Las fuerzas políticas de Italia, tanto del gobierno como de la oposición, respiraron hoy aliviadas, tras lo que consideraron un rotundo fracaso de las manifestaciones con que la Liga Norte proclamó este domingo la secesión de la llamada Padania.
La prensa también coincidió este lunes en considerar un revés el resultado de la iniciativa de este movimiento, que esperaba reunir más de un millón y medio de personas a lo largo del río Po, y que según las autoridades no fueron más que entre 120.000 y 150.000.
El Po es el eje del trazado imaginario de la Padania, una zona de límites imprecisos que según el líder de la Liga Norte, Umberto Bossi, debería ser el territorio de la nueva república secesionista.
Al acto de la proclamación de la independencia, en Venecia, asistieron sólo 30.000 personas, subrayó el diario "La República", cifra en la que coinciden otros importantes periódicos, como el "Corriere della Sera" y "La Stampa", estos dos últimos del norte, de Milán y Turín, respectivamente.
La Liga Norte obtuvo 10,4 por ciento de los votos en las elecciones parlamentarias del 21 de abril de este año, cuando triunfó la coalición de centro izquierda, que derrotó a la de centro derecha, los dos grandes bloques políticos actuales en Italia.
La bandera con que este movimiento, fundado hace 15 años, se presentó a esos comicios, fue la del federalismo, sobre lo cual todas las fuerzas políticas se declararon de acuerdo, y sólo posteriormente comenzó a plantear la secesión.
Pasado el "miedo" a los tres días de manifestaciones de la Liga, que concluyeron este domingo, el gobierno se interroga sobre la forma de enfrentar a su líder, que constituyó un autodenominado gobierno provisorio de la Padania, cuya primera reunión se celebrará este martes.
De acuerdo al diseño de Bossi, la Padania debería negociar con el gobierno italiano un tratado de separación consensual, que debería concluirse antes del 15 de septiembre de 1997.
A partir de ese momento, la declaración de independencia y soberanía adquiriría plena eficacia y la Padania sería a todos los efectos una república federal independiente y soberana, propone el líder separatista.
La imaginaria nueva república está formada por todas las regiones del norte y el centro del país, las de mayor potencial industrial y de producción agrícola. En esa zona viven 32 millones de personas, más de la mitad de la población total italiana, de 58 millones.
Su constitución transitoria establece que pueden ser ciudadano de la Padania sólo quien ha nacido en un país europeo y reside en su territorio desde al menos cinco años, por lo tanto se excluye a los ciudadanos "extracomunitarios", que no provienen de la Unión Europea.
La justicia, dijo Bossi, quien amainó la bandera italiana al proclamar "solemnemente" la independencia, estará a cargo de jueces de la Padania, que tendrá su propia moneda, la lira padana, sus propias relaciones exteriores, y una "milicia" encargada de la seguridad, la Guardia nacional padana.
A la proclamación de la muerte política de Bossi, anunciada por algunos dirigentes tras el fracaso de la manifestación del domingo, el jefe del gobierno, Romano Prodi, respondió con la política de diálogo que ha llevado hasta el momento.
"No es el fin de Bossi, puede ser el inicio de la racionalidad", afirmó.
"A partir de hoy estoy dispuesto a iniciar el diálogo", afirmó el jefe del gobierno de centro izquierda, constituido por el Partido Democrático de Izquierda (PDS), ex demócratas cristianos, "Verdes" y fuerzas del centro.
Italia es un país maduro, agregó Prodi, que quiere cambiar pero no participa en aventuras que no sabe cómo terminarán, y propuso conversar con Bossi sobre el establecimiento del federalismo y de las autonomías locales.
El vicepresidente del Consejo de Ministros y segundo en la jerarquía del gobierno, Walter Veltroni, del PDS, anunció sin embargo que el "gobierno no tolerará ninguna campaña de reclutamiento de ninguna guardia nacional, que imagino que debería ser armada".
En la izquierda se abrió una polémica en torno a la forma de responder al desafío de Bossi.
A juicio de algunos dirigentes se debió haber realizado contramanifestaciones, como hizo el líder de la derechista Alianza Nacional, Gianfranco Fini, que reunió en Milán más gente que Bossi, unas 150.000 personas.
El dirigente del PDS Antonio Bassolino, alcalde de Nápoles, ciudad ubicada unos 200 kilómetros al sur de Roma, sostuvo que fue una lástima que la izquierda haya dejado a Fini la realización de una manifestación popular contra Bossi.
A ese acto de Milán, dijo Bassolino, seguramente asistió gente de izquierda: "asistieron todos aquellos que sentían la necesidad de dar su propio testimonio sobre un tema tan importante".
Manifestó que existe además un atraso de todas las fuerzas, de tipo político, cultural y social, porque la respuesta a la secesión ha sido débil en todos los frentes, a pesar que esta representa "la intolerancia, el racismo, el totalitarismo".
La izquierda debería apurarse a hablar sobre el tema de las reformas institucionales, de la autonomía de las regiones, del federalismo y de la unidad nacional.
El ministro de Relaciones Exteriores, Lamberto Dini, líder de uno de los movimientos de centro que forma parte de la coalición de gobierno, se preguntó quién financia las manifestaciones de la Liga, sin excluir que pueda haber habido un financiamiento extranjero.
El ex presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ettore Gallo, sostuvo que Bossi debería ser arrestado de inmediato, por instigar un delito contra el Estado, como es la proclamación de la secesión de una parte del territorio, por lo cual podría ser condenado a 12 años de cárcel. (FIN/IPS/jp/jc/ip/96