciembre de 1995, unas 625 toneladas de cigarrillos nacionales fueron vendidas por canales legítimos, mientras unas 1.482 toneladas se comercializaron en el mercado negro, según cálculos de Zlatkovic.
Como resultado, la industria serbia del tabaco trabaja a 60 por ciento de su capacidad y 1.500 trabajadores fueron despedidos el año pasado, agregó el empresario.
"El Estado recaudó ocho millones de dólares en impuestos sobre el tabaco en diciembre, pero al mismo tiempo perdió 19 millones de dólares en impuestos no recaudados sobre el mismo producto", destacó.
"La enorme cantidad de dinero que fluye directamente hacia la mafia del tabaco perturbaría a cualquier país normal. Sólo este gobierno permanece indiferente al hecho de que su presupuesto carece de los fondos necesarios para la educación, la salud y las pensiones", publicó el periódico Nin.
Detrás de los contrabandistas vienen las multinacionales occidentales, forzadas a procurar nuevos mercados debido a demandas judiciales masivas y mayores restricciones al tabaquismo en sus propios países. La semana pasada, el presidente estadounidense Bill Clinton declaró droga adictiva a la nicotina.
Europa central atrae a las multinacionales por la actitud despreocupada de su población respecto de la amenaza que representa el tabaquismo para la salud.
La gigante estadounidense del tabaco R.J. Reynolds instaló una fábrica cerca de Bucarest el año pasado, en parte como respuesta a las altos aranceles de importación.
Además, la firma griega Papastratos proyecta invertir cuatro millones de dólares para modernizar una planta de cigarrillos en Iasi, una ciudad cercana a la frontera de Grecia con Moldova. (FIN/IPS/tra-en/mc/vpz/bb/jmp/mom/rj/ml/if-he/96