LIBANO: Revés electoral de radicales islámicos

Las elecciones de Líbano concluyeron con el fracaso de la organización radical islámica Hezbollah, empeñada en lucha contra ocupación israelí del sur del país, que perdió tres de sus 12 escaños en un parlamento de 128 miembros.

Hezbollah (Partido de Dios) confiaba en que su decidida resistencia a la ocupación del sur, que en abril provocó el bombardeo israelí de Beirut y otras zonas de Líbano, se tradujera en apoyo popular a sus candidatos.

Pero el proceso electoral, dividido en cinco rondas y finalizado el domingo, después de un mes de votación, tuvo saldo negativo para Hezbollah, incluso en su bastión de Baalbek, situado en el central valle de la Bekaa, donde perdió tres bancas parlamentarias.

Sólo logró una buena votación en el sur, cerca de la franja de 15 kilómetros de profundidad ocupada por Israel, una zona en que ganó cuatro escaños.

Hezbollah, de confesión chiíta y aliado de Irán, se unió a regañadientes en las últimas dos vueltas electorales a una coalición organizada por Siria, que mantiene tropas e influencia política en Líbano.

Esa decisión, tomada a disgusto, lo salvó del naufragio. Incorporado a la llamada Lista de Coalición Nacional, conformada también por cristianos maronitas, musulmanes sunitas y el prosirio movimiento Amal, Hezbollah logró la elección de sus tres candidatos en la última ronda, celebrada el domingo en un distrito oriental de la Bekaa.

Pero el partido hubo de admitir que sus principales adversarios políticos se fortalecieron a sus expensas. Se trata del primer ministro Rafik el Hariri, un islámico sunita, y el presidente del parlamento, el chiíta prosirio Nabih Berri.

También deberá prepararse a resistir una eventual campaña del gobierno para restringir sus actividades, anunciada implícitamente en el mensaje electoral de El Hariri, que oponía la "moderación" de su gestión a todo "extremismo".

Berri, El Hariri y el presidente Elias Hrawi "han lanzado su propia operación 'Viñas de ira' contra nosotros", advirtió el secretario general de Hezbollah, Sheikh Hassan Nasrullah.

"Viñas de ira" fue el nombre con que Israel identificó los bombardeos de represalia que descargó en abril sobre Líbano.

La política de El Hariri "responde al deseo de Estados Unidos de reducir al mínimo el papel de los partidos musulmanes". El primer ministro "no comprende el daño que causaría si anulara la resistencia islámica en el sur ocupado", declaró Nasrullah.

Mientras, El Hariri niega a Hezbollah el derecho de atribuirse todo el crédito por la resistencia ante la ocupación israelí.

"La resistencia es sostenida por toda la nación: sus instituciones, los sectores económicos y la población. Hezbollah no puede decir que es el único que lucha contra Israel", replicó el primer ministro.

Berri, presidente del parlamento y líder del movimiento Amal, rival chiíta de Hezbollah, obtuvo buenos resultados de la coalición electoral promovida por Siria.

Más de 400.000 votantes fueron convocados el domingo a la última instancia electoral. Veintidós de los 23 candidatos electos formaban parte de la coalición.

Según los observadores, su incorporación a esa alianza electoral puede perjudicar a Hezbollah ante sus partidarios y, especialmente, frente a Irán, su socio.

"Se trata únicamente de una alianza táctica y no permitiremos que el gobierno la utilice para olvidar la ocupación israelí", explicó una fuente de Hezbollah.

"La presencia militar y política de Hezbollah es una necesidad de Líbano y Siria", afirmó Khazem Farhat, investigador de la Universidad Libanesa.

Farhat observó que la presión militar de Hezbollah representa un alto costo para Israel, y que ese partido tiene apoyo de los s chiítas libaneses desde la invasión israelí de 1982.

Los 12 parlamentarios con que Hezbollah contaba en la legislatura anterior fueron deliberadamente marginados como "extremistas" por los otros partidos.

Pero el partido nunca manifestó interés en integrarse plenamente en la actividad institucional. Según Nasrullah, la marginación de Hezbollah está determinada por Berri, El Hariri y Hrawi, los tres hombres que controlan un poder que reparte posiciones entre chíitas prosirios, sunitas y cristianos.

"Hezbollah no está interesado en incorporarse a las instituciones nacionales. Su prioridad es la liberación del sur", dijo Nasrullah.

Siria coordina su política en Líbano con la perspectiva de un diálogo formal con Israel y pretende encuadrar a los partidos libaneses en un frente común ante los israelíes.

Eso significa que Hezbollah será presionado a alinearse junto a Damasco, aún cuando prefiera mantenerse fuera de toda alianza.

"La enemistad entre Hezbollah, por un lado, y Berri y El Hariri, por el otro, revive el fantasma de la guerra civil (1975- 1990). Y eso es algo que todos rechazan, incluso los extremistas islámicos", señaló Fahrat. (FIN/IPS/tra-en/rt/rj/ff/ip/96

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