Si la industria uruguaya no mejora radicalmente, será ineviutable el derrumbe de empresas en situación crítica y no podrá enfrentar la pujante competencia extranjera que aumentará a partir de 1997, considera un estudio de la Cepal.
El nuevo marco de apertura comercial e integración en el Mercosur encuentra a Uruguay, el más pequeño de los cuatro integrantes del bloque, ante un complejo desafío para desarrollarse, sobre todo porque el grupo subregional es su principal cliente.
Un análisis de la oficina local de la cepal (Comisión Económica para América Latina) señala que dentro del "actual contexto de economía globalizada y expansión tecnológica", la situación de la industria uruguaya produce "alarma".
Según la encuesta, a la que accedió IPS, 67 por ciento de las empresas carece de condiciones para competir con sus similares extranjeras y varias de ellas corren el riesgo de desaparecer.
Para la industria uruguaya las exportaciones al Mercosur son vitales: Brasil absorbe 34 por ciento de sus ventas, Argentina 12 y Paraguay dos por ciento.
Pero el saldo negativo de la balanza comercial con el bloque en los doce meses que van de junio de 1995 a mayo pasado fue de 804,3 millones de dólares, como resultado de 2.114 millones de dólares de exportaciones y 2.919 millones de importaciones.
Su débil estructura hace a la industria uruguaya particularmente sensible a decisiones tomadas por los socios mayores del bloque (Argentina y Brasil).
Una reciente modificación en Brasil de las reglas para la importación de productos textiles provocó tal efecto en Uruguay que las principales empresas locales del sector tambalearon peligrosamente, como antes lo hicieron otros sectores ante decisiones internas de Argentina.
La preocupación de los industriales no sólo se centra en el exterior.
En el mercado interno muchos productos de Argentina y Brasil compiten con ventaja con los locales en calidad, precio y presentación y a ello se añade en los comercios una catarata de ropa, comestibles y bebidas europeas, asiáticas y de Estados Unidos.
Advertido de esa situación Uruguay comenzó a prestar mayor atención a otros mercados, como el asiático, buscando un punto de apoyo diferente al tradicional de la subregión.
Pero Cepal considera que "ha sido débil" la incorporación de equipamiento en la industria para enfrentar esos desafíos y apenas un tercio del total de las empresas se pueden considerar "líderes" en materia de inversión.
Los datos de la encuesta concuerdan con la pérdida de peso de la industria en el producto y en el empleo total.
En 1989, un año antes del inicio del proceso de apertura comercial en el Mercosur, el producto industrial representaba en Uruguay casi 26 por ciento del producto interno bruto. En 1995 alcanzó poco más de 17 por ciento.
Datos oficiales difundidos este lunes indican que el nivel de actividad industrial tiende a un declive. Entre enero y junio cayó tres por ciento respecto a igual período de 1995, mientras que el personal obrero ocupado se redujo 10,6 por ciento.
A la situación recesiva local producida por los ajustes fiscales se añaden los efectos similares derivados de Argentina y Brasil, lo que deja en evidencia la dependencia externa de la industria uruguaya.
Entre 1989 y 1995 el total de personas ocupadas en la industria cayó 59 por ciento. Voceros del sector dicen que ese dato no puede ser tomado fríamente.
Muchas fábricas transfirieron a terceros varias fases de su producción y grupos crecientes de trabajadores están clasificados dentro del sector servicios, indica el estudio.
El director nacional de Industria, Juan Young, se mostró preocupado por los datos de Cepal y reclamó a los industriales otorgar más trascendencia a su gestión empresarial.
En el nuevo contexto regional es necesario aumentar la eficiencia de la gestión y que "los empresarios se sitúen en el nuevo escenario, que ya no es el mercado interno protegido en el que a través de 'lobbies' se perseguían determinadas ventajas", señaló.
El escenario descrito por Cepal puede agravarse a partir de 1997, cuando se profundice el proceso de integración regional, momento en el que para Uruguay habrá "oportunidades" pero también "amenazas", dijo Young.
Las industrias más afectadas serán aquellas que enfrenten la fuerte competencia regional con rezago tecnológico, considera el estudio de Cepal.
Los sindicatos parecen coincidir con las observaciones de Young.
En recientes declaraciones a la prensa, Hugo Bianchi, presidente del sindicato metalúrgico, advirtió que la gestión empresarial uruguaya está "atrasada" y que su organización productiva está deprimida.
Sin embargo destacó que algunas empresas se han adaptado a las exigencias internacionales logrando quedar a resguardo de riesgos inminentes.
El sector papelero es uno de ellos. Según datos del Instituto Nacional de Estadísica, en el primer trimestre de 1996 creció más de 10 por ciento respecto al mismo período del año anterior.
También lo hicieron ramas del sector químico, como plaguicidas, abonos, pinturas y jabones, que en el primer semestre de este año aumentaron entre tres y 24 por ciento su nivel de actividad.
Fue precisamente el químico uno de los sectores que realizó mayores inversiones en tecnología.
La Cepal ubicó a las industrias uruguayas en cuatro categorías, según su capacidad de inversión y tecnología: liderezgo pleno (14 por ciento), liderazgo promedio (17,4), sobrevivencia (30,5) e inacción ( 36,1 por ciento).
Las firmas que se ubican en el área de "sobrevivencia" enfrentarán "desafíos fuertes para mantener su competividad" y las que están en situación de "inacción" aumentarán "su vulnerabilidad". Algunas de ellas desaparecerán. (FIN/IPS/rr/dg/if/96