Los donantes internacionales que se reunirán hoy en Tokio deberían reclamar el fin del trabajo forzado infantil en India, pero estos propios donantes son parte del problema, acusó el grupo Human Rights Watch (HRW).
Los miembros del Comité de Donantes de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico revisarán y planificarán su asistencia a India en la reunión de Tokio.
El Proyecto de Derechos de los Niños de HRW mencionó el financiamiento del Banco Mundial a la industria de la seda de India como un área de especial preocupación.
El banco, entre otros donantes, "exacerbaron el problema al negarse a controlar que los proyectos que ellos financian no apelen al trabajo infantil forzado", según el informe "Las pequeñas manos de la esclavitud", difundido este lunes por HRW.
Entre 60 y 115 millones de niños trabajan en India, la cifra más alta de todos los países del mundo, según la organización.
"La mayoría o todos esos niños trabajan bajo alguna forma de compulsión, ya sea por parte de sus padres, de las expectativas que se cifran en su casta o por la simple necesidad económica", afirma el informe.
Por lo menos 15 millones de los niños son "trabajadores infantiles forzados" cuyos servicios son una forma de pago de deudas contraidas por sus familias.
Los empleadores ofrecen "préstamos" a los padres "para asegurarse el trabajo de un niño, que siempre es barato, aunque es más barato en estas condiciones".
Estos préstamos son, por lo general, modestos, pero los niños pasan con frecuencia el resto de sus vidas saldándolos.
Este tipo de esclavitud viola las leyes internacionales, la ley colonial británica y numerosas leyes nacionales aprobadas desde la independencia de India en 1947, de acuerdo con HRW.
La organización mencionó el informe elaborado en 1995 por el gobierno de India, que estimó el aumento anual del trabajo infantil en cuatro por ciento, "mientras las condiciones laborales de los niños permanecieron sin cambios o se deterioraron".
Alrededor de 85 por ciento de los niños trabajadores de India se desempeñan en la actividad agrícola. El resto labora en industrias de pequeña escala que producen cigarrillos, bisutería, artesanías en plata o cuero y alfombras.
Entre 11 y 18 millones de niños viven en las calles y se ganan la vida lustrando zapatos, vendiendo periódicos, como mozos de estación o traperos.
Infinidad de niñas trabajan en hogares como sirvientas, según el informe. "Otras son trabajadoras forzadas que se ven obligadas a la prostitución, la mendicidad, la venta de drogas y la comisión de pequeños crímenes", agrega.
HRW reclamó al gobierno de India la implementación de leyes vigentes, como la de Abolición del Sistema de Trabajo Forzado, aprobada en 1976, así como de numerosas sentencias de la Suprema Corte de Justicia de India que ordenaron la identificación, la liberación y la rehabilitación de quienes lo sufren.
El grupo también exigió a los donantes "asegurar que la asistencia que suministran se aplique en la erradicación y no en la perpetuación" de la violación de esas normas.
El informe acusa al Banco Mundial de financiar con cientos de millones de dólares la industria de la seda de India, que, según HRW, explota a niños, muchos de ellos de cinco años de edad.
El informe se basa en dos meses de investigaciones en India a fines de 1995 efectuadas por funcionarios de HRW. Se entrevistó a un centenar de niños trabajadores, así como a funcionarios del gobierno, empleadores, trabajadores sociales, activistas, abogados, líderes religiosos y representantes de los donantes. (FIN/IPS/tra-en/aa/jl/mj/hd pr lb/96