La migración masculina, tanto de adultos como de jóvenes, de las áreas rurales hacia las ciudades, en busca de mejor empleo, ha producido un cambio en los papeles tradicionalmente desempeñados por hombres y mujeres en la sociedad rural de Nigeria, y también en la sociedad urbana.
Hace sólo 20 años, el trabajo agrícola en esta aldea era realizado únicamente por los hombres, con excepción de la cosecha y la venta de los productos. Hoy en día, en cambio, son las mujeres las que trabajan la tierra.
Por otro lado en las ciudades, muchos hombres desempleados a causa de la recesión económica aceptan trabajar en labores que desde siempre han sido reservadas a la mujer. Ya no son exclusividad de las mujeres la peluquería, el expendio de alimentos o la dirección de cantinas y cervecerías locales.
También las mujeres están cruzando la línea divisoria en las ciudades. Las que son funcionarias públicas también aparecen como conductoras de taxis a fin de reforzar sus ingresos, ya que el salario promedio mensual de un funcionario de nivel medio no significa más de 37,5 dólares.
El desempleo ha llevado a hombres y mujeres a actividades que en el pasado habrían sido impensables.
"Debemos sobrevivir de cualquier forma. No me importa el trabajo que tenga que hacer para cuidar de mi familia", aseguró James Akeredolu, que lleva una cantina en Akoka, un suburbio de Lagos.
En esta aldea de Ijede recostada sobre un río, 43 kilómetros al este de Lagos, los agricultores labran la tierra para plantar frijoles, su principal fuente de proteínas después del pescado.
Wuraola Oguntola, una mujer de 61 años de edad, dijo a IPS que "ésta es la mejor época para sembrar frijoles, que necesitan más o menos un mes de lluvia para dar un buen rendimiento".
La mujer heredó su parcela de tierra de su marido, que murió en 1981. En ella produce maíz y hortalizas, además de frijoles.
Por ser maestra de escuela jubilada, Wuraola vende parte de sus cosechas para complementar la pensión que recibe del Estado, equivalente a tres dólares mensuales. Sus tres hijos viven en la ciudad pero rara vez envían dinero para ayudarla, pese a que con ella vive un nieto.
Aderedolu, un hombre de 56 años, divorciado y padre de siete hijos, confió a IPS que hace su propia cocina y demás tareas domésticas. Su nuevo trabajo supone adoptar un nuevo papel en la familia, y este hombre lo asume, pero otros ven esto como un fenómeno extraño.
"Están sucediendo cosas raras en Nigeria. ¿Cómo puede un hombre peinar a una mujer? Esto es moralmente incorrecto", dijo Jimoh Abdul, jefe musulmán.
El reverendo Emmanuel Obafemi, de la Iglesia Africana, concordó con esa opinión. "Es moralmente incorrecto que un hombre toque físicamente el cabello de la esposa de otro hombre, otra cosa sería si empleara mujeres como peluqueras".
Por el contrario, Angela Iwugu, peluquera de Ijede, no ve nada de malo en que los hombres hagan el peinado de las mujeres.
"Algunas mujeres prefieren a los hombres porque dicen que son mejores y más pacientes con las clientas", reveló a IPS.
La psicóloga Olu Olukanmi celebró el cambio de papeles entre hombres y mujeres en la sociedad nigeriana, algo que en su opinión no es más que el reflejo de lo que ya ha ocurrido en otras partes del mundo.
"Sólo en esta parte del mundo, todavía asignamos ciertas tareas a determinado sexo, y eso está mal", dijo Olukanmi, que es profesora de la Universidad de Lagos. "Ello se debe, en realidad, a la forma de atribuir los derechos económicos y sociales en la sociedad". (FIN/IPS/tra-en/to/pm/arl/pr/96