Antes, las niñas del Caribe eran obligadas a abandonar la escuela y sufrían el rechazo de sus familias a causa del embarazo precoz. Ahora, esas actitudes están cambiando en toda la región, pero no lo suficiente.
La Asociación de Planificación Familiar del Caribe (CFPA) con sede en Antigua concluyó hace 12 años que la sociedad caribeña tendía, en general, a considerar que un embarazo significaba para las adolescentes el fin de su educación.
Para muchas organizaciones no gubernamentales, modificar esta actitud era clave para aliviar la gravedad del fenómeno, pues una niña que debe abandonar la escuela a los 13 años a causa de la gravidez es más proclive a tener otro hijo a los 15, advierten algunos expertos.
"La mejor forma de prevenir el embarazo de adolescentes es dar a las jóvenes gestantes o con hijos la oportunidad de permanecer en la escuela", dijo el jefe ejecutivo de la CFPA, Tirbani Jagdeo.
Woonie, una surinamesa de 14 años, sintió que su popularidad en la escuela aumentó cuando comenzó a salir con un joven de 20 años, pero él rompió la relación cuatro meses después, cuando ella quedó embarazada. Su mundo comenzó a desvanecerse.
Con la ayuda de su familia y de Jovroce, una organización no gubernamental que trabaja con el gobierno en la vuelta de las niñas embarazadas al sistema educativo o a su inserción en el mercado laboral, pudo continuar en la escuela. Ahora considera el ingreso a la universidad.
"Se trata de generar una combinación de fortaleza de la unidad de la familia, educación y posibilidades de futuro, circunstancias que dan fuerza a las niñas para decir 'no' o actuar con responsabilidad", explicó Jagdeo.
Por el contrario, "una combinación de circunstancias negativas tiende a colocarlas en la búsqueda de gratificación sexual precoz", dijo.
Al igual que Jovroce en Suriname, el Centro Femenino para Madres Adolescentes de Jamaica intenta que el embarazo de las adolescentes no signifique el fin de las vidas de las niñas, mientras, en cambio, sus padres pueden continuar sin interrupciones su educación en la mayoría de los casos.
Esta organización fue, al principio, no gubernamental, pero ahora pertenece al gobierno de Jamaica.
En la misma tarea, en Bahamas opera el Programa de Enseñanza Continua para Madres Estudiantes, en Antigua, la Escuela de Oportunidades Doradas, y en Trinidad y Tobago, el Programa Nuevas Oportunidades.
La consejera familiar y educadora trinitaria Vanda Gómes afirmó que, a menos que se registre una intervención de este tipo de organizaciones, muchas jóvenes mujeres serán expulsadas del sistema educativo de forma indefinida.
Mientras aun existe cierta resistencia en el sistema de educación pública a la admisión de madres adolescentes, una serie de institutos privados, tanto de nivel secundario como terciario, da a cada vez más mujeres de la región la oportunidad de continuar en el sistema educativo.
Este hecho se corrobora fácilmente en las inscripciones a estos centros, en muchos de los cuales las mujeres superan ampliamente a los varones.
De 550 graduados de la Universidad de Indias Occidentales en St. Augustine en 1990, 301 fueron mujeres. En la misma universidad, pero en Jamaica, 4.213 de los 6.667 estudiantes inscriptos en 1995 eran mujeres.
En la enseñanza media jamaiquina, las inscripciones femeninas de 1995 fueron 61.185 de un total de 115.509.
De todos modos, se mantiene un sesgo institucionalizado dentro del sistema educativo, según los expertos.
El Secretariado de la Comunidad de Naciones del Caribe (Caricom) reveló en 1995 que, a pesar de la composición de la población, las inscripciones masculinas en los niveles primarios de educación continúan superando a las femeninas en Montserrat, St. Kitts and Nevis, Santa Lucía y Trinidad y Tobago.
Los planificadores familiares de la región intentan mantener a la baja los embarazos precoces y han logrado algún éxito, pero un informe de 1990 demuestra que entre 25 y 30 por ciento de los nacimientos registrados en el Caribe correspondían a madres adolescentes.
Sin embargo, "ahora existe mucha más tolerancia e indulgencia como resultado de la educación y la información", por lo cual los embarazos precoces "no son ya la cosa espantosa que antes muchos creían que era", dijo el educador trinitario Oswald Pierre.
A pesar del cambio de actitudes, Jagdeo sostuvo que aun se requiere un mayor grado de tolerancia hacia las niñas embarazadas y madres en la región.
"No conozco escuelas que no expulsen a las niñas, y esa práctica está tan establecida en la región que muchas jóvenes ni siquiera llegan a enfrentar el problema", acusó Jagdeo. "Ellas reconocen su embarazo cuando ya es evidente y se van por su propia voluntad", agregó. (FIN/IPS/tra-en/wg/cb/mj/pr/96