PERU: La gripe mortal del petróleo

Los expertos discuten normas para reducir el impacto ambiental y social de la explotación petrolera en las selvas de Perú, pero los nativos tienen una preocupación más urgente y primaria: cómo sobrevivir a las enfermedades que transmiten los intrusos.

No se trata, únicamente, de las graves dolencias de la civilización actual, como el sida, las enfermedades venéreas y otros males de ese jaez, sino también de afecciones que la mayoría de los pacientes pueden resistir, pero resultan fatales para los indígenas que habitan las selvas.

Perú dispone de leyes rigurosas de preservación ambiental, pero no se han previsto medidas ni programas para proteger a los mativos de la selva de enfermedades consideradas simples, producidas por virus que nunca existieron en la zona y ante las cuales su organismo carecen de defensas.

Organizaciones no gubernamentales ambientalistas colaboraron con el gobierno en la elaboración de reglamentos para impedir que las actividades mineras o petroleras contaminen o destruyan la floresta y los ríos de la selva.

Por su parte, los sociólogos consiguieron que la comisión parlamentaria de Medio Ambiente aprobara normas para aminorar el impacto de la irrupción de las empresas petroleras en la cultura de los nativos.

Así mismo, las empresas contrataron expertos para cumplir las normas ambientalistas y evitar sanciones que van desde elevadas multas hasta la cancelación de licencias de operación.

Gil Davila, experto ambientalista contratado por la compañía estadounidense Mobil, que busca petroleo en el oiental departamento de Madre de Dios, asegura que su empresa "se ha comprometido a un manejo ambiental y cuando se marche, dejará limpia la floresta".

"Nuestra subcontratista sísmica nos garantiza que las detonaciones en la fase exploratoria tendrán poco sonido. Usamos helicópteros pequeños para evitar la habilitación de helipuertos muy grandes", y "las ramas que se corten para abrir senderos se dejarán en el suelo, para contribuir a la regeneracion", dijo Dávila.

El antropólogo Alonso Zarzar, reclutado también por Mobil para hacer un diagnóstico de las comunidades nativas de la zona, estudió el riesgo de que algunos trabajadores forasteros opten por permanecer indefinidamente en la selva, y recomendó dar prioridad a los nativos a la hora de la contratación de personal.

Mobil dispone de centros de salud para sus empleados y permite a los nativos recurrir a esos servicios sin pagar por la atención ni por los medicamentos recibidos.

Pero, según Juan Luis Larrañeta, obispo católico de la ciudad de Puerto Maldonado, 40 trabajadores pertenecientes al grupo étnico machiguenga fueron atacados por un virus todavía no identificado, que dio muerte a seis de ellos.

"Se trata, probablemente, de alguna dolencia sin importancia para el resto de personal procedente de la sierra o la costa, pues ninguno de ellos presentaba síntomas", comentó el obispo.

Los machiguenga conforman la conmunidad nativa más numerosa de la selva sudoriental peruana, y entre 3.000 y 5.000 miembros de esa etnia residen en la diócesis a cargo de Larrañeta.

"En nuestra zona operan Mobil, Shell y numerosas empresas subcontratistas que tienen su propio personal, cuyo ingreso y desplazamiento en la zona es dificil de estimar", dijo el sacerdote.

"Nos preocupan especialmente los peligros para la salud" de la población indígena. "Y no se trata sólo de gripe o sarampión. Antes no existían enfermedades venéreas entre ellos, y ahora tememos que aparezca el sida", advirtió.

Micheas Michare, ex presidente de una asociación de comunidades nativas de la amazonía peruana, puntualizó que los indígenas saben desde hace décadas que los forasteros representan para ellos un riesgo de contagio mortal.

"Antes huíamos, y los colonos decían que éramos salvajes y no queríamos civilizarnos. No creían que nos íbamos con nuestras familias al interior de la selva por temor a la gripe", explicó Michare, de 42 años y radicado en Lima, donde se dedica al comercio informal.

"Mis hermanos de raza ya no escapan con sus familias. Piden trabajo a las empresas para poder comprar las cosas que la civilización (dominante) les puede ofrecer", agregó. (FIN/IPS/al/ff/pr he/96

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