El escritor filipino Nick Joaquin considera un "excesivo" honor el premio Ramón Magsaysay de periodismo y literatura, una versión asiática del Nobel con que fue distinguida su trayectoria de 60 años como poeta y hombre de prensa.
Joaquín, de 79 años, ha producido obras maestras en serie, por las que ya había obtenido otros galardones, como el Premio Nacional de Artistas de Filipinas.
"Jamás dejo de escribir. Lo hago continuamente, aún sin lápiz en mano", declaró tras recibir el Magsaysay el 31 de agosto.
Poesía, teatro, novela, cuento, ensayos históricos y reportajes han fluido de su pluma. Muchos lo consideran el más importante entre los escritores filipinos de lengua inglesa de la actualidad.
Joaquín fue galardonado por la Fundación Magsaysay "por explorar los misterios del cuerpo y el alma de Filipinas en 60 años inspirados como escritor".
El periodismo y la literatura son dos caminos que no necesariamente se cruzan y a menudo se dice que se trata de disciplinas excluyentes entre sí. Pero Joaquín ha logrado combinar de modo creativo su actividad de periodista con la literatura.
En su adolescencia, y tras abandonar los estudios para ayudar a su familia, se desempeñó como tipógrafo en una cadena de publicaciones y empezó a escribir poesía y cuentos.
Publicó su primer poema en 1935, cuando aún no había cumplido 18 años. Corrector de pruebas de la revista Philippine Graphic, logró en 20 años llegar al puesto de subdirector. Hoy es director de esa misma revista y columnista de periódicos.
Joaquín, cuyos reportajes recuerdan el "nuevo periodismo" de Truman Capote y otros escritores estadounidenses, es autor de dos novelas, la última de las cuales apareció en 1983.
Desde entonces, ha dedicado poco tiempo a la ficción, aunque dice estar "impregnado" por ese género, y se ha concentrado en biografías e historias reales.
Es pionero del género de "relatos orales", como los que reunió en "El Cuarteto de la luna del tigre: Escenas del Apocalipsis del poder popular", sobre la revolución que depuso en 1986 al dictador Ferdinand Marcos, y en la "biografía oral", la crónica de la vida de personalidades prominentes.
Desde los años 50, sus libros de reportajes llevan la firma de "Quijano de Manila", un seudónimo que recuerda a Alonso Quijano, el hidalgo de la Mancha que cambió su nombre por Don Quijote para lanzarse a la aventura.
El escritor filipino cree que el premio de Magsaysay honra a sus dos identidades: Quijano de Manila, como periodista, y Nick Joaquín, como narrador, ensayista y poeta.
"Hay quienes me creen una suerte de Doctor Jekyll y Mr. Hyde", explicó la semana última, en una disertación pública.
"Algunos dicen que soy buen escritor, y que como periodista resulto estrictamente comercial, y otros opinan que es el hombre de prensa que llevo en mí que es el verdadero escritor, pues el supuesto artista sería un impostor", comentó.
Según dijo, no encuentra incompatibilidad entre periodismo y literatura. "Si el periodismo ha sido elevado a la literatura, la literatura está siendo redimensionada como una especie de reportaje".
Mientras los lectores de todo el mundo buscan información, y no imaginación, y la poesía y la ficción son progresivamente marginadas de diarios y revistas, Joaquín cree haber hallado el modo de mejorar su trabajo literario con ayuda de su oficio de periodista.
"Mi carrera como escritor se ha orientado de la ficción al reportaje y del reportaje a la no ficción como literatura", explicó. (FIN/IPS/tra-en/js/fn/ff/cr/96) – – – –
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