BOSNIA: Milosevic cuenta los votos y aún sueña con la Gran Serbia

La calma reacción de Belgrado a las elecciones celebradas este sábado en Bosnia-Herzegovina no disimuló los intereses que el presidente de Serbia, Slobodan Milosevic, tiene en cada voto que se introdujo en las urnas.

A pesar de que Milocevic manifestó después de los comicios su confianza en que "todas las fuerzas de la escena política desarrollarán una cooperación exitosa", hubo pocos cambios en las cuestiones de fondo. El presidente aún sueña con la Gran Serbia, aunque los papeles digan lo contrario.

Para los serbios en Bosnia-Herzegovina, tanto como para los croatas, la partición del país ocupa buena parte de sus proclamas, y todo eso viene siendo discutido por Milosevic y el presidente de Croacia, Franjo Tudjman, desde 1991.

En este proceso, como siempre, Milosevic siguió una estrategia muy cuidadosa, pero también muy calculada, consistente en brindar respaldos claros y directos durante el período preelectoral.

Milosevic jugó tranquila y diligentemente a desactivar las estructuras informales de poder manejadas por el ex presidente de los serbios en Bosnia-Herzegovina Radovan Karadzic, acusado de crímenes de guerra.

Los hombres del presidente de Serbia se encargaron de esa tarea en Banja Luka y otros poblados clave en el 49 por ciento del territorio de Bosnia-Herzegovina denominado por su mayoría serbia Republika Srpska.

Mientras tanto, la coalición opositora en Banja Luka, constituida tanto por partidos izquierdista, liberales y demócratas como por disidentes del Partido Democrático Serbio (SDS) que lidera Karadzic, contó con el respaldo de Belgrado.

Más que poner en funcionamiento los vínculos de los serbios en Bosnia-Herzegovina con Belgrado, la principal estrategia de Milosevic fue dejar en claro que el SDS y Karadzic perdieron la guerra, que el ex líder está políticamente muerto que la Republika Srpska es esencialmente corrupta y pobre.

Milosevic se comportó con mucho cuidado en el engañoso ambiente político bosnio. Respaldó a la oposición en Banja Luka a través de sus medios de comunicación, sus bancos y sus servicios secretos.

Al mismo tiempo, empleó sus recursos en Serbia para montar una discreta campaña dirigida a persuadir a los refugiados serbios en Bosnia-Herzegovina de que no votaran en sus lugares de origen hoy controladas por la Federación Croato-Musulmana.

La creciente presión en ese sentio involucra amenazas directas. Se dijo a los serbios que su traslado a votar en sus antiguas ciudades implicaría la renuncia a la ciudadanía yugoslava, la negación de la categoría de refugiado y el retiro de la ayuda humanitaria destinada a ellos.

El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), varias instituciones de defensa de los derechos humanos y organizaciones no gubernamentales alertaron reiteradamente que esas presiones son comunes en las áreas de Bosnia-Herzegovina controladas por serbios.

La lógica política de estas medidas es asegurar que el voto serbio en Bosnia no se disperse. La mayoría de los refugiados serbios procede de áreas hoy bajo control de la Federación Croato- Musulmana, como Sarajevo, Herzegovina oriental y Bosnia occidental.

A medida que los serbios pierden la esperanza de que esas zonas vuelvan a quedar bajo su control, la única medida pragmáticamente posible es el voto en calidad de refugiados en sus actuales lugares de residencia.

Se supone que la mayoría sufragó por la línea dura representada por el SDS, pero Milosevic logró que también votaran por el "status quo" en Bosnia-Herzegovina y, por lo tanto, por mantener los resultados de la limpieza étnica.

En otras palabras, Milosevic intentó alcanzar dos objetivos contradictorios, pero solo en apariencia.

Por un lado, intentó debilitar a Karadzic y a su pandilla a través de las elecciones y, también, trasladar el centro de gravedad política de los serbios en Bosnia-Herzegovina de Pale a Banja Luka.

Por otra parte, Milosevic procura preservar los resultados de la guerra librada por Karadzic, en especial las líneas fronterizas que produjo, en los hechos, la limpieza étnica.

Los resultados de las elecciones del sábado dirán si Milosevic tuvo éxito en marginar a Pale. Pero suceda lo que suceda, en el breve plazo, el presidente no descarta el proyecto de la Gran Serbia, al menos hasta que se le ocurra otra idea.

En cualquier caso, ¿quiénes son los serbios "moderados" o "razonables" que tomarán el lugar de Karadzic?

Después de tres años de guerra y dictadura al estilo nazi, difícilmente haya un solo político decente que intente construir un programa creíble para la Republika Srpska, el monstruoso estado creado por el líder serbio.

El alcalde de Banja Luka, Predrag Radic, candidato a la presidencia por la oposición a Karadzic, y Zivko Radisic, hoy líder de la rama bosnia del Partido Socialista de Milosevic, se comportaron durante la guerra de forma muy parecida al hoy acusado de crímenes contra la humanidad.

Ninguno de ellos pronunció jamás una palabra contra los crímenes de guerra, las masacres y las expulsiones de quienes no eran serbios.

La única excepción honorable es Miodrag Zivanovic, del Partido Liberal de Banja Luka, quien pagó cara su oposición a las prácticas racistas de Karadzic, pues fue obligado a pasar la mayor parte del conflicto en las trincheras.

La aspiración de Milosevic es que estos "nuevos" serbios en Bosnia-Herzegovina no le apedreen la casa, por lo menos en el breve plazo.

Aun en la eventualidad de que el escrutinio arroje un resultado sorprendente y los opositores a Karadzic ganen, nadie puede imaginar que estos "nuevos" dirigentes acepten una Bosnia- Herzegovina unificada igual que la que pretenden croatas y musulmanes.

Probablemente, comenzarán a comportarse como los croatas de Herzegovina occidental o como lo hicieron Karadzic y sus amigos en los últimos tres años.

De ese modo, volverán a escucharse discursos que dirán que las distintas etnias no pueden vivir juntas, que están luchando por un estado propio y que sus esfuerzos y sus muertos no pueden haber sido en vano.

En las actuales circunstancias, las objeciones morales son irrelevantes. El realismo político es la moda entre las grandes potencias del mundo.

Si el principal objetivo inmediato de Occidente era sacarse de encima a Karadzic a cualquier costo, ¿a quién le importa el repugnante pasado de Radic, mientras el alcalde de Banja LuKa esté a favor de Milosevic y contra Karadzic?

(*) Milos Vasic es uno de los principales periodistas de la revista independiente Vreme, de Belgrado. (FIN/IPS/tra- en/wr/rj/mj/ip/96

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