KENIA: Circuncisión femenina, una tradición que tarda en morir

Cuando una ONG internacional ofreció un almuerzo a parlamentarios locales hubo muchos asientos vacantes, porque el tema de discusión fue la posibilidad que el parlamento de Kenia apruebe una ley prohibiendo la mutilacion genital femenina.

El hecho que solo 19 de los 200 legisladores aceptaran la invitación del Programa Internacional por una Apropiada Tecnología Sanitaria (PATH), demostró hasta qué punto el tema es delicado en la sociedad de Kenia.

Los partidarios de la circuncisión detentan un enorme poder en sus comunidades. Son tan influyentes que incluso los líderes políticos se abstienen de criticarlos, explicó Agnes Ndetei, una de las seis mujeres parlamentarias en Kenia.

"Es un secreto a voces que líderes electos de áreas donde ese acto (la circuncisión femenina) se practica todavía temen hablar negativamente de ello para no perder su popularidad", dijo.

Muchos políticos prefieren soslayar el tema para no reducir sus posibilidades de ser electos en áreas rurales, hogar del 72 por ciento de los 28 millones de habitantes del país, En cambio si lo defienden, arriesgan las críticas de los activistas humanitarios.

PATH es una ONG internacional que trata de mejorar la salud de la población en países en desarrollo, especialmente mujeres y niños. La circuncisión femenina es uno de los principales problemas que debe enfrentar.

Según un informe de la organización titulado "Circuncisión femenina: ¿porqué continúa?", la mutilación genital femenina es practicada en al menos 26 naciones africanas. "Se estima que más de 100 millones de mujeres en Africa han sido circuncidadas, incluyendo el 50 por ciento de las niñas y mujeres de Kenia".

"Los problemas que surgen por la circuncisión femenina no pueden ser solucionados fuera de las comunidades afectadas", advirtió el estudio. "La práctica tiene una fuerte base cultural y, a menudo, es mantenida en secreto, apoyada por arraigadas creencias emotivas y comunales".

"En mi época, era impensable que una mujer no fuera circuncidada", dijo Gladys Njeru, de 52 años, que sufrió la operación cuando tenía 12. "Aquellas que optaron por no circuncidarse fueron estigmatizadas por la sociedad y aseguradas que permanecerían solteras por el resto de sus vidas".

La propia Njeru permitió que su hija mayor fuera circuncidada.

"Sentí tristeza de hacer sufrir a mi hija el dolor de la circuncisión. Parecía más débil que sus otras dos hermanas. Durante la operación una vena fue cortada accidentalmente y sangró profusamente. Estudios médicos actuales demuestran que cuando dé a luz un hijo sentirá mucho dolor", lamentó.

Hace tres años, Njeru se convirtió en cristiana practicante. Desde entonces se ha unido al creciente número de mujeres de Kenia que piden la prohibición de la mutilación femenina.

Sin embargo, la lucha será larga, según Wangoi Njau, del Centro para el Estudio de la Adolescencia, con sede en Nairobi. La circuncisión femenina seguirá mientras los hombres de Kenia sigan creyendo que las mujeres solo están para servir "sus antojos y necesidades".

"Tiene que ver con el empobrecimiento", señaló Njau. "No es suficiente para las mujeres llegar a la conclusión que son oprimidas, deben comenzar a exigir el reconocimiento de paridad con sus conciudadanos varones".

Son dos tipos de circuncisión las que principalmente se practican en Kenia. Uno consiste en la ablación de la punta del clítoris y la otra en la remoción total del clítoris y parte de los labios, luego de lo cual la vagina es cocida dejando solo un pequeño orificio para el pasaje de la orina y la sangre menstrual.

La operación es realizada en niñas de seis hasta jóvenes de 18 años de edad, según las comunidades. Está a cargo de mujeres entre 45 y 60 años que cobran el equivalente de 10 dólares por niña. Como el rito está rodeado de total secreto, nadie sabe exactamente cuántas mujeres circuncidadas hay en el país.

"Uno de los mayores problemas que afrontamos para erradicar la mutilación genital femenina es que la sociedad de Kenia debe encontrar una fuente alternativa de ingresos para las que realizan la circuncisión, de lo contrario la práctica continuará aunque existan leyes que la prohiban", apunto Samson Wandene, de PATH.

También una de las razones por la cual la práctica es difícil de combatir es el convencimiento que ayuda a prevenir la promiscuidad. Segun Njau, en zonas del centro de Kenia "las madres llevan a sus hijas para que sean circuncidadas porque tendrá un efecto positivo en su sexualidad".

"Piensan que mediante la circuncisión de sus hijas la inmoralidad sexual pasará a la historia", expresó.

Sin embargo, incluso en casos que las madres pudieran estar contra la práctica, tías paternas o abuelas aseguran que la operación se lleve a cabo. "Cuando una abuela tiene una nieta llamada como ella, es su responsabilidad hacer que sea circuncidada porque es la marca de la madurez", explicó Njeru, que tambien es docente de antropología en la Universidad de Nairobi.

"Es preocupante comprobar que incluso mujeres que tienen la ventaja de una educación universitaria hacen que sus hijas sean circuncidadas", observó. (FIN/IPS/tra-en/cw/kb/ego/pr).

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