Lo que comenzó como una protesta de una docena de activistas de Beijing en Hong Kong, se convirtió en un vasto movimiento patriótico de ciudadanos que demandan un enfrentamiento entre China y Japón por un disputado archipiélago.
Una masiva manifestación realizada este fin de semana en la colonia atrajo a 10.000 personas, muchas más que durante marchas anteriores para pedir compensación para las víctimas de la contienda chino-japonesa y la opupación nipona de Hong Kong durante la Guerra del Pacífico (1941-1945).
Además, la cuestión no solo unió a grupos prodemocráticos y pro- Beijing, sino a empleados públicos normalmente apolíticos que tambien se han sumado a las protestas contra Japón y sus pretensiones de soberanía sobre un conjunto de islas deshabitadas.
Conocidas como Diaoyu en China y Senkaku en Japón, las islas están situadas a 480 kilómetros al sudeste de la prefectura meridional nipona de Okinawa, que sirve de base a miles de soldados estadounidenses.
La superficie total de las islas es de 4,3 kilómetros cuadrados, pero se las considera ignificativas no solo porque sus aguas adyacentes son ricas en peces, sino tambien por los indeterminados volúmenes de gas y petróleo existentes en su plataforma submarina.
El archipiélago ha sido durante décadas una fuente de tensión en Asia Oriental, pero a fines de agosto, cuando un grupo de estudiantes derechistas japoneses erigieron un faro en una de las cinco islas, las relaciones interregionales cayeron en picada.
Inmediatamente, activistas pro-Beijing en Hong Kong demandaron al gobierno chino de intervenir para obligar el retiro del faro a Tokio, así como una bandera nipona y un monumento levantado para honrar a los muertos japoneses en la guerra.
Las protestas se agudizaron cuando Japón reiteró sus pretensiones sobre las islas a comienzos de septiembre y expresó que los estudiantes derechistas actuaron por cuenta propia.
A nivel oficial, tanto China como Taiwan expresaron a viva voz su desaprobación sobre los hechos pero, sorpresivamente, la verdadera presión para adoptar medidas surgió de un amplio sector de la sociedad de Hong Kong que generalmente es apolítico y está dividido acerca de las iniciativas políticas de Beijing.
"Los japoneses deben darse cuenta que toda la gente de China y Hong Kong en el mundo, no solo un puñado de personas, está furiosa por lo que hicieron", declaró Chan Yuen-an, de la Federación de Sindicatos pro-Beijing en la colonia.
Miembros del poderoso sindicato local de empleados públicos, que agrupa a 50.000 afiliados, tomaron parte de la demostración del domingo si bien Felix Cheung, titular de la organización laboral, insistió que no era el caso que los empleados públicos se "politicen".
"La manifestación no tuvo una naturaleza política, es una importante cuestión de orgullo público", afirmó.
Muchos académicos se sumaron a la protesta, con más de 700 docentes de facultades y universidades que firmaron una declaración publicada la semana pasada en el diario en idioma chino "Ming Pao", de Hong Kong.
Los firmantes dijeron que tienen "la responsabilidad como intelectuales chinos de reafirmar la soberanía nacional sobre las islas".
Incluso políticos generalmente cautos, como el titular del partido Demócrata de Hong Kong, Martin Lee, que previamente se había disociado de la retórica antijaponesa, se unió al coro de protestas.
Algunos analistas señalaron que el hecho resulta sobre todo sorprendente porque los activistas prodemocráticos siempre trataron de mantener abiertas las líneas de comunicación con Tokio, para asegurarse el apoyo nipón a la autonomía de Hong Kong cuando la colonia británica pase a manos de Beijing el 30 de junio de 1997.
La cuestión volverá a estar en primer plano en octubre porque los activistas anunciaron que dos embarcaciones y, posiblemente, una pequeña flotilla, partan hacia las islas. Más de 50 personas se presentaron como voluntarias para unirse al grupo, que tiene el propósito de desmantelar el faro y arriar la bandera japonesa.
Los demostrantes esperan que su acción internacionalice el problema, en especial porque Japón dejó en claro que se opondrá a cualquier intento no autorizado de desembarcar en las islas.
Gran Bretaña, que hasta ahora se ha mantenido completamente en silencio sobre el problema, podría verse involucrada porque muchos miembros del grupo que anunciaron la partida hacia las islas el 5 de octubre próximo tienen pasaportes británicos, lo cual les asegura protección consular si se ven amenazados.
También de alguna manera Estados Unidos tiene que ver con el litigio porque ejerció control militar sobre las islas desde el fin de la Guerra del Pacífico en 1945 hasta 1972, si bien por el Tratado de Paz de San Francisco ya en 1951 "devolvió" el archipiélago en cuestión a Tokio.
En 1971, Washington comenzó a cambiar el tono mientras las tensiones aumentaron porque Taiwan otorgó a una compañía estadounidense -la Corporación Gulf Oil- una concesión para extraer petróleo en el área.
"El problema no debería involucrar otras partes excepto China, Japón y Taiwan", expresó en su momento un comunicado del departamento de Estado. "No es nuestro problema".
Japón arguye que fue hace menos de 30 años, cuando se descubrió petróleo en el área, que China y Taiwan, la última considerada una provincia renegada por Beijing, presentaron reclamaciones de soberanía. Beijing y Taipei, no obstante, afirman que sus pretensiones son seculares.
No obstante la retórica de las tres partes, Tokio, Beijing y Taipei parecen preparados a llegar a un arreglo a través de canales diplomáticos.
Sin embargo, movimientos cívicos en Hong Kong, que planean organizar más manifestaciones antijaponesas esta semana, no piensan dejar que la cuestión pierda actualidad hasta que el faro, la bandera nipona y el monumento hayan sido abatidos. (FIN/IPS/tra- en/ys/cpg/ego/ip).
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