Tomar sol junto al mar sigue siendo una de las formas preferidas de pasar el tiempo libre en Cuba, donde la población vive ajena a las consecuencias del hueco en la capa de ozono.
Ante una persona muy blanca los cubanos reaccionan como ante un enfermo y son contados los que acuden a una crema protectora de la piel cuando llega el verano.
"Me pongo roja los tres primero días, cambio la piel y, entonces, me voy bronceando, nunca ha pasado de eso", dijo una joven técnica que pasó todo agosto en la playa y se expuso durante largas horas a los rayos del sol.
Aunque un anuncio televisivo advirtió sobre la necesidad de proteger la piel en los meses de verano, la mayoría de los cubanos vive tranquila porque los efectos de la destrucción de la capa de ozono no se sienten en la isla.
Estudios realizados demuestran que, por el momento, la capa de ozono que impide la llegada a la superficie terrestre de los rayos ultravioletas, se mantiene intacta en la región del Caribe.
Desde 1984, los meteorólogos cubanos miden diariamente el contenido de ozono en la atmósfera, que se mantiene alrededor de 2,78 milímetros, en una escala considerada normal para la zona tropical entre 2,5 y 3,1 milímetros.
"En la región tropical y subtropical la capa de ozono está intacta", afirmó Carlos Noland Empty, director de la Oficina Técnica del Ozono de Cuba, en un seminario que se celebra este lunes con motivo del Día Mundial de Protección de la Capa de Ozono.
La institución que se ocupa del tema del ozono en la isla fue creada en febrero del año pasado con la colaboración de varias agencias del sistema de las Naciones Unidas y gracias a una contribución de 172.000 dólares del Fondo Multilateral del Protocolo de Montreal.
Según Noland, el país caribeño cuenta con un sólido sistema de leyes y regulaciones, sobre los cuales se basan los esfuerzos locales para controlar las emanaciones de gases destructores de ese escudo natural de la vida en el planeta.
A pesar de no integrar la lista de los directamente afectados, el gobierno cubano mostró hace más de 10 años una gran receptividad hacia la necesidad de aplicar medidas que contribuyan a la disminución del hueco en la capa de ozono.
El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) reveló el 12 de junio de este año que el agujero detectado en la capa de ozono rebasa los 25 millones de kilómetros cuadrados y es mayor que el área ocupada por América Latina y el Caribe.
Los efectos del hueco en el llamado escudo protector de la tierra, que se sienten sobre todo en América del Sur, dañan cosechas y plantas, causan cáncer de piel y cataratas en los seres humanos, y destruyen el fitoplanton que sostiene la cadena alimenticia marina.
El Programa Nacional de Medio Ambiente y Desarrollo, aprobado en 1995 como la adecuación cubana a la Agenda 21 adopta en 1992 en la Cumbre de Río, estableció las acciones generales a seguir para cumplir con los compromisos contraídos ante el Protocolo de Montreal, del cual el país es signatario.
El gobierno pretende eliminar para el año 2006 el empleo en la industria y la agricultura de los clorofluorocarbonos, los halones, usados en extintores de incendios y con alto contenido de bromo, y el bromuro de metilo, utilizado en la fumigación y los procesos químicos.
También contrajo el compromiso de convertir su capacidad instalada de equipos de refrigeración, climatización y extinción con halones, y de sustituir el metilcloroformo, tetracloruro de carbono y bromuro de metilo por sustancias que no afecten la capa de ozono.
Una de sus acciones en ese sentido es la obtención del gas refrigerante lb-12, mezcla de varios gases subproductos del petróleo, cuya fabricación se inició como una alternativa en tiempos de crisis para resolver los problemas de la refrigeración doméstica en el país.
Según los expertos, cualquier refrigerador doméstico requiere sólo de 50 gramos de lb-12, una carga equivalente a dos fosforeras comunes, mientras que en el caso del gas freón se necesitan de 120 a 150 gramos.
Entre las acciones previstas por el Programa Nacional se incluye perfeccionar los modelos para el cálculo de la radiación ultravioleta, promover investigaciones sobre los efectos de esos rayos en la salud humana y el ambiente, y vincular a todos los organismos del país al reciclaje de clorofluorocarbonos.
"Pretendemos promover una cultura para la conservación de esa especie de escudo que a una altura de 25 a 40 kilómetros preserva la vida animal y vegetal", dijo Noland al presentar una jornada nacional de concursos, conferencias y maratones populares. (FIN/IPS/da/ag/en/96