Varios centros nocturnos en los que los números de sexo en vivo eran la principal atracción fueron clausurados en la capital de México, mientras otros comenzaron a eliminar esas partes de sus espectáculos.
Autoridades municipales y dueños de centros nocturnos informaron este viernes que a una semana de su decisión de limitar la oferta de espectáculos sexuales "triple X", fueron clausurados media docena de locales con propuestas más osadas.
En la zona urbana de la capital mexicana, donde viven 20 millones de personas, se calcula que unos 20.000 hombres y mujeres ejercen la prostitución y más de 3.000 personas se desnudan cada noche al son de la música en unos 500 locales, ubicados principalmente en zonas céntricas.
En algunos de ellos se llegó a límites que hirieron la susceptibilidad de los clientes, indicó el gremio del sector al aceptar las clausuras demandadas desde hace meses por vecinos y autoridades, pero rechazadas por un público fiel.
Con los cierres, que posiblemente duren poco, el rostro nocturno de la ciudad se pone un velo para esconder una de sus expresiones, dijo a IPS el urbanista Jorge Legorreta, del no gubernamental Centro de Ecología y Desarrollo.
"Frappe" y "Bacará" son algunos lugares de la "Zona Rosa", parte de la ciudad donde los ejecutivos se reúnen en las tardes para almorzar y hacer negocios, que fueron cerrados, mientras en barrios más céntricos se clausuraron "La Chaqueta" y "El Catorce".
En esos locales, hombres o mujeres que hacían "strip-tease" se acercaban a los asistentes para invitarlos a mantener relaciones sexuales en grupo sobre el escenario.
Después de seis años de políticas moralizadoras, con las que se prohibieron y censuraron revistas, películas y otros materiales pornográficos, se inauguró hace cuatro años con anuencia oficial el club nocturno "Foxys", donde mujeres extranjeras se desnudaban en público.
Tras la apertura del lugar, al que acudía gente de dinero, proliferon otros menos caros donde además del desnudo poco a poco se fue intruduciendo el sexo en vivo.
Hoy cualquier turista que camina por ciertas zonas céntricas de la capital podrá ver a jóvenes ejerciendo la prostitución o a personas que entregan tarjetas invitando a espectáculos eróticos en uno de los tantos centros nocturnos que operan desde las tres de la tarde hasta las seis de la mañana.
En ciertas avenidas de la ciudad, es usual que cuando los automovílistas paran en un semáforo se acerquen jóvenes, los llamados "guigui", para promocionar los centros nocturnos mediante tarjetas con su nombre.
Por cada cliente que consiguen, los "guiguis" reciben entre 1,3 y 2,5 dólares. Ellos son, según algunos cronistas de la ciudad, "los guías nocturnos del destrampe".
"Luego de años de grisura y de negociaciones ásperas entre la libertad y las 'razzias', entre la libertad y los inspectores, a inicios de los años 90 sin acuerdos previos estalla una noche popular distinta, electrizante, que desafía a los poderes constituidos", señaló el escritor Carlos Monsiváis.
"Ya el público está dispuesto a otras experiencias, no se escandaliza con facilidad, ni se encandaliza de su falta de escándalo, quiere acción y no cree en sensaciones de culpa ajenas a la que generan la cruda (resaca)", añadió. (FIN/IPS/dc/ag/cr/96