MONTSERRAT-GRAN BRETAÑA: El volcán pone en duda relación colonial

Las rocas y la lava procedentes del volcán Chances Peek convirtieron esta semana, otra vez, la vida de los habitantes de Monserrat en un infierno, pero también sembró dudas sobre la extrema dependencia de la isla caribeña de Gran Bretaña.

Muchos se preguntan si los políticos locales, regidos por un sistema colonial híbrido que rinde cuentas políticas y financieras a Londres pero también procura legitimidad democrática entre los pobladores, podrá lidiar con la actual crisis y con un posible desastre natural.

Los residentes de Montserrat ya habían bajado la guardia, pues el volcán, situado en el sur de la isla, se había tranquilizado tras la intensa actividad que se registró durante más de un año a partir de julio de 1995, cuando los expertos se percataron de que no estaba dormido.

Pero este martes, el Chances Peek tuvo una impresionante erupción de 48 minutos que provocó la evacuación del poblado de Belem. Las rocas llegaron a caer sobre los tejados de las viviendas.

Una nube pálida cubrió la isla, la ceniza volcánica afloró y la lava incandescente se dirigió hacia el mar a través del valle del río Tar. El temblor de tierra fue tan intenso que los expertos no pudieron medirlo.

Pero los observadores consideran el furioso despertar del volcán una oportunidad para que la economía de Montserrat también despierte y logre un desarrollo sólido, mientras se adoptan medidas para aliviar el sufrimiento de los 11.000 isleños que pueblan sus apenas 100 quilómetros cuadrados.

"El volcán aventó las cómodas ilusiones económicas y dejó a la isla muy insegura debido a su dependencia del dinero que procede del extranjero", dijo Janice Panton, coordinadora del Comité de Ayuda a Montserrat MAC89.

La situación es dura, pero los nativos de Monserrat que residen en el extranjero miran más allá de la actual crisis y perciben la necesidad de transfundir una productividad real a la fláccida economía de la colonia.

En efecto, la isla depende de la asistencia, el dinero que envían los emigrados, la venta de casas a estadounidenses jubilados, la banca "off-shore" y préstamos privados.

Gran Bretaña suministró a Monserrat más de 39 millones de dólares en las últimas semanas para ayudar a los isleños a reconstruir sus vidas tras el anterior período de erupciones.

La mitad de la población de la colonia fue evacuada de sus fértiles pero peligrosas tierras en el sur y ahora viven con sus familiares residentes en el norte o en refugios oficiales precarios instalados en escuelas o iglesias.

Después de la erupción del martes, la Cancillería de Gran Bretaña informó que no se habían registrado heridos entre la población, pero aun no se sabe la dimensión del daño material entre las propiedades y los caminos.

"Al parecer, la presencia de la Armada Real no será necesaria", informó el vocero de la Cancillería Neville Johnson.

Durante más de un año a partir de junio de 1995, el Chances Peek lanzó nubes de ceniza sobre Plymouth, capital de la colonia, ubicada a tres kilómetros del volcán. La cúpula de roca incandescente continúa creciendo, lo cual aumenta el riesgo de deslizamientos de tierra y avalanchas.

"Familias enteras se sumen en la penuria pues no han podido trabajar durante meses", sostuvo Panton.

La actividad volcánica en Montserrat se sumó a los daños que provocó el huracán Hugo en 1989. Muchos isleños agotaron entonces sus ahorros para reconstruir sus viviendas y comercios.

Las escuelas están cerradas. La comida fresca escases, pues los granjeros del sur debieron suspender las actividades. Cada vez se depende más de las importaciones que arriban al hoy peligroso puerto de Plymouth.

Las reservas de combustible se agotan y, para colmo, la planta generadora de energía se encuentra en una posición precaria al pie del volcán.

Panton afirmó que la asistencia prometida por Gran Bretaña en esta ocasión "es una oportunidad que debe ser aprovechada", y recomendó que se emplee ese dinero "para solucionar algunos de los problemas económicos crónicos" de Montserrat.

La economía de la colonia "no funciona a largo plazo en favor de los intereses de los pobladores", aunque "la calidad de vida está inflada" gracias al dinero que procede del extranjero, dijo Robert Archer, asesor de la agencia de desarrollo Christian Aid.

"Un volcán no es como un huracán, que se va y la gente puede rehacer su vida. El Chances Peek puede activarse una y otra vez, y la vieja economía, sencillamente, no soportará esa inseguridad", dijo Roger Panton, de MAC89, grupo surgido para la recaudación de ayuda tras la tragedia del Hugo.

La mayoría de los isleños desea permanecer en Montserrat. Muchos tienen la sensación de que la sociedad no podrá ser reconstituida tras una evacuación general, pues no podrían regresar debido a la falta de trabajo e instalaciones.

Archer cree que las autoridades deberán mantener a toda costa cierta cantidad de pobladores en la isla para capear la crisis y fortaleceer la infraestructura en el norte, lejos del volcán.

La asistencia económica permitiría construir nuevos caminos, puertos de alternativa, plantas de energía y de distribución de agua seguras, hospitales y escuelas.

Esto sostendría la industria de la construcción y generaría puestos de trabajo, pero sería de poca utilidad si la economía productiva queda inmóvil y, ahora, está paralizada.

Archer afirmó que lo mejor sería promover industrias de alto valor agregado, un turismo selectivo y a pequeña escala y la agricultura en el norte del país, que tiene un clima más seco y mediterráneo que el amenazado sur.

De ese modo, se aprovecharía el buen sistema de educación de Montserrat, sus sólidas telecomunicaciones, su estabilidad política, su acceso a la Unión Europea y su encanto, dijo Archer.

Pero el volcán recordó a las autoridades locales que el poder para tomar decisiones que les atañen en áreas clave sobre la política y los recursos aún está en Londres. (FIN/IPS/sl/fn/mj/en ip if dv/96

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