El Dalai Lama, líder espiritual del budismo tibetano, ha vuelto a tener seguidores en Mongolia desde la instauración de la democracia en ese país en 1990, lo cual constituye un invalorable apoyo en la lucha de la resistencia al dominio de China.
El renacimiento religioso de Mongolia recibió un invalorable respaldo de India, país donde reside el Dalai Lama desde que huyó de Tibet, cuyo embajador, Kushok Bakula, cumple, además de sus funciones diplomáticas, consejería espiritual.
Hace sesenta años, Gombochir era un joven monje en el monasterio de Erdena Zuu, un centro de los seguidores mongoles del budismo tibetano.
En 1937, el brutal dictador comunista mongol, Choibalsan, decidió acabar con la religión en el entonces satélite soviético. Las autoridades ejecutaron a 17.000 de los 110.000 monjes del país y destruyeron la mayoría de sus 746 monasterios.
Gombochir, quien entonces tenía 26 años, no se enfrentó al pelotón de fusilamiento, el destino que aguardaba a los principales monjes. Fue, en cambio, asignado a trabajar en una fábrica y, más tarde, contrajo matrimonio.
Después de que los mongoles derrocaron a los líderes comunistas de línea dura en 1990 y proclamaron la democracia, Gombochir regresó al monasterio, pero antes se aseguró de que todo marcharía bien.
La mayoría de los mongoles son seguidores del Dalai Lama, el exiliado líder espiritual del budismo tibetano, y del fallecido Panchen Lama, cuya sucesión se ha convertido en el centro de una gran disputa entre los religiosos y China, que se anexó el territorio de Tibet.
En el budismo tibetano, el Dalai Lama es el principal líder religioso, mientras el Panchen Lama, designado también por un complicado sistema mediante el cual se detecta su encarnación, posee el poder temporal.
"Creo que el budismo tiene futuro en Mongolia si respaldamos al Dalai Lama y a quien él ha designado como Panchen Lama. Entonces, los budistas seremos fuertes y unidos y no podremos ser derrotados", dijo Gombochir, quien hoy, a los 85 años, es el principal monje de Erdena Zuu.
Mongolia está viviendo un paulatino renacimiento religioso, que podrá tener impacto en China y en Tibet. Desde que Mongolia adoptó un sistema democrático hace seis años, su futuro se convirtió en crucial para el destino del budismo tibetano, hoy bajo sitio en la región del Himalaya.
Mongolia tiene viejos lazos culturales, religiosos y políticos con Tibet. A comienzos de este siglo, llegó a reconocer a ese reino la independencia respecto de China.
Exiliado en India desde 1959, el Dalai Lama visitó Mongolia cuatro veces desde 1990. En todas esas ocasiones, convocó grandes multitudes. China protestó en cada una de esas oportunidades, pero Mongolia hizo caso omiso debido a la popularidad del reverenciado monje.
Mientras China pretende acabar con la influencia del Dalai Lama en Tibet, el budismo tibetano también renace en las regiones donde predomina la etnia mongólica en Rusia, Buryiatia y Tuva. Estas áreas se ubican en las sensibles fronteras septentrional y occidental de China.
"Con el renacimiento del budismo en Mongolia, el Dalai Lama tiene un nuevo aliado", dijo un diplomático occidental en Beijing.
De todos modos, este fenómeno religioso recién está atravesando su infancia. Erdene Zuu, un disperso complejo que otrora nucleó 60 templos y miles de monjes, cuenta actualmente con tres templos y unos pocos monjes ancianos, como Gombochir.
Desde 1990, casi 200 monjes se han unido a la vida religiosa. Los más viejos están demasiado enfermos para cumplir el servicio religioso o los rituales. Las oraciones transmitidas por vía oral fueron olvidadas.
Pero, según el anciano embajador de India en Mongolia, Kushok Bakula, el budismo no morirá. Bukula es, según la tradición, un santo budista reencarnado que viste túnicas rojas y azafrán. Al mismo tiempo que cumple con sus deberes de funcionario diplomático, brinda consejo espiritual a sus correligionarios.
"Si no eres budista, ¿qué eres? Perdiste tu identidad. ¿Qué te diferencia de los chinos o los rusos?", inquiere Bakula.
Los templos se reconstruyen por doquier en Mongolia. El monasterio Erdene Khambyn, destruído en 1937, está siendo reparado por la nieta de uno de los monjes. Dawa, una devota de 63 años, solicitó dinero a la población local, los peregrinos y el embajador de India, y recaudó unos 20.000 dólares.
La pieza central del templo es una pequeña estatua del Maitreya Buda hecha ha mano por el primer líder teocrático budista hace tres siglos. Al igual que Tibet, Mongolia fue gobernada por un rey- dios antes de la revolución comunista de 1921.
El budismo comenzó a predominar en Mongolia cuando se integró con las religiones locales, las prácticas shamanísticas y los curanderos. Tanto en Tibet como en Mongolia, la religión fue el origen de una teocracia que tuvo su respaldo en poderosos y ricos monasterios dirigidos por el rey-dios.
Dawa salvó la estatua escondiéndola durante 60 años. Ni siquiera reveló su existencia a sus propios hijos.
En su templo figuran retratos del Dalai Lama y del último Panchen Lama, la segunda figura en importancia del budismo tibetano, fallecido en 1989.
También hay allí fotografías del niño designado por el Dalai Lama para suceder al Panchen Lama en una decisión que provocó la furia de China. Beijing arrestó al niño y designó a otro en su lugar.
"Apoyamos al Dalai Lama como nuestro líder religioso. China no puede cambiar eso", dijo Dawa. (FIN/IPS/tra-en/rc/cpg/mj/cr ip/96