El gobierno de Chile declinó declarar duelo oficial por la muerte del general retirado César Mendoza, ex jefe de la policía de Carabineros y uno de los gestores del golpe de Estado de 1973, fallecido hoy a los 79 años.
La decisión del presidente Eduardo Frei, fundamentada en razones protocolares, desató polémica y contrastó con el duelo oficial de tres días decretado hace dos semanas, cuando murió el almirante José Toribio Merino.
Mendoza, quien agonizaba desde junio a consecuencia de un cáncer hepático con complicaciones intestinales, cumplió 79 años el miércoles último, en coincidencia con el 23 aniversario del cruento golpe militar del 11 de septiembre de 1973.
Tras las muertes de Merino, ex comandante de la Armada, y de Mendoza, los únicos mandos golpistas que sobreviven son el ex dictador y comandante del Ejército, general Augusto Pinochet, y el ex jefe de la Fuerza Aérea (FACH), general Gustavo Leigh.
Este último puede fallecer igualmente en breve, ya que desde hace un mes está internado en la unidad de cuidados intensivos del hospital de la FACH, donde se le mantiene con vida mediante sueros, sedantes y conectado a ventilación mecánica.
Mendoza, quien fue forzado a renunciar al mando de Carabineros en agosto de 1985 tras el secuestro y degüello de tres militantes comunistas, fue siempre considerado el más oscuro de los cuatro miembros de la Junta militar que asaltó el poder en 1973.
El presidente de la derechista Unión Demócrata Independiente, Jovino Novoa, pidió al gobierno "no ser mezquino" y que "no infrinja un agravio gratuito a Carabineros", exhortándolo a declarar duelo oficial por la muerte de su ex director.
El diputado Andrés Allamand, presidente del Partido Renovación Nacional, el mayor de la derecha opositora, llamó también a Frei a "tener un gesto de buena voluntad" y planteó que "no es razonable generar una polémica por asuntos protocolares".
Fuentes gubernamentales explicaron las diferencia con la reacción en el caso de Merino, señalando que este último abandonó voluntariamente la jefatura de la Armada el 8 de marzo de 1990, tres días antes del restablecimiento de la democracia.
Mendoza, en cambio, fue en rigor destituido el 2 de agosto de 1985, luego de que el juez José Canovas estableciera que el asesinato de los tres comunistas, cometido en marzo del mismo año, fue obra de un grupo de efectivos de Carabineros.
El viceministro de la Secretaría General de Gobierno, Edgardo Riveros, quien expresó las condolencias oficiales a la institución policial y a la familia de Mendoza, aclaró que "protocolarmente no corresponde duelo oficial" por su muerte.
Riveros añadió que el gobierno será representado el domingo en los funerales del general por los ministros del Interior, Carlos Figueroa, de Defensa, Edmundo Pérez, y el viceministro de Carabineros de esta última cartera, Luciano Fouilloux.
El vicepresidente de la Democracia Cristiana, Francisco Frei, hermano del presidente, declinó emitir opiniones sobre el papel cumplido por Mendoza en la política chilena, señalando sólo que "la historia será la encargada de juzgarlo".
El diputado Jorge Schaulsohn, presidente del también oficialista Partido Por la Democracia, caracterizó al fallecido general como miembro de "un régimen ilegítimo", que estuvo involucrado en un "asesinato atroz".
Schaulsohn recordó así el caso de los tres comunistas degollados, por el cual el juez Milton Juica pidió en 1994 el enjuiciamiento de cinco jefes policiales, incluyendo a Mendoza y a su sucesor en el mando, el general Rodolfo Stange.
Todos ellos fueron sin embargo absueltos por la justicia, luego de una prolongada crisis entre Frei y Stange, quien se amparó en leyes heredadas de la dictadura para rechazar el pedido de renuncia que le hiciera Frei y seguir en el cargo hasta 1995.
El senador Jaime Gazmuri, del cogobernante Partido Socialista, dijo que Mendoza fue parte de un régimen "que se caracterizó por reprimir al pueblo" y subrayó que accedió al mando policial en medio de la "conspiración contra la democracia" de 1973.
El 11 de septiembre de 1973 Mendoza era el octavo general más antiguo del escalafón de Carabineros y fue elevado al mando por el Ejército, que literalmenta barrió a la cúpula policial encabezada por el general Luis Sepúlveda, contraria al golpe.
El mayor mérito que podía exhibir Mendoza en ese entonces era su brillante trayectoria como equitador, con medallas de oro en dos Juegos Panamericanos, y miembro del equipo chileno que ganó presea de plata en los Juegos Olímpicos de Helsinki de 1952.
Durante los 12 años en que fue miembro de la Junta Militar, el fallecido general fue un personaje secundario, siempre a la sombra de Pinochet, a quien apoyó incondicionalmente en la crisis interna que en 1978 culminó con la salida de Leigh del gobierno.
En los medios opositores a la dictadura y en los círculos de exiliados se le apodaba "Mendocita" e inspiró numerosos chistes en que aparecía sirviendo el café en las reuniones de la Junta y cumpliendo mandados para Pinochet. (FIN/IPS/ggr/ag/ip/96