ASIA ORIENTAL: China apunta sus cañones al militarismo nipón

El "patriotismo" chino está levantando agresivamente la cabeza en Beijing, Taipei y Hong Kong, y apunta al militarismo japonés, si bien muchos analistas afirman que es una maniobra para desviar críticas de sus propias tendencias belicosas.

Cuando en julio pasado la derechista Federación Juvenil Japonesa erigió un faro sobre islas disputadas en el Mar de China, y luego un monumento con la bandera nipona en honor de los caídos en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), airados demostrantes pidieron a Beijing que quitara esas marcas.

Entre los manifestantes hubo algunos sobrevivientes de la brutal ocupación de las tropas imperiales japonesas en China.

Más protestas estallaron en Beijing en agosto pasado cuando el primer ministro nipón, Ryutaro Hashimoto, visitó el panteón de Yasukuni, dedicado a los muertos en combate, en un momento en que el resto de Asia celebraba el aniversario del fin de la Guerra del Pacífico (1941-1945).

Otras demostraciones se produjeron en Taiwan, que tambien reclama que Islas Diaoyu (los japoneses las llaman Senkaku), y en Hong Kong, pero más atenuadas.

La semana pasada, un grupo que incluyó a legisladores de Hong Kong realizó una manifestación en contra del reclamo de las islas por parte de Tokio, con motivo de la visita del ministro nipón de Exteriores, Yuhihiko Ikeda, el 31 de agosto pasado.

Los demostrantes anunciaron que el mes próximo se dirigirán al archipiélago en discusión para demoler el faro.

Al contrario de otras protestas previas contra Japón, como la campaña para pedir compensación por las 100.000 mujeres chinas que fueron obligadas a prostituirse a los soldados del Mikado, y las marchas estudiantiles en China contra el militarismo japonés en general, Beijing ahora ha puesto énfasis en las Islas Diaoyu.

Debido al gran número de víctimas de la agresión japonesa en China, el mayor temor de los dirigentes de Beijing es que el malestar de la población y las protestas se extiendan a todo el país, por lo cual lanzó una campaña de propaganda acerca del archipélago disputado para calmar los ánimos.

"Japón quiere tomar ventaja de los cambios en la situación del Sudeste de Asia desde la culminación de la Guerrea Fría, para demostrar su poder a otros países y tantear la resolución china de custodiar su territorio", expresó un comentario en el oficialista "Diario del Pueblo".

Otro editorial en el "Diario del Ejército de Liberación" puntualizó la ambicion japonesa de convertirse "en una potencia política y militar", apelando a todos los medios, incluso su pretendida soberanía sobre las Islas Diaoyu.

Por el contrario, Taipei ha adoptado una actitud más discreta, teniendo en cuenta sus lazos históricos con Japón y su valor estratégico, ya que alberga a 50.000 soldados estadounidenses en previsión de un ataque militar chino contra la isla.

Al mismo tiempo que reiteró su reclamo, el ministro taiwanés de Exteriores ha dicho que el gobierno "con medios pacíficos, continúa comunicándose y negociando dignamente con Japón acerca del problema".

Las islas en cuestion están deshabitadas y se encuentran a 400 kilómetros al sudoeste de la prefectura japonesa de Okinawa, y 175 kilómetros al noreste de Taiwan, que el gobierno de Beijing considera una provincia renegada.

Algunos analistas en la región han dicho que la agresiva actitud de Beijing es un intento de desviar las críticas de las naciones del Sudeste Asiático, las cuales a su vez temen el supuesto militarismo chino y sus intenciones expansionistas en el Mar del Sur de China.

En mayo último, China anunció que extendía su jurisdicción marítima de 370.000 kilómetros cuadrados a tres millones de kilómetros cuadrados mar afuera de sus costas, acorde con su ratificación en 1982 de la Convención sobre la Ley del Mar de las Naciones Unidas (UNCLOS).

Muchos expertos dijeron que el redimensionamiento chino de sus aguas territoriales estuvo basado sobre la mala interpretación de Beijing, quizás deliberada, del "archipielágico" principio del tratado de la ONU.

Según UNCLOS, solo estados insulares en medio del océano y no un país continental con diversas islas, puede extender sus límites a más de 12 millas náuticas de mar territorial y más de 200 millas de zona económica exclusiva (la milla náutica mide 1.800 metros).

En efecto, Beijing está usando el tratado para tratar de legitimar sus reclamos sobre las Islas Paracel, ricas en minerales y petróleo, que Vietnam insiste forman parte de su territorio.

China pretende, además, las Islas Spratly, igualmente ricas en recursos, en el Mar del Sur de China, que tambien reivindican total o parcialmente Vietnam, Malasia, Brunei, Filipinas y Taiwan.

Los reclamos y contarreclamos constituyen una mezcla combustible en el Mar del Sur de China, opinaron analistas. Sin embargo, por el momento, Beijing ha concentrado su atención en su mar oriental, donde ha denunciado el expansionismo nipón sobre las Islas Diaoyu.

Las naciones occidentales comienzan a preocuparse del aumento de la tensión entre los dos poderosos enemigos en la región, en especial porque Beijing y Tokio se acusan mutuamente de estar dedicados a un rearme masivo.

El último informe de la Agencia Japonesa de Defensa disminuye el tono de la amenaza potencial de Rusia, el tradicional enemigo de Japón, mientras enfatiza el aumento de los gastos militares chinos y ubica implícitamente a Beijing como un nuevo enemigo.

Beijing, a su vez, respondió con un tono similar. La agencia oficial "Nueva China" expresó preocupación por el incremento de los gastos militares japoneses, afirmando que están segundos despues de Estados Unidos.

"Por 50 años Japón no ha cesado jamás de ampliar su capacidad militar. Su presupuesto de defensa ha aumentado cada año", aseguró la agencia, agregando que el rearme nipón no es solo defensivo.

En público, Beijing ha venido criticando a Japón por sus pretensiones sobre las Islas Diaoyu y la influencia de la derecha militarista en su política, si bien documentos internos del Partido Comunista dejan como un trapoo a Tokio por cooperar con Washington en una nueva política de contención contra China.

"Debemos estar vigilantes respecto a la minoría militarista japonesa", declaró el presidente chino Jiang Zemin durante un viaje que realizó a Seul el año pasado.

Esa retórica ha sido particularmente estridente desde que Tokio y Washington decidieron en abril último reforzar su cooperación en materia de defensa.

Un editorial en el "China Daily", escrito en inglés, consideró a Washington el responsable directo del resurgimiento del militarismo nipón.

"Es conspicuo que, mientras se afana por culpar a China de fomentar su nacionalismo, esa gran superpotencia (Estados Unidos) ha preferido hacer caso omiso de las señales de nacionalismo extremista en Japón", expresó. (FIN/IPS/tra-en/ys/cpg/ego/ip).

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