La frontera entre Brasil y Paraguay, libre desde hace mucho tiempo para actividades ilegales, cobró ahora una connotación más dramática ante el bloqueo de Brasilia a la entrada de armas por esa vía, con apoyo de Estados Unidos.
El gobierno estadounidense prohibió desde el miércoles la venta de armas y municiones a Paraguay, a excepción de escopetas de caza. La medida atendió a un pedido brasileño, lo que podría generar roces diplomáticos entre los dos socios en el Mercosur.
El 70 por ciento de las armas capturadas a los narcotraficantes de Río de Janeiro provienen de Paraguay, argumentó el ministro de Justicia, Nelson Jobim, al proponer a Washington la restricción, como cooperación en la lucha antidrogas.
La frontera paraguayo-brasileña es permanente fuente de problemas. El comercio fronterizo, con decenas de miles de brasileños haciendo compras semanalmente en la paraguaya Ciudad del Este, representa pérdidas fiscales para Brasil y graves daños para su industria y comercio formales.
Miles de vehículos son robados diariamente en Brasil para ser llevados a Paraguay, donde tienen circulación legal. Negociaciones entre los dos países se prolongaron por años para adoptar reglas que inhiben pero no ponen fin a la actividad.
Por otra parte, centenares de miles de familias brasileñas migraron irregularmente al país vecino, en búsqueda de tierras.
Hay más de cien brasileños presos en Paraguay, sin procesos legales, y eventuales acciones restrictivas y represivas del gobierno paraguayo provocan regresos que agravan problemas sociales en áreas fronterizas.
Para contener el comercio ilegal, Brasil redujo a fines del año pasado de 250 a 150 dólares el monto de las compras que los turistas pueden traer de Paraguay sin pagar impuestos. Además, las autoridades fiscales intensificaron el control.
La medida provocó una caída en los negocios de Ciudad del Este, cuyos comerciantes se juntaron a los compradores brasileños, los "sacoleros", en protestas que no lograron el objetivo de volver a la situación anterior.
La última manifestación ocurrió en Brasilia el 18 de septiembre. Cerca de 200 "sacoleros" marcharon hasta el palacio presidencial, reclamando ser tratados como "microimportadores", con estímulos similares a los concedidos a microempresas en las importaciones exentas de impuestos.
"Más de un millón de familias brasileñas dependen de esa importación", que no puede ser considerada contrabando, argumentó el presidente de una asociación de vendedores callejeros de la llamada "Feria Paraguay" de Brasilia, donde los "sacoleros" colocan sus productos.
Las autoridades fiscales dejaron claro que no volverán atrás en el combate al comercio ilegal fronterizo.
Celso Felix, jefe de inspección aduanera en Foz de Iguaz, la puerta de entrada brasileña, señaló que de enero a agosto de este año se aprehendió un total de 19,5 millones de dólares en bienes ilegales, castigándose a 1.604 personas.
Ahora se trata de bloquear la frontera para las armas.
La medida sugerida a Estados Unidas tomó cuerpo después que las Fuerzas Armadas brasileñas comprobaron que pasó por Paraguay la mayor parte de las armas incautadas en la operación militar contra el crimen organizado en Río de Janeiro, de fines de 1994 a comienzos de 1995.
Pero se teme que la suspensión de las exportaciones estadounidenses tengan poco efecto prctico. Según la industria de armas de Estados Unidos, sus ventas al Paraguay son insignificantes.
Los datos oficiales indican que sumaron sólo 4.298 unidades en 1995, divulgó este viernes el diario O Estado de Sao Paulo. Se supone que una cantidad mayor se vende sin pasar por ningún control o proviene de Europa.
En cambio, las exportaciones de armas de dos empresas brasileñas, destinadas sólo a Puerto Caballero, una ciudad paraguaya en la frontera con Brasil, ascendieron a 21.512 unidades entre julio de 1994 y abril de 1995, según un informe de la Policía Federal de Brasil.
Como la ciudad tiene sólo 30.000 habitantes, se tiene como cierto que esas armas vuelven ilegalmente a Brasil. Muchas ya fueron capturadas a delincuentes en Río de Janeiro, aseguró el comisario Antonio Carlos Rayol, autor del informe.
El ministro Jobim, sin embargo, celebró como un gran paso el fin de las exportaciones estadounidenses a Paraguay.
Hay necesidad de medidas complementarias, señaló Jobim, entre las cuales un mayor control, por parte del gobierno de Estados Unidos, sobre el contrabando de armas desde Miami, otra importante fuente del mercado ilegal brasileño. (FIN/IPS/mo/ag/ip/96