El formal apoyo a una Bosnia-Herzegovina reunificada y multiétnica es desmentido de hecho por ambos socios de la endeble Federación que une a musulmanes y croatas bosnios, los primeros predominantes en el gobierno actual, y los segundos sus supuestos aliados institucionales en una mitad del país.
La Federación musulmano-croata fue creada en los acuerdos de paz con la intención de unificar el 51 por ciento del territorio bosnio que correspondió en el reparto a estas dos comunidades, para servir de contrapeso a una entidad serbobosnia profundamente atrincherada en el restante 49 por ciento del país.
Los observadores entienden que las complejas elecciones de alcance nacional que se celebrarán este sábado para dar vida a una presidencia tripartita y a un parlamento a nivel estatal, no harán otra cosa que ratificar la división étnica que separa ambas comunidades y la debilidad de la Federación musulmano-croata.
Fuentes diplomáticas advierten que las actitudes cada vez más sectarias de los croatas bosnios y del gobierno "bosniaco" (de mayoría musulmana), asentado en Sarajevo, aumentan la posibilidad de que se produzca finalmente una partición de la Federación.
El gobierno bosniaco hizo caudal, durante todo el tiempo de la guerra, de su decisión de recrear el carácter multiétnico del país, manteniéndolo unido y rechazando la posible creación de tres estados étnicos (el serbio, el musulmán y el croata), por entender que con ello se convalidaría la "limpieza étnica".
Sin embargo, las realidades demográficas de posguerra y la determinación de los croatas bosnios y los serbios bosnios por mantener sus respectivas identidades en los territorios que dominan por separado, han dado por resultado una polarización creciente.
Los principales partidos bosniacos han subrayado su calidad de "islámicos", desvaneciendo el multiculturalismo que otrora defendían.
Parte de esta reacción se debe a la creencia de que tanto las comunidades croatas como las serbias votarán por los partidos sectarios de sus respectivas etnias, que no muestran interés en los propósitos unificadores de los tratados de paz.
Una buena parte de las personas que así reaccionan llegan a reconocer, sin embargo, que las elecciones debilitarán la posición de los musulmanes en el país.
El presidente de Bosnia, el musulmán Alija Izetbegovic, aceptó en Dayton (Ohio) -donde se negoció el tratado- la presidencia tripartita serbo-croato-musulmana, resignando su aspiración a ser el único presidente de toda Bosnia-Herzegovina y debilitando al mismo tiempo su posición internacional.
Los votantes musulmanes se presentan divididos, en su mayoría, entre el Partido de Acción Democrática (SDA), de Izetbegovic, y Lista Unida, coalición de cinco partidos de centro-izquierda, que presenta la candidatura de Haris Silajdzic, un ex primer ministro que ahora propugna un estado no sectario.
Esta división del campo musulmán podría abrir el camino de la presidencia del triunvirato que ejercerá la jefatura del Estado al serbio bosnio radical Momcilo Krajisnik, abierto enemigo de la unificación, otra perspectiva que puede inclinar a los bosniacos a votar por las tendencias étnicas.
Los adversarios de Izetbegovic afirman que su ambición actual es fortalecer al SDA en previsión de una partición definitiva que podría producirse de hecho, más allá de estas elecciones.
Con ello el presidente musulmán borraría, según esas críticas, largos años de prédica hacia el mundo exterior en defensa de las fronteras internacionalmente reconocidas de Bosnia y contra todo intento de romper el Estado multiétnico.
Muchos dirigentes del SDA reclaman abiertamente la redefinición de una zona bosniaca como estado musulmán separado, lo cual significaría la ruptura de la alianza con los croatas bosnios, de fe católica.
Sin perjuicio de la forma enfática con que está jugando la carta islámica tanto en su campaña como en sus contactos con los países musulmanes, Izetbegovic no es un fundamentalista.
No obstante, le costará resistirse a las voces que piden el aislamiento islámico si la división étnica, reforzada por el resultado de elecciones de este sábado, desemboca sencillamente en el bloqueo o el colapso de las instituciones comunes concebidas en el tratado de paz para reconstruir el país.
En el campo opuesto, la Unión Democrática Croata (HDZ), hermana del partido gobernante en la vecina Croacia con el liderazgo del presidente Franjo Tudjman, se encuentra en posición de barrer con los votos en Herzegovina, la región occidental que los croatas bosnios declararon estado independiente en 1992.
Los croatas bosnios -de manera especial en la disputada ciudad de Móstar, que fue escenario de los peores enfrentamientos entre musulmanes y croatas durante al guerra civil de 43 meses- sienten un odio profundo hacia los bosniacos.
El dirigente croatobosnio Kresimir Zubak, candidato del HDZ, advirtió contra cualquier intento de "gobernar" por parte del baluarte musulmán de Sarajevo, pese a que la fuerza política más popular en la capital sigue siendo Lista Unida, que defiende la idea del estado multiétnico.
"Cuanto mayor sea la tendencia hacia la centralización en Sarajevo, mayores serán las aspiraciones separatistas del pueblo croata", dijo Zubak. (FIN/IPS/tra-en/as/mom/rj/arl/ip/96