El presidente de Argentina, Carlos Menem, encabezará este jueves una reunión con el fin de que todos los sectores del oficialismo cierren filas detrás de una estrategia de gobierno que le permita terminar su mandato sin sobresaltos en 1999.
Sin embargo, la cita arranca con una debilidad que amenaza su éxito: algunos gobernadores, parlamentarios, dirigentes del gobernante Partido Justicialista y la cúpula en pleno de la mayor central sindical del país no serán de la partida, debido a la decisión de impedir el debate en el cónclave.
Los representantes del Partido Justicialista deberán limitarse a escuchar un discurso de Menem en el que planteará su plan hacia 1999, trazará una estrategia para combatir el alto desempleo -uno de los flancos más criticados de su administración- y pedirá muestras de lealtad.
Así, el presidente intentará ratificar su liderazgo, algo que los observadores consideran clave desde fines de julio, cuando se precipitó la caída de Domingo Cavallo, mentor del programa que puso punto final a la alta inflación y responsable de la política económica durante cinco años.
El sucesor de Cavallo, Roque Fernández, no consigue un respaldo en bloque del oficialismo a sus propuestas de ajuste fiscal previsto para cerrar las cuentas públicas con un déficit menos abultado que el previsto, de 6.600 millones de dólares, y recuperar así la confianza de inversores externos.
Tal como advirtió Cavallo al día siguiente de su caída, Fernández debe lidiar con un parlamento en el que si bien el oficialismo cuenta con mayoría, no acepta sancionar las iniciativas del gobierno tal como salen del Ministerio de Economía.
Tampoco todos los gobernadores provinciales -en su mayoría justicialistas- se avienen a dar el sí, cuando se trata de resignar recursos que deberían llenar las arcas de sus distritos y ahora serán desviadas al tesoro nacional.
De hecho, gobernadores con posiciones más cercanas a la oposición que al partido al que representan ya anticiparon que no irán este jueves a la residencia presidencial.
Lo mismo afirmaron algunos parlamentarios vinculados al sindicalismo, por lo que la Confederación General del Trabajo (CGT) estará ausente, pese a llevar la bandera del partido.
Ese mismo jueves, la CGT realiza un congreso para renovar autoridades y fijar la fecha de una huelga general de 36 horas contra el modelo económico, que podría realizarse entre los días 26 y 27 y será la segunda en poco más de un mes. La anterior, el 8 de agosto, tuvo una adhesión masiva.
En tanto, los principales partidos de oposición, la Unión Cívica Radical, el Frente País Solidario y Nueva Dirigencia, lanzaron este martes un virtual frente opositor que debutará el día 12 con un apagón nacional, bocinazos y cacerolazos contra las medidas de ajuste.
Ante estos focos de rebeldía cada vez más pronunciados, Menem pretende unificar el discurso oficialista y advertir a su partido que la falta de un acompañamiento monolítico podría ser perjuidicial para todos.
"Si me caigo yo, se caen todos", sintetizó el analista Marcelo Bonelli para referirse a la advertencia implícita que hará el mandatario ante su tropa.
Menem cuenta hoy con un respaldo de 18 por ciento, según la encuestadora Gallup, la popularidad más baja desde que inició su gestión hace más de siete años.
Por eso, el último fin de semana decidió volver a recorrer pequeñas ciudades de provincia y retomar el contacto con la gente, mientras afirma que no habrá cambios en el rumbo económico por más que continúen las huelgas. (FIN/IPS/mv/ag/ip/96