Sólo una limitada audiencia, autorizada a recibir señales de televisión por satélite, pudo seguir en Cuba el debate organizado por la cadena estadounidense CBS entre un alto dirigente de la isla y un representante del ala radical del exilio cubano.
El gobierno de Fidel Castro levantó un sólido muro de silencio interno frente al programa de la CBS que, mucho antes de su transmisión este viernes, comenzó a llamarse en Estados Unidos el "gran debate" cubano.
"Miami-La Habana: El debate esperado" llegó a la audiencia estadounidense y a tres millones de suscriptores y a más de 10 millones de hogares en 20 países de América Latina y Europa.
El programa, grabado de forma simultánea en La Habana y Miami el 23 de agosto, mostró a Ricardo Alarcón, presidente del Parlamento de la isla, y a Jorge Más Canosa, cubano nacionalizado estadounidense que preside la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA).
Durante 75 minutos, Alarcón y Más Canosa respondieron a las mismas preguntas, e incluso se interpelaron entre ellos.
"El mundo entero verá ese programa y nosotros o no lo veremos nunca o, con mucha suerte, seremos los últimos", dijo a IPS una historiadora de 38 años, que se enteró de la transmisión por Radio Martí, una emisora que trasmite desde Estados Unidos hacia Cuba.
La historiadora desconocía la grabación del debate pese a que lee el periódico oficial Granma todos los días y está al tanto de la televisión estatal porque, según dice, "este país es imprevisible y, de pronto, te sorprenden y lo transmiten sin previo aviso".
La mayoría de los cubanos permanecieron al margen del programa de la CBS, que podría anunciar un cambio en la política oficial del gobierno ante sectores de la emigración o "no significar absolutamente nada", como han declarado fuentes oficiales.
Expertos locales creen que tras el debate podrían conocerse hechos hasta ahora ignorados, como un eventual gesto de Cuba hacia la Unión Europea (UE) e incluso un posible mensaje de La Habana al presidente de Estados Unidos, Bill Clinton.
Según esas fuentes, toda señal de apertura política, interna o externa, favorecería el estancado diálogo de Cuba con la UE para la firma de un acuerdo marco de colaboración.
Según el diario estadounidense The New York Times, las opiniones de Alarcón y Más Canosa fueron totalmente divergentes, "como era de esperarse", pero las contradicciones se olvidan por el significado político de tener a esos dos importantes dirigentes hablando frente a frente.
El programa sólo llegó a en Cuba a sectores autorizados a disponer de antena para recibir televisión vía satélite.
Tras un momento de descontrol, que convirtió la antena parabólica de fabricación casera en instrumento de amplio y gratuito consumo popular, en 1995 fue decretada su prohibición.
Se codificaron las señales y únicamente organismos del Estado, representantes extranjeros y el sector diplomático pueden recibir ahora televisión satelital.
"En cualquier momento empiezan a circular videos clandestinos con la grabación del debate", comentó un miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, entidad gremial con presupuesto del Estado.
Mientras para los medios oficiales de la isla el programa de la CBS "no existe", un despacho de la agencia cubana Prensa Latina dijo el viernes desde México que el debate no había pasado de ser "un diálogo de sordos".
Prensa Latina citó a Alarcón y aseguró que el alto funcionario había sido invitado a enfrentarse al escritor peruano Mario Vargas Llosa y que en su lugar se encontró a Más Canosa.
Observadores locales estiman que de ser cierta esa versión habría que preguntarse qué llevó a Alarcón, ante las cámaras de un programa que no se transmitía en vivo, a aceptar la sustitución del polemista que debía enfrentar.
Diplomáticos consultados en La Habana coincidieron en que es muy difícil encontrar en la isla a un alto funcionario que tome una decisión de ese tipo sin previa autorización del propio Castro.
Pero Alarcón, una de las mayores autoridades cubanas en materia de relaciones internacionales, podría ser capaz de tomar una decisión por su cuenta si la situación lo exigiese.
"Cuba no ha dialogado ni dialogará jamás con histéricos, mafiosos y anexionistas", dijo el día 29 el canciller Roberto Robaina, y aseguró que nada ha cambiado en la política de su gobierno hacia los sectores más radicales del exilio cubano en Estados Unidos.
Robaina hizo referencia al "boom" noticioso que acompañó en la prensa estadounidense el anuncio de las entrevistas a Alarcón y Más Canosa y opinó que "esas publicaciones sólo pretendían confundir" y crear una expectativa sobre un debate cubano que no existe.
Las declaraciones de Robaina fueron interpretadas en círculos diplomáticos en La Habana como una crítica expresa a Alarcón, aunque el canciller nunca se refirió directamente a la entrevista concedida por el presidente del Parlamento.
Fuentes de la cancillería aseguraron el día 27 a IPS que Alarcón sólo respondió a la invitación de participar en un panel para comentar el programa realizado por la CBS con motivo de los 70 años que Castro cumplió el 13 de agosto.
Prensa Latina se concentró en la versión del "engaño", señalando que al permitirse a Más Canosa la lectura de parte de sus respuestas "se puso en duda la imparcialidad del panel y se dejó traslucir la sospecha" de que el dirigente exiliado "conocía de antemano al menos parte de las preguntas".
"Detrás de esto puede haber muchas cosas, pero no un cambio radical de política por la parte cubana", dijo una especialista del Centro de Alternativas Políticas de la Universidad de La Habana.
Cuba decidió normalizar sus relaciones con un sector de la emigración cubana en 1994, pero se negó al diálogo con organizaciones como la FNCA que niegan legitimidad al gobierno de Castro, defienden el bloqueo estadounidense a la isla y proclaman la necesidad del retorno del capitalismo al país caribeño.
"No hablamos con histéricos", es desde entonces la posición de la cancillería cubana ante cada nuevo diálogo con la emigración y fue la posición que ratificó ante el llamado "gran debate cubano" de CBS Telenoticias. (FIN/IPS/da/ff/ip/96