AMERICA LATINA: La ciencia busca un nuevo contrato social

La ciencia en América Latina busca salir de su "ghetto", encontrar nuevos públicos y contribuir al desarrollo de sus países, coincidieron investigadores de la región reunidos en Venezuela.

La búsqueda de ese nuevo "contrato social" de la ciencia latinoamericana sepulta la competencia con el Norte industrial y adopta fórmulas para superar la agonía por la "fuga de cerebros".

Simple realismo: "Toda América Latina, España y Portugal tienen unos 100.000 científicos y tecnólogos en investigación", dijo a IPS el argentino Mario Albornoz, "y esa cifra es inferior a la de sólo Alemania, por no hablar de Estados Unidos".

Son cifras en el debate de las "segundas jornadas latinoamericanas de estudios sociales de la ciencia y la tecnología", que se desarrollan durante esta segunda semana de septiembre en Caracas.

Un informe de 1994 de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (24 países industrializados) observó que por millón de habitantes había 3.360 investigadores en América del Norte, 2.210 en Europa, 400 en Asia, 365 en América Latina y el Caribe y apenas 120 en Africa.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) presenta como meta para cada país al menos 1.000 científicos, tecnólogos o ingenieros en investigación por millón de habitantes.

A la comparación en cantidad se añade la de calidad, "no porque nuestros investigadores sean inferiores, sino porque están poco articulados, en institutos aislados y sus recursos son menores", señaló Albornoz, director del centro de investigaciones de la Universidad de Quilmes, Argentina.

Los abundantes recursos en el Norte son un imán para los investigadores del Sur, lo que "en el caso de Estados Unidos responde a políticas explícitas de promoción de talentos entre mujeres, minorías étnicas o jóvenes brillantes del Tercer Mundo", según el experto.

Brasil, por ejemplo, recupera apenas 40 por ciento de los estudiantes que envía a doctorarse en el exterior y una encuesta entre jóvenes argentinos que viajan a estudiar a Estados Unidos mostró que 70 por ciento proyectó quedarse antes de partir, añadió.

Como alternativa, Albornoz dijo que se deben crear "polos de atracción y elegir los candidatos de entre equipos consolidados" de los países de la región, además de aceptar que muchos no volverán.

Se trata entonces de "convertir los defectos en virtud, para que no los perdamos del todo, y establecer redes de científicos latinoamericanos que trabajen con nuestros problemas en todo el mundo", afirmó.

Argentina y Uruguay han puesto en práctica programas con esa orientación, Colombia tiene una magnífica red, llamada Caldas, y Venezuela inauguró la suya el lunes, con la aspiración de reclutar unos 350 investigadores nacionales dispersos por el mundo.

Otro flanco del problema "es que la investigación en nuestros países ha permanecido en un ghetto, desvinculada de los problemas del desarrollo", dijo a IPS el venezolano Víctor Alvarez, del consejo estatal de ciencia y tecnología, y coordinador de las jornadas.

La primera reunión se efectuó en 1995 en Buenos Aires, con casi un centenar de trabajos sobre el aspecto social de la ciencia, en tanto la cita de Caracas reunió 120 trabajos.

Alvarez dijo que las jornadas impulsan un nuevo contrato social para la actividad científica, pues "en países en crisis las sociedades no están dispuestas a financiar y sostener la ciencia por la ciencia", si no se imbrica en su desarrollo.

También promueven "nuevos públicos" para la ciencia y la tecnología, con discusión de la agenda de la investigación ya no sólo por científicos, sino por los integrantes de la sociedad civil, que identifican problemas y demandan soluciones.

Las jornadas, además, atienden desafíos éticos, dijo Alvarez, promoviendo que la investigación científica y tecnológica se abstenga de experimentaciones en seres humanos, depredar el ambiente y contribuir a la carrera armamentista.

Según Albornoz, la búsqueda de un nuevo contrato social para la ciencia en la región comienza por aceptar que a los países de América Latina ya no los separa del Norte "una brecha científica y tecnológica, sino un verdadero abismo".

Por esto, consideró que los esfuerzos de sus comunidades científicas no deben dirigirse a igualar al Norte, sino a atender sus problemas de pobreza, hambre, educación y salud.

Aunque "muchos de estos problemas son más políticos que científicos, la ciencia es una actividad social y las personas que la hacen no pueden comportarse como salidos de un repollo", por lo que afirmó que "si se gasta en ciencia y no en hospitales o escuelas, es porque se espera algo de los científicos".

Por otra parte, dijo que científicos innovadores son resultado de sociedades innovadoras, y aunque de una sociedad primitiva puede salir un buen científico, subrayó que la ciencia es producto de sociedades modernizadas".

Para ilustrar este punto, Albornoz evocó una frase que a medidados del siglo pasado popularizó el político argentino Domingo Faustino Sarmiento, cuando visitó Boston y pronosticó que Estados Unidos superaría en desarrollo a Europa, porque "allí las matemáticas están en los músculos de los obreros". (FIN/IPS/hm/ag/sc/96

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