La presidenta Chandrika Bandaranaike Kumaratunga no logró responder a las expectativas de solución de la guerra civil de Sri Lanka y, dos años después de llegar al poder, se enfrenta al agravamiento de un conflicto estallado hace ya 13 años.
La guerra independentista de los Tigres de Tamil se cobró 10.000 vidas desde la instalación del gobierno de Kumaratunga, agota los recursos del tesoro, profundiza la crisis económica y amenaza romper la oficialista coalición Alianza Popular.
Kumaratunga, de 51 años, que este viernes comenzará un tercer año de mandato, no ha logrado progresos significativos para superar los problemas étnicos de la isla.
"Los primeros dos años fueron una tremenda decepción, cuya magnitud se mide por la alta expectativa creada en el país cuando (la actual presidenta) se hizo cargo del gobierno", declaró Paikiasothy Saravanamuthu, director del Centro de Políticas Alternativas, de Colombo.
Los Tigres dieron muerte el mes último a 1.000 soldados, al capturar por sorpresa una estratégica base militar en la ruta a la localidad nororiental de Mulaitivu.
Fue esa una de las peores derrotas del ejército a manos de los insurgentes, que luchan por la independencia de los territorios del norte y el este, asiento de la minoría tamil
El gobierno parece haber subestimado el poder de los rebeldes. Una serie de devastadores ataques lanzada por los Tigres en Colombo afectaron la confianza de los inversionistas y golpearon duramente la industria del turismo.
Mientras, el paquete de medidas redactadas por el gobierno para ampliar la autonomía de las provincias de mayoría tamil permanece empantanado en el parlamento.
"El gobierno no ha convencido a la población de que trabaja de manera coordinada y rigurosa", comentó Victor Ivan, director del semanario independiente Ravaya, de lengia cingalesa.
La Alianza Popular, una coalición de partidos de izquierda y derecha, puso fin a 17 años de administración del Partido Nacional Unido. Se comprometió a poner fin a la guerra y a "humanizar" las políticas de liberalización económica.
"El gobierno cree que el fin de la guerra separatista resolverá todos los problemas del país, y al fracasar las conversaciones de paz fracasaron, apuesta a la victoria militar", destacó Ivan.
La administración de Kumaratunga pasó sus primeros 14 meses abocada a la búsqueda y consolidación del diálogo con los rebeldes. Pero éstos rompieron las negociaciones, por segunda vez desde el comienzo de la guerra, y reanudaron los combates.
Con la opinión internacional de su lado, el gobierno procedió a la mayor compra de armas desde el estallido del conflicto. El gasto de defensa suma 690 millones de dólares y devora más de 6,5 por ciento del producto interno bruto, según admitió el viceministro de Finanzas, Gamini Lakshman Peiris.
Las propuestas de las autoridades, rechazadas por los insurgentes, merecieron la desconfianza de la opinión conservadora cingalesa, que considera excesiva la autonomía ofrecida a la etnia tamil.
Los cingaleses representan 70 por ciento de la población de Sri Lanka, y los tamiles, 20 por ciento. Hay también una minoría de origen árabe.
"Tenemos en las manos una bomba de tiempo. A menos que se tomen drásticas medidas, la inflación crecerá, también aumenta rápidamente el desempleo y la inversión, ya sea nacional o extranjera, no existe", advirtió Ken Balendra, presidente de John Keels, la mayor firma de inversiones de bolsa del país.
Mientras, los partidos tamiles con representación parlamentaria comienzan a manifestar impaciencia ante la postergación de la solución política a la guerra.
El respaldo de los partidos tamiles legales es decisivo para Kumaratunga, que sólo tiene mayoría de un escaño en la cámara de Diputados, de 225 miembros.
Pero la pérdida de la mayoría parlamentaria no derribaría al gobierno de Kumaratunga. "La amenaza no es inminente, pues la Constitución otorga un gran poder a la presidenta", indicó Ivan.
Kumaratunga anunció la eliminación de "algunos subsidios a los alimentos y fertilizantes", para fortalecer el financiamiento de la guerra y "derrotar a los Tigres en un año".
Pero, una vez desalentada la esperanza inicial, pocos creen todavía en ella, señalaron los analistas. (FIN/IPS/tra- en/wk/an/ff/ip/96