Los palestinos observaron en la mañana de hoy una huelga general de cuatro horas convocada por el presidente Yasser Arafat en represalia por los planes de Israel de ampliar los asentamientos judíos en Cisjordania y demoler la sede de una sociedad benéfica en el sector árabe de Jerusalén.
Arafat también exhortó a su pueblo a desafiar el cierre de fronteras impuesto por Israel, que impide a los palestinos ingresar a Jerusalén, descendiendo en masa sobre la ciudad sagrada para las plegarias de la mañana del viernes.
En un discurso pronunciado este miércoles en la sesión semanal del consejo legislativo, considerado el más duro de los últimos tiempos, Arafat calificó la decisión de Israel de construir nuevas viviendas en algunos de los 144 asentamientos judíos de Cisjordania como una "declaración de guerra" a los palestinos.
Sin embargo, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina no llegó a exhortar a una renovación de la "intifada", sino que se limitó a convocar una huelga como protesta civil "simbólica".
Los últimos acontecimientos incrementaron la tensión entre israelíes y palestinos, que ha estado en aumento desde que el derechista Partido Likud de Benyamin Netanyahu ganó las elecciones de Israel el pasado 29 de mayo, por una ínfima diferencia de votos.
No todos los palestinos observaron la huelga, la primera en dos años. Algunos comercios de calles laterales mantuvieron sus puertas abiertas, y para el mediodía todos reanudaron sus actividades.
La indignación entre los palestinos es notoria. "Si amplian los asentamientos, ?dónde será nuestro futuro Estado palestino?", preguntó Ibrahim Matar, un residente de Gaza.
El gobierno de Netanyahu proyecta construir entre 2.000 y 3.550 nuevas unidades de vivienda en asentamientos ya existentes en Cisjordania, según la televisión israelí, y ya comenzó a movilizar caravanas hacia los asentamientos.
Los palestinos consideran estas medidas como un obstáculo para la paz, porque los asentamientos dificultan la creación de un Estado palestino independiente en Gaza y Ciosjordania, y acusaron a Israel de violar el espíritu y la letra de los acuerdos de paz negociados en Oslo.
El acuerdo interino firmado en Washington en septiembre de 1995 establece que "ninguna parte iniciará ni adoptará ninguna medida que modifique el estatuto de Cisjordania… antes de la finalización de las negociaciones de estatuto permanente".
La convocatoria de Arafat a la huelga y a marchar sobre Jerusalén provocó una pronta respuesta de Israel. Inmediatamente, Arafat recibió un llamado telefónico del canciller David Levy exhortando al líder palestino a no aumentar la tensión.
Mientras, miembros del opositor Partido Laborista israelí condenaron enérgicamente la política del gobierno y le acusaron de provocar la desintegración del proceso de paz.
Por otra parte, el director del Ministerio de Comunicaciones de Israel, David Barilan, advirtió que su gobierno reaccionará enérgicamente ante cualquier intento de los palestinos de romper con el "cierre", que impide a los palestinos de Cisjordania entrar a Jerusalén oriental e Israel sin permiso de Tel Aviv.
La Unión Europea y varios países árabes condenaron la decisión de Israel de ampliar los asentamientos, calificaron la medida como una grave violación de los acuerdos de paz y advirtieron que tales acciones conducirán al fracaso de las negociaciones. (FIN/IPS/tra-en/dh/fn/ml/ip/96