RUSIA: Yeltsin retoma el mando y desaira a Lebed

El presidente de Rusia, Boris Yeltsin, se negó hoy a recibir al jefe del Consejo de Seguridad Nacional, Alexander Lebed, a quien había criticado en la víspera, pese a la tregua lograda por ese general retirado en la separatista república de Chechenia.

Lebed solicitó audiencia a Yeltsin para comunicarle el resultado de sus conversaciones con el jefe rebelde checheno Aslan Maskhadov, que el jueves culminaron con un acuerdo para el cese del fuego.

La tregua entró efectivamente en vigor al mediodía de este viernes, pero Yeltsin, que reapareció en público el jueves, después de un ausencia de dos días, solicitó a Lebed un informe escrito sobre sus gestiones antes de recibirlo personalmente.

El presidente cuestionó en la víspera la actuación del jefe de Seguridad Nacional, por no haber logrado todavía solución para el conflicto de Chechenia.

"No estoy totalmente satisfecho con el trabajo de Lebed. En la campaña electoral aseguró que resolvería la cuestión de Chechenia si tuviera poder. Pues bien, ahora tiene poder y, desafortunadamente, no veo resultados", dijo Yeltsin.

Según los analistas, la crítica a Lebed se explica en función de la lucha que mantienen sectores del gobierno y porque Yeltsin creyó ver cuestionada su capacidad para gobernar en comentarios del jefe de Seguridad Nacional.

Lebed, encargado por Yeltsin después de las elecciones de julio de resolver la crisis de Chechenia, insinuó que algunos funcionarios habrían tomado decisiones a espaldas del presidente mientras éste permanecía en paredero desconocido.

"Los comentarios de Yeltsin del jueves sonaron amenazadores, como si esperara que Lebed fracasara en Chechenia", destacó Sergei Solodovnik, del Instituto de Relaciones Internacionales, de Moscú.

"No puede responsabilizarse a Lebed por la situación" en Chechenia. "El problema es de difícil resolución, y el flamante jefe de Seguridad Nacional no ha tenido tiempo suficiente" para completar su gestión, puntualizó Solodovnik a IPS.

En ausencia de Yeltsin, Rusia fue estremecida por un nuevo estallido de la guerra de Chechenia y por la lucha por el poder en el Kremlin, que culminó cuando colaboradores de Lebed sostuvieron que la firma del presidente fue falsificada en un decreto.

Miembros del equipo de Lebed preguntaron si Yeltsin realmente conocía el decreto, que ordenaba a los generales en Chechenia "restaurar el statu-quo" en la capital de esa república separatista, Grozny, capturada el día 6 por los rebeldes.

El mando militar interpretó la orden como la autorización para lanzarse al asalto de Grozny. El jefe interino de las fuerzas federales, Konstantin Pulikovsky, lanzó un ultimatum a la población para evacuar la ciudad el jueves.

Los colaboradores de Lebed creyeron que la firma de Yeltsin en la orden era sólo una copia facsimilar. "El contenido del documento autoriza a dudar de que el presidente de Rusia participara personalmente de la redacción final de la recomendación", señalaron esos funcionarios.

La salud de Yeltsin es motivo de generalizada preocupación desde el día 9, cuando apareció enfermo y cansado al jurar la presidencia por segunda vez consecutiva, y muchos creen que no está en condiciones de ejercer el gobierno.

La denuncia de la falsificación de su firma en el decreto presidencial alentó las especulaciones de quienes creen que el gobierno ya no está en manos de Yeltsin.

Alexander Korzhakov, ex integrante de la guardia presidencial, despedido en junio por motivos políticos, declaró al semanario Argumenty i Fakty que el jefe de gabinete de Yeltsin, el connotado liberal Anatoly Chubais, es quien gobierna el país.

"Chubais se ha convertido en regente. El estado de salud del presidente no era objeto de abierta discusión, como lo es ahora, cuando yo estaba a su lado", dijo Korzhakov.

Yeltsin volvió el jueves al Kremlin, donde faltaba desde el martes, y reapareció ante las cámaras de televisión.

Aparentemente debilitado, pero con más agilidad mental que en su última presentación en público, cuando comenzó su segundo mandato, bromeó con los periodistas que lo ubicaban en Suiza, supuestamente sometido a tratamiento médico.

"Gracias por el ofrecimiento. Pero con tantos problemas por delante, si tomo vacaciones lo haré en Rusia", dijo el presidente.

Los protavoces del Kremlin aseguraron que Yeltsin realizó una visita a los lagos de Valdai, en el noroeste, en busca de un lugar para levantar una nueva residencia de descanso.

Pero Pavel Voschanov, ex secretario de prensa de Yeltsin, aseguró al diario Komsomolskaya Pravda que el jefe de Estado padece una infección crónica en el oído medio, cirrosis hepática, problemas renales y cardiacos, y angina de pecho.

"La cuestión de la salud de Yeltsin gana importancia día a día, aunque discutirla en público es un asunto procaz", señaló Voschanov.

Una acumulación de problemas aguardaba a Yeltsin, como la huelga nacional por tiempo indeterminado que los mineros se proponen comenzar este domingo. Pero la mayor prueba para su gobierno se encuentra en Chechenia.

Lebed, que no tiene autoridad sobre las tropas federales destinadas a la república rebelde, lucha por lograr el preciado título de pacificador de Chechenia.

El jueves de noche logró el acuerdo de tregua, después de ocho horas de discusión con Maskhadov, jefe del estado mayor rebelde, y los combates se interrumpieron al mediodía de este viernes.

Moscú y la prensa occidental confirmaron que el cese del fuego era respetado en casi todos los frentes de combate.

Lebed también declaró que espera firmar en breve un pacto político con los jefes separatistas para enfrentar la raíz del conflicto: el futuro estatuto de la república.

"Regresaré en dos días (a Grozny) con un proyecto de acuerdo. Lo discutiremos y lo firmaremos", aseguró Lebed a la prensa, tras convenirse la tregua.

La respuesta de Yeltsin a los primeros triunfos de su jefe de Seguridad Nacional parece unirlo a los funcionarios del Kremlin que, como el propio Lebed ha observado, esperan su fracaso en Chechenia.

"Yeltsin cursó instrucciones contradictorias" a diferentes autoridades, manifestó Alexander Konovalov, del Instituto Estados Unidos-Canadá, de Moscú.

Las instrucciones de Yeltsin a los generales de restaurar en Grozny el statu-quo del 6 de agosto "sólo podían cumplirse mediante un ataque en forma" contra la ciudad, dijo Konovalov.

"Al mismo tiempo, ordenaba a Lebed utilizar medios políticos para acabar con la guerra", agregó.

Yuri Korgunyuk, analista de IDEM, un grupo de expertos vinculados con la presidencia, cree que Chubais alienta la tentativa de despedir a Lebed.

Chubais se opuso a la decisión de Yeltsin de conceder poderes políticos extraordinarios a Lebed en Chechenia, temiendo el debilitamiento de su propia posición.

Korgunyuk sospecha que Chubais tiene mucho que ganar de la eventual pérdida de influencia de Lebed, pero "no es probable" el desplazamiento de ex general de paracaidistas, no sólo por tratarse de un hombre especialmente tenaz, sino por el proósito de Yeltsin de enfrentar a sus subordinados", afirmó.

El poder está compartido en la actualidad por Lebed, Chubais y el primer ministro Viktor Chernomyrdin, según Solodovnik. (FIN/IPS/tra-en/ss/rj/ff/ip/96

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