La delincuencia y la violencia criminal constituyen el problema más grave que debe enfrentar el gobierno de unidad nacional presidido por Nelson Mandela, que ha lanzado su ambicioso Programa de Reconstrucción y Desarrollo (RDP), afirma un estudio recién divulgado en Sudáfrica.
El RDP aspira a democratizar los activos empresariales, promover programas de rápida creación de empleo, proporcionar vivienda a ocho millones de personas en una población total de 40 millones y terminar con la clasificación de Sudáfrica como el país con peor distribución del ingreso en el mundo.
Dicho estudio, titulado Proyecto Nedcor sobre Delincuencia, Violencia e Inversión, fue auspiciado por Nedcor -uno de los más grandes grupos bancarios de Sudáfrica- y su informe pudo ser conocido en junio pasado.
La investigación demostró que los más variados delitos, desde el robo más común hasta el fraude de cuello blanco, cuestan al país nada menos que 7.200 millones de dólares al año, más del doble del presupuesto anual del sistema judicial penal.
"El delito y la violencia se llevan los recursos de las familias, los hogares, las empresas y el gobierno. El costo de la delincuencia representa 18,02 por ciento del presupuesto nacional para el ejercicio 1996-97 y 5,6 por ciento del producto interior bruto proyectado para el mismo período", dice el informe.
Las causas de esta delincuencia epidémica son complejas, y se relacionan en primer lugar con el masivo legado de desigualdad que creó el apartheid. También tienen que ver con la falta de legitimidad que la policía sudafricana ha heredado de su antiguo papel como guardiana del régimen de segregación racial.
Además predomina ahora una actitud, entre los delincuentes de cuello blanco, que se define como aprovéchate-mientras-puedas y obedece al temor de que el nuevo gobierno anule los privilegios que los blancos detentaron en tiempos del apartheid.
Algunos funcionarios del Ministerio de Seguridad Interna afirman haber comprobado que los viejos cuadros del servicio de policía aflojan deliberadamente el cumplimiento de sus deberes porque advierten que el delito es el único factor que podría derrotar al actual gobierno en las elecciones de 1999.
El delito ha causado enormes perjuicios a los programas de desarrollo social.
Incluso un programa de reforma agraria que otorga a las familias expulsadas de sus tierras en tiempos del apartheid una indemnización de 3.500 dólares, es amenazado igualmente por la delincuencia, ya que la gente no se anima a invertir esa suma en el campo por temor a ser robada en cualquier momento.
Hasta el turismo -una de las pocas industrias que está en auge- ha sufrido perjuicios. En 1995, los visitantes extranjeros crecieron nada menos que 50 por ciento, colocando a Sudáfrica en el primer lugar mundial en función de la rapidez con que crece el sector turístico.
La inversión extranjera, sin embargo, ha seguido ascendiendo para sorpresa de muchos, contribuyendo a un ingreso neto de capital superior a 6.900 millones de dólares entre julio de 1994 y febrero de 1996, a pesar de la creciente ola delictiva.
No obstante, los economistas se apresuran a señalar que gran parte de esos capitales son inversiones de cartera en la bolsa de valores, no creadoras de empleo, y que se percibe un claro temor, entre los inversores extranjeros, a realizar nuevas inversiones fijas antes de que haya disminuido el nivel de violencia.
"El desarrollo debe ser alcanzado como instrumento necesario para eliminar los factores socioeconómicos que desatan la violencia, pero la lucha por el propio desarrollo a menudo desata mayor violencia", advirtió la Comisión Goldstone en su estudio sobre la violencia, en 1993.
(*)
Este material fue producido por Panos Features, de Londres, y es distribuido por IPS para uso de sus suscriptores. (FIN/PANOS/tra-en/ek/dds/arl/ip/96