La ciudad turística jamaiquina de Montego Bay se pondrá de moda el mes próximo cuando suenen las primeras notas en el festival llamado Air Jamaica Jazz and Blues Festival.
Con la presencia del legendario guitarrista George Benson y el saxofonista Brandford Marsalis, el festival parece ser una segunda edición de otro similar que tuvo lugar en Jamaica hace sólo dos meses.
El Festival de Jazz de Jamaica, celebrado en Ocho Ríos -sobre la costa norte del país- por quinto año consecutivo en julio pasado, atrajo a unos 5.000 aficionados.
Los países que forman la cadena de las islas caribeñas se desviven en estos tiempos por presentar sus propios festivales de jazz, y su interés no se debe solamente a que amen ese estilo de música sino también al dinero que estos eventos atraen.
"La gente debe comprender que estos festivales son algo más que simplemente música", dijo Michael Anthony Cuff, disc jockey jamaiquino y devoto del jazz. "Me refiero al ambiente, ya que el Caribe es muy seductor".
Esa atmósfera caribeña ha atraído anualmente a miles de personas a estas islas, para ver y escuchar a los máximos exponentes del jazz, el ritmo y el blues en cualquiera de los diversos festivales, lo cual estimula el turismo incluso en los territorios más pequeños.
"Varias islas utilizan estos acontecimientos para captar turistas, ya que muchos visitantes convierten a los festivales en sucesos sociales internacionales", comentó Cuff.
No importa que el reggae y el calipso continúen siendo las formas musicales dominantes en esta región. El jazz toca la cuerda adecuada.
Los movimientos de cadera en los carnavales continúan acompañando al ritmo del calipso en la mayoría de las islas del Caribe oriental. Los festivales Reggae Sunsplash y Reggae Sunfest reinan en Jamaica como cajas de resonancia de la música nacional.
La tendencia hacia el jazz, sin embargo, es tan fuerte que resulta difícil encontrar un territorio que no organice un festival de este estilo. Las gemelas islas de Trinidad y Tobago tienen el Pan Jazz, y el festival de Santa Lucía se vuelve cada vez más popular. Otros eventos menores existen en diversas islas.
El promotor de conciertos Derrick Lewis considera a los festivales como negocios que producen mucho dinero. En asociación con la firma estadounidense PKB Arts and Entertainment, que tiene sede en Maryland, ha producido varios de estos festivales de jazz.
Lewis aclaró que mientras la gente local apoya especialmente a sus respectivas músicas, los promotores como él apuntan a una audiencia estadounidense.
"Nos dirigimos a una audiencia estadounidense de color, que encuentra al Caribe más atractivo que Europa", explicó Lewis. "Esto se adapta a su idea de algo paradisíaco".
También resulta más barato para los promotores organizar estos festivales fuera de Estados Unidos y lejos de Europa. El festival de Montego Bay, por ejemplo, costará 500.000 dólares. "El beneficio es para nosotros y para el país, ya que el dinero se queda en el lugar", añadió Lewis.
Muchos puristas del jazz critican a los festivales por estar a su juicio diluidos, y mencionan a propósito los numerosos eventos no jazzísticos que figuran en la programación.
Sonny Bradshaw, músico veterano y jefe de la organización del Festival de Jazz de Jamaica, opinó que la mayoría de estos eventos no son realmente festivales de jazz.
"Excepto el festival Pan Jazz de Trinidad, que tiene algo de carácter, los otros son simplemente festivales 'americanos'. No son festivales de jazz sino festivales pop: de música popular".
El festival de jazz de Santa Lucía, considerado el de mayor éxito, atrajo a 20.000 personas durante cuatro días en su última edición, en junio pasado.
Gigantes del R&B como Roberta Flack, El Debarge y Geoffrey Osbourne, se han hecho presentes en espectáculos promocionados como de jazz. A despecho del ceño fruncido de los tradicionalistas, estas estrellas populares han hecho pasar a miles de personas por la taquilla.
Mientras la firma PKB prepara su próxima excursión al Caribe, Lewis admitió que el crecimiento de los festivales no deja de preocupar a los promotores, que se muestran cautos ante el riesgo de matar la gallina de los huevos de oro.
"Son una buena cosa, pero hay que evitar una explotación excesiva" advirtió. (FIN/IPS/tra-en/hc/arl/cr/96