/REPETICION/ BOSNIA: Voto étnico hundirá esperanzas de reconciliación

El voto en bloque de los grupos étnicos en las elecciones a realizarse dentro de 11 días en Bosnia- Herzegovina consagrará la división del país y el hundimiento de las esperanzas de reconciliación y democratización promovidas por los acuerdos de paz de Dayton.

Las elecciones fueron previstas en los pactos firmados en la ciudad estadounidense de Dayton como el tercero de los grandes pasos hacia la reconstrucción y la democratización de Bosnia- Herzegovina, luego del cese del fuego y de la retirada de las tropas del frente de guerra.

Pero el proceso no parece conducir a la reversión de los devastadores efectos en Bosnia de las políticas nacionalistas, sino a la coronación de esas mismas políticas y de sus objetivos.

Precedido de numerosos problemas de organización, implementación y tiempos, el voto tendrá un impacto opuesto al buscado.

En efecto, confirmará la distribución de la población en grupos étnicos y legitimará a los partidos políticos y aún a dirigentes responsables de la guerra.

Dado que el proceso fue implementado y garantizado por organizaciones internacionales, las elecciones también afectarán la influencia de Occidente en la región.

Pese al entusiasmo ante el proceso de paz de las agencias gubernamentales y no gubernamentales que participan de la aplicación de los acuerdos de Dayton, y al esfuerzo de activistas locales, Bosnia está hoy más dividida y desalentada que nunca.

La mala fe y la oposición al espíritu y la letra de los pactos de Dayton prevalecen en las estructuras oficiales de poder. Los partidos serbobosnios y croatas de Bosnia siguen empeñados en completar el proceso de homogeneización étnica en sus respectivos miniestados.

Mientras, el partido musulmán del presidente Alija Izetbegovic prepara el camino para la creación de un estado islámico en el caso de triunfo de los designios de croatas y serbios.

Los musulmanes también contribuyen a la división étnica, como lo demuestran episodios de violencia contra opositores políticos y las crecientes presiones sobre el gobierno de Izetbegovic para la creación de un estado confesional islámico.

Mientras, la comunidad internacional exhorta a las partes "a la construcción de una Bosnia mejor", pero pasa por alto las violaciones a los acuerdos de Dayton.

La libertad de movimiento, una exigencia central de toda sociedad democrática, finaliza en la frontera étnica entre las áreas croata, musulmana y serbia. Y la prensa no ha alcanzado los niveles profesionales mínimos para colaborar en la limpieza de las elecciones.

Radovan Karadzic, requerido por el tribunal internacional que investiga los crímenes de guerra en la ex Yugoslavia, fue relevado formalmente como líder los serbobosnios, aunque otros dirigentes sobre los que pesan graves acusaciones permanecen en escena.

La limpieza étnica continúa, con expulsiones y el reasentamiento de pobladores, y junto con la violación de procedimientos para el registro de electores, asegurará la distribución del voto por grupos étnicos.

Enfrentada a esas maniobras, la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), en teoría autoridad política extraordinaria en Bosnia, sólo ha respondido con pequeñas reprimendas formales.

Los plazos determinados en Dayton para la implementación del proceso de paz, entre los que se destaca la fecha de las elecciones, también contribuyen a la imposición del "aparheid" en Bosnia-Herzegovina.

Simplemente no hay tiempo para que la sociedad civil se afirme en un país donde la vida pública se construyó en los últimos cinco años en base a la piscosis de guerra y la política del genocidio.

El argumento a favor de seguir adelante con el 14 de septiembre, además del hecho de que en Dayton la fecha pareció quedar escrita en piedra, es que forzará el ritmo de normalización y creará las estructuras políticas legítimas necesarias para alcanzar la reconstrucción y la reconciliación.

Pero, dependiente de las autoridades nacionales para organizar el voto en tan poco tiempo, la OSCE no arriesgaría medidas punitivas o más atrevidas.

La falta de voluntad de la OSCE para aislar a los nacionalistas ha llevado a los partidos opositores a acusar abiertamente a los gobiernos occidentales de respaldar directamente a los partidos nacionalistas para facilitar el proceso de partición.

Incluso proyectos multiétnicos como el establecimiento de una red de televisión independiente y de alcance nacional, no estarán listos a tiempo ni resultarán funcionales y relevantes en las elecciones.

Por lo tanto, tras la votación, cuando los nacionalistas sean confirmados con la legitimación de Occidente y la presencia y la presión internacionales declinen, se abrirán más a la cultura del compromiso y el poder compartido.

Es imposible enfatizar la posición imposible del votante bosnio. Traumatizado y probablemente desplazado, él o ella recibe el discurso de que las elecciones determinarán el futuro del país, aunque estas no ofrecen opciones.

Aunque hay una plétora de partidos, casi ninguno debate sobre política y programas. Los principales partidos subrayan su respectivo "éxito" en la guerra y los supuestos peligros planteados por los "otros" grupos étnicos.

Incluso los partidos cívicos carecen de una base política sustancial que ofrecer más allá de la visión de que es bueno contar con oposición parlamentaria.

Aunque el debate político fuera más sustancioso, el grueso del electorado bosnio no lo recibiría a través de los medios de comunicación.

A nivel más sutil, pero más profundo, incluso si un votante siguiera una opción no étnica, el temor de que los "otros" voten por sus respectivos partidos nacionales significa que es demasiado peligroso que un votante no respalde a su propio grupo.

"Si no se establece un mínimo de confianza", escribió el comentarista bosnio Hamza Baksic, "la elección de septiembre de 1996 será meramente una copia de los comicios de 1990, los cuales llevaron al poder a los partidos nacionalistas y condujeron a la guerra".

La marcha del nacionalismo sólo puede ser detenida por una combinación de reconciliación social a largo plazo y la participación internacional sin concesiones. La justicia, cuestión central, no puede ser negociable.

La mejor política, inlcuso en esta fecha tardía, sería posponer las elecciones hasta que se alcanzaran las mínimas condiciones sociales y políticas.

Un paso positivo sería presionar a Zagreb y Belgrado para que abandonen los planes de anexar territorio bosnio, deteniendo a criminales de guerra acusados.

La pregunta abierta sobre qué presencia internacional estará en enero y dentro de dos años para las próximas elecciones sólo estimuló a los partidos a tomar posiciones vagas, con la intención de ganar tiempo.

Cualquier división de facto o definitiva de Bosnia-Herzegovina abandonaría a su propio destino a los musulmanes, que no tienen un país "madre" al que sumarse y a aquellos yugoslavos y bosnios que no declaran una firme identidad étnica.

La aceptación de la partición bajo cualquier forma implicaría la conclusión y condonación de un proceso de excesos nacionalistas extraordinariamente deliberdado, público y lento que comenzó a comienzos de los '90 en la ex Yugoslavia.

Peor aún, tendría el efecto de declarar el genocidio bosnio como práctico y legítimo. (FIN/IPS/tra-en/tb/rj/ff-lp/ip/96

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe