Manejos financieros irregulares, una vida de lujo y descreer de milagros le han costado el cargo al abad de la basílica de la virgen de Guadalupe, en México, quien se vio forzado a renunciar por una decision del Vaticano tras 33 años en funciones.
Schulenburg, de 80 años, causó revuelo en la Iglesia católica y entre los creyentes en mayo, cuando declaró a dos revistas que las pregonadas apariciones hace 465 de la virgen de Guadalupe, patrona de México y símbolo religioso en toda América Latina, no fueron reales.
El relevo del abad, quien el viernes afirmó que su renuncia es voluntaria, pondrá fin a un período "muy difícil", señaló el obispo José Martín, presidente de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe.
El sacerdote negó ante las dos publicaciones la existencia del indígena Juan Diego, beatificado por el Papa Juan Pablo II, ante quien se habría presentado la virgen.
También afirmó que la imagen de la madre de Jesucristo, impresa supuestamente en forma milagrosa en una manta, fue en realidad pintada por un nativo.
Emblema de la religiosidad local, la virgen de Guadalupe atrae al templo levantado en su nombre en la capital a alrededor de 20 millones de persona cada año, lo que lo convierte en uno de los lugares de peregrinación religiosa más importantes del mundo.
Aunque Schulenburg, quien fue nombrado abad vitalicio de la basílica de Guadalupe por el Vaticano en 1963, sostuvo que se tergiversaron sus declaraciones, la mayoría de los creyentes y un sector de la Iglesia demandaron su renuncia, lo que finalmente sucedió esta semana.
Según la Iglesia, "las apariciones guadalupanas constituyen la vértebra medular del cristianismo mexicano y marca el perfil nacional, dando identidad a los mexicanos de hoy", por lo que cuestionarlas ofende a la mayoría.
Rompiendo el silencio al que fue sometido las últimas semanas, Schulenburg dijo al momento de informar sobre su dimisión que "todos los caminos de la patria llegan a la basílica de Guadalupe y de esta salen todos los caminos de México".
"El apego de todo nuestro pueblo a este lugar es muy importante para la vida nacional, personal y religiosa. Nunca dejen de llegar a Guadalupe, porque es una gran esperanza y una gran defensa de nuestra nación", expresó.
En sus polémicas declaraciones, de las que se tienen grabaciones, Shulenburg dijo que la beatificación de Juan Diego fue un "reconocimiento al culto" y que las versiones sobre la aparición de la virgen eran producto del sincretismo entre las culturas indígena y española.
Pero el renunciante abad no fue el primer religioso que cuestionó las apariciones de la virgen de Guadalupe. En 1556, apenas 25 años depués de sucedidos los supuestos hechos milagrosos, varios religiosos presentaron informes en los que indicaban que la imagen de la virgen fue pintada y que Juan Diego nunca existió.
Rodeada de leyendas que le atribuyen milagros, la virgen de Guadalupe fue coronada hace 100 años por el Vaticano como la Reina de la Iglesia católica.
La imagen de la virgen, de 1,75 por 1,05 metros, que cuelga en el altar mayor de la basílica, inspira cada año más de 6.000 peregrinaciones procedentes de diversos puntos de México.
El arzobispo Norberto Rivera informó que el abad "tuvo a bien" presentarle su dimisión el 8 de julio. Schulenburg afirmó haber enviado su renuncia directamente al Vaticano.
Tras las declaraciones del abad sobre el "milagro gudalupano", medios de comunicación locales revelaron que Schulenburg dispone de varias propiedades, vive en una residencia lujosa y tiene aficiones propias de gente de dinero, como el golf.
"Me dedicaré a escribir y a jugar un poco de golf", declaró este viernes el abad, quien dejará su cargo formalmente el 31 de octubre.
Varios religiosos, como el sacerdote Enrique Salazar, cuestionaron el manejo financiero de la basílica, afirmando que enriqueció a Schulenburg en lugar de beneficiar a la Iglesia. Actualmente, según confirmaron fuentes del Episcopado, se realiza una auditoria a la basílica.
Manteniéndose como abadía, la basílica, de la que dependen dispensarios médicos, una Casa del Peregrino y una escuela de formación sacerdotal, administró sus recursos con cierta autonomía frente a la jerarquía Católica.
Ahora, tras la renuncia de Shulenburg y siguiendo las nuevas normas del derecho canónico, la basílica será administrada por un capellán o rector que dependerá directamente de los obispos mexicanos. (FIN/IPS/dc/ff/cr/96)