Un arte basado en la creación de la comunidad ha dado forma a los 100 iconos rusos que desde este fin de semana se exponen en la ciudad italiana de Venecia.
Iconos de los siglos XIII al XIX, inevitablemente anónimos porque ninguno es obra de autor individual, sino de varios artistas, permanecerán expuestos en Venecia hasta el 1 de diciembre.
Los monjes cristianos ortodoxos pintaban los iconos en tablas untadas con yeso y los grababan para que la composición fuera indeleble.
Las líneas "expresan la forma de las cosas que existen aún en potencia, en la voluntad creativa de Dios, que se materializa en el fondo de oro que representa el fundamento cósmico, donde todas las cosas viven, se mueven, existen", explicó John Linday Opie, uno de los máximos estudiosos de iconos rusos.
La preparación de los colores comienza por la dilución en agua de una yema de huevo. "El huevo cósmico es una metáfora del principio del universo material que, al romperse, da lugar al mundo que conocemos", dijo Linday.
Durante siglos, los monjes rusos crearon los iconos para recrear una realidad metafísica, en que la "contemplación de la imagen era la contemplación del hecho divino en sí mismo", agregó.
Por esa razón, "La imagen del Espíritu" es el título de la muestra de iconos de la coleccion "Ambroveneto", la más importante en su género fuera de Rusia, que fue inaugurada en la sede de la Fundación Giorgio Cini, de Venecia.
Los iconos expuestos pertenecen al periodo de reafirmación de la religiosidad rusa frente a la invasión tártara, en el siglo XIII, y a los seis siglos siguientes.
Las piezas presentadas evidencian la fidelidad de los pintores de iconos a ciertos estilos y la inevitable influencia de la pintura laica, que comenzó a difundirse en Rusia a partir de 1600.
La primera parte de la muestra se titula "En los orígenes de la Rusia Cristiana", y ofrece una serie de obras de gran nivel, como "Descenso los Infiernos", del siglo XIII, procedente de Novgorod.
De esa época sólo se conservan una decena de iconos, salvados de las invasiones de los tártatos y los mongoles, destacó Carlo Pirovano, director del equipo internacional de expertos que organizó la exposición.
Los capítulos sucesivos intentan explicar el papel litúrgico de los iconos, y en ellos se dan a conocer las 12 principales fiestas de la iglesia ortodoxa rusa, dijo Pirovano.
Una sección se concentra en el tema de la Madre de Dios, que representa el arte del antiguo Moscú, y otra presenta obras del siglo XIX, cuando los iconos sufrieron la influencia de las corrientes barroca y clásica del arte occidental.
"Hasta hace poco tiempo, los estudiosos del arte ruso se negaban generalmente a reconocer a estos últimos iconos algún tipo de dignidad artística", observó Tatjana Tsarevskaja, que participó en la preparación de la muestra.
Pero según Tsarevskaja, nuevos enfoques de ese periodo de la historia de Rusia comienzan a revelar un mundo desconocido y fascinante. (FIN/IPS/jp/ic/96