IRAQ: Bagdad aleja posible creación de entidad kurda autónoma

El teatral ataque balístico lanzado hoy por Estados Unidos contra Iraq en respuesta a la intervención de Bagdad en la guerra civil kurda, en el norte del país, no logra ocultar el fracaso de la política de Washington en la región.

La alianza de Iraq con el Partido Democrático del Kurdistán (KDP), uno de los grupos en cuyo nombre Estados Unidos situó sus fuerzas en un primer momento en la región norte, ha dado un golpe fatal al deseo de Washington de crear allí una entidad kurda autosuficiente, protegida por el poderío aéreo occidental.

Al perder el control del KDP, Estados Unidos ha perdido, por lo menos, una poderosa herramienta con la cual pretendía presionar al presidente iraquí, Saddam Hussein.

Esta alianza era uno de los instrumentos importantes del gobierno de Estados Unidos para aplicar su doctrina de "doble contención" en esa región de Medio Oriente, es decir, frenar a la vez a Irán y a Iraq, tratando a ambos como países paria.

Hasta el momento en que el gobierno del presidente Bill Clinton adoptó esa doctrina en mayo de 1993, los orientadores de la política exterior estadounidense habían observado el principio de "suma cero" ante Irán e Iraq, es decir, fortalecer a Iraq para debilitar a Irán y, en teoría, viceversa.

Sin embargo, los acontecimientos están demostrando que la doble contención no puede funcionar. Su defecto principal consiste en descuidar la geopolítica, el simple hecho de que nadie puede cambiar la geografía.

También ignora aspectos históricos y culturales al tratar con los grupos étnicos kurdos que están concentrados en las zonas fronterizas donde se tocan Iraq e Irán.

El Kurdistán iraquí -una superficie de 38.650 kilómetros cuadrados, con una población estimada en tres millones de personas- es parte de esa realidad. Desde el punto de vista geográfico está rodeado por Irán, Turquía, Siria y la región árabe de Iraq.

Esa realidad es lo que hace imposible eliminar a Teherán y a Bagdad del libreto por la sola razón de que Estados Unidos no aprueba los regímenes que ocupan el poder en ambas capitales.

Desde el punto de vista cultural, el Kurdistán iraquí está subdividido entre los kurdos del noroeste, donde predomina el KDP que orienta Masoud Barzani, y los kurdos del sudeste, conducidos por la Unión Patriótica del Kurdistán (PUK) y su líder, Jalal Talabani.

Según su política de doble contención, Estados Unidos esperaba que la PUK se mantuviera tan alejada de Bagdad como de Teherán.

No obstante, al hallarse encerrada a lo largo de la frontera con Irán y separada de Turquía por territorios controlados por su rival, el KDP, la zona dominada por la PUK se vio sin posibilidad de funcionar económicamente o de ninguna otra forma, y hostigada tanto por Iraq como por Irán.

Esa política estadounidense evolucionó hacia el intento de unir a la PUK y al KDP, creando una entidad capaz de mantenerse independiente de sus vecinos.

No obstante, el propósito disgustó a Turquía, tradicional aliado de Washington, miembro de la OTAN y pieza clave de la política militar de Estados Unidos en la región.

Con la permanente agitación violenta que produce su propia minoría kurda independentista en el sudeste del país, Turquía se muestra hostil a la creación de una entidad autónoma en el Kurdistán iraquí.

La invitación del KDP a Saddam Hussein para que interviniera en su favor y en contra de la PUK -que según dijo, era respaldada por Irán- le ofreció al líder iraquí una oportunidad que no podía desperdiciar.

Era su oportunidad para envenenar las relaciones entre el KDP y la PUK hasta el extremo de que tal vez nunca más puedan volver a reconciliarse, y de esa forma eliminar una grave amenaza a la integridad territorial de Iraq.

Además, Saddam Hussein calculó que, puesto que Bagdad actuaba contra la expansión de la influencia iraní en la zona, Estados Unidos no tomaría serias medidas de represalia -si es que tomaba alguna-, y que en todo caso el ataque sería débil, breve y dirigido principalmente al consumo de la política estadounidense.

El presidente iraquí también demostró a sus colegas árabes que su maquinaria militar se mantiene en forma y es una herramienta eficaz de su política.

Además ensanchó la brecha existente entre Turquía y Estados Unidos, y pudo escuchar desfavorables comentarios de los europeos ante los ataques balísticos de Estados Unidos este martes, en particular por parte de Francia.

Al finalizar la jornada, la política de Estados Unidos en la región mostró sus debilidades -después de cinco años de aplicación- , pese al bombardeo a una base aérea en el sur de Iraq.

El KDP pareció haber decidido que Saddam Hussein -el dictador que utilizó armas químicas contra los kurdos de Halabja, que aplastó sin piedad su revuelta de 1991 y expulsó a dos millones de kurdos de sus hogares- es mejor apuesta que Bill Clinton. (FIN/IPS/tra-en/dh/rj/arl/ip/96

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