A los 45 años, George Campbell descubrió que era diabético. Para mantener su enfermedad bajo control, George gasta 60 dólares mensuales en insulina y otros medicamentos, equivalentes a un cuarto de su salario.
No obstante, George es afortunado. Está empleado y, por lo tanto, en mejor posición para administrar sus boletas de salud en un país donde el sueldo mínimo es de 23 dólares semanales y el costo de la tutela sanitaria, en especial medicamentos para enfermedades crónicas, es prohibitivo.
George se encuentra entre el creciente número de jamaicanos que padecen lo que funcionarios de salud llaman "enfermedades de estilo de vida", como cáncer, cardiopatías, hipertensión, diabetes y otros males crónicos asociados con la vejez.
"Quedé turbado cuando el médico me dijo que era diabetes", contó George. "El doctor me dijo que la culpa la tenía mi tendencia a abusar de la comida y la bebida. He debido modificar totalmente mis costumbres alimentarias".
Con el desarrollo, el estilo de vida de la mayoría de los jamaicanos ha cambiado drásticamente en los últimos 20 años.
La imagen de la tranquila y perezosa vida isleña ya no existe. Si bien las frases "viene enseguida" o "no hay problema" aún afloran fácilmente de los labios, la mayor parte de los jamaicanos está más preocupada con subsistir en una economía vapuleada durante años por severos ajustes.
Las costumbres alimentarias tambien se modificaron. Cada vez hay más lugares de comidas al paso y donde se pueden obtener alimentos ya preparados y envasados.
El problema con esos alimentos, observó la dietóloga Claudia Browner, es que tienden a tener alto contenido de grasas, sal y azúcar, y muy escasas vitaminas o fibras.
"Cada vez más jamaicanos están ligados a sus escritorios, conducen autos o caminan poco. El estilo de vida es más sedentario y, complementado con dietas ricas en grasas, sal y azúcar, lleva a un mayor riesgo de cardiopatías, hipertensión y diabetes", dijo.
El ministro de Salud, Peter Phillips, considera el aumento de las enfermedades por estilo de vida como una epidemia que el país no puede costear. Señaló que las cifras compiladas por su ministerio mostraron que hay "una virtual epidemia de enfermedades crónicas que se abate sobre nosotros".
Mediante un agresivo programa de Salud Pública entre niños, Jamaica sufre muy pocas de las enfermedades típicas asociadas con otros países del Tercer Mundo.
A raíz de la compulsiva inmunización de todos los niños menores de seis años no se producen casos de sarampión desde 1991. Enfermedades transmisibles como el tifus se redujeron en 250 por ciento en comparación con los años '70, mientras la tuberculosis descendió el 300 por ciento debido a la vacunación obligatoria.
Mientras se muestran satisfechos por los resultados de esos esfuerzos primarios de tutela sanitaria, los funcionarios de salud siguen preocupados por el aumento de casos de ciertas afecciones crónicas graves.
Si bien el panorama general parece ser sombrío, se han producido éxitos en algunas áreas, como el cáncer.
La Sociedad Jamaicana de Cáncer realizó una fructífera campaña de promoción sobre exámenes anuales del seno y ginecológicos (Pap) entre las mujeres, y más de 15.000 se sometieron a diversos análisis en 1995.
Si bien no hay estadísticas actualizadas disponibles, funcionarios de salud dijeron que los casos de cáncer al seno o cervical (en el cuello del útero), la principal causa de mortalidad entre mujeres jamaicanas, disminuyeron por la detección preventiva.
El 41 por ciento de las personas examinadas en 1995 por la Fundación Cardíaca de Jamaica indicaron alta presión sanguínea, mientras el 29 por ciento de las 10.000 personas que hicieron electrocardiogramas revelaron anomalías.
"Estamos afrontando cada vez más el perfil del tipo de enfermedades que son propias de países del Primer Mundo, mientras nuestros recursos disponibles son típicamente del Tercer Mundo", subrayó Phillips.
Más del 20 por ciento de los pacientes revisados en clínicas gubernamentales y centros sanitarios desde 1991 debieron someterse a tratamientos contra la hipertensión o la diabetes. De las 700.000 personas admitidas en hospitales estatales, la mayoría padece disturbios cardiovasculares o cáncer.
Los funcionarios estatales no pudieron dar cifras sobre el impacto económico de las enfermedades por estilo de vida. Sin embargo, basándose en el costo de la insulina y las drogas para controlar la hipertensión, ascendería a decenas de millones de dólares, segun Judith Kirlew, médica del Ministerio de Salud. (FIN/IPS/tra-en/vs/jc/ego/he).
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